La región y Ucrania al cumplirse un año de la invasión

América Latina es la región del mundo que más neutral se ha mantenido frente al conflicto que provocó la invasión Rusa a Ucrania, pese al pedido de mayor involucramiento de EE.UU.

Volodimir Zelensky y Joe Biden. (Foto / AP)
Volodimir Zelensky y Joe Biden. (Foto / AP)

Al cumplirse un año de la invasión rusa a Ucrania, América Latina, aunque lejana al conflicto, comienza a sentir la presión de la OTAN para que se involucre. En la segunda semana de enero, la titular del Comando Sur de los Estados Unidos, la generala Laura Richardson -la máxima autoridad militar estadounidense para la región-, exhortó a los gobiernos de América Latina a donar a Ucrania el material de origen soviético y ruso que tengan en servicio, diciendo que más tarde será repuesto por otro de origen estadounidense, sin precisar fecha de entrega. La realidad es que es muy poco el material soviético o ruso que está en servicio en las fuerzas armadas latinoamericanas. Sólo el presidente colombiano, Gustavo Petro, dio una respuesta frente al pedido, diciendo que su país no lo haría para no prolongar la guerra. Material de origen soviético tienen en servicio Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia, Argentina y desde ya Venezuela, país que es aliado de Moscú en América del Sur y no fue el destinatario del mensaje de Richardson (Nicaragua es el aliado de Rusia en América Central y Cuba lo es en el Caribe). Fue una iniciativa diplomática de la Administración Biden que quizás no fue analizada y calculada en cuanto a su efecto. Iba dirigida a dar la imagen de que países de América Latina -en donde ha existido una posición totalmente homogénea en cuanto a la neutralidad-, podían llegar a acercarse a la posición ucraniana. Pero se ha producido el efecto contrario por un silencio que en realidad fue rechazo.

Un segundo paso tuvo lugar en la última semana de enero con la gira del Jefe de Gobierno alemán, Olaf Scholtz, por el Cono Sur del continente americano. En Chile solicitó al gobierno de Gabriel Boric la donación de tanques Leopard-I a Ucrania. Se trata del material blindado más moderno del ejército chileno, adquirido hace más de tres décadas a Bélgica. La negativa se fundamentó tanto en razones militares -entregar los tanques más modernos en servicio sin certeza sobre su reposición-, como diplomáticas, el argumento de no entregar armamento para evitar prolongar la guerra. En Brasil, el Jefe de Gobierno alemán solicitó al presidente Lula la donación de munición de tanque. Los que tiene Brasil, aunque no son de origen soviético o ruso, utilizan el mismo calibre que los Leopard alemanes. En este caso, el argumento de Lula fue también diplomático y militar. Sostuvo que Brasil tiene una política exterior pacifista que lo aleja de participar en conflictos, pero que estaba a disposición para formar parte de cualquier iniciativa diplomática que tuviera por objeto alcanzar la paz. En el caso de Argentina, sólo tienen alguna relevancia los dos helicópteros de origen ruso que forman parte del apoyo logístico para la campaña anual antártica. La respuesta también fue negativa. Estos helicópteros son esenciales para las operaciones en el Continente Blanco, el cual visita el presidente Alberto Fernández en estos días. En cuanto a lo diplomático, fue coincidente con la posición de sus colegas de Chile y Brasil. La visita de Scholtz al Cono Sur fracasó en lo que hace a acercar la región al esfuerzo militar de Ucrania en la guerra.

A ello se sumó a mediados de febrero la acción diplomática de la propia Ucrania para acercar a América Latina a su causa. Es que es la región del mundo que más neutral se ha manifestado frente al conflicto. Los 33 países de América Latina y el Caribe han condenado la invasión rusa a Ucrania por violar su soberanía territorial, pero al mismo tiempo han rechazado sumarse a las sanciones económicas resueltas por los países de la OTAN y sus aliados. Tanto en África como en Asia y Oceanía, hay países -no más de 10- que integran el “grupo de contacto” de la OTAN para colaborar con ella en términos militares frente a la guerra de Ucrania.

La ofensiva diplomática ucraniana en América Latina estuvo dirigida a lograr que países de la región apoyen el proyecto que presentan los países de la OTAN y sus aliados en Naciones Unidas condenando fuertemente a Rusia, al cumplirse el año de la invasión. No es claro si logrará que algún país lo haga, pero sí lo es que la mayoría de la región no modificará su posición. Mientras las circunstancias van aproximando China a Rusia -como lo puso en evidencia la conferencia de seguridad de Múnich del 17 y 18 de febrero-, la posición de los países más relevantes de América Latina estará en línea con las que asumirán potencias globales como la India, que es la de condenar la invasión, pero mantener las relaciones económicas y comerciales al mismo tiempo que una estricta neutralidad militar.

La votación en la Asamblea de Naciones Unidas al cumplirse un año de la invasión, exigiendo que Rusia cese el fuego y retire sus tropas de Ucrania, no implica una definición de América Latina frente al conflicto. La mayoría de los países de la región votaron a favor de esta resolución, que reunió 141 votos. Es la misma cantidad que obtuvo la resolución que cuestionaba la incorporación de facto a Rusia de la región del Donbass y la que se pronunció por excluir a Moscú del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Pero las presiones como las que realizó el G7 ante el gobierno argentino, como en el resto de los países del mundo, reclamando un mayor compromiso con la causa ucraniana, continuarán.

* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

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