El título de esta nota puede parecer provocador y tal vez no adecuado al lenguaje políticamente “correcto” en boga. Nos referimos a las divisas que reciben muchos países y sus habitantes, originadas, en el trabajo como emigrantes de una parte de sus conciudadanos, de ahí la idea de “exportar mano de obra”. Por supuesto que cuando se exportan productos agrícolas o industriales, ciencia o tecnología, también exportamos trabajo, pero en el caso que nos ocupa se trata del trabajo que se hace fuera de la patria de nacimiento.
Los países de ingresos medios y bajos reciben importantes flujos de divisas gracias a las remesas que los expatriados envían a sus familias. El mayor aportante de remesas es los Estados Unidos, seguidos de los Emiratos Árabes Unidos y el Reino de Arabia Saudí. Más de quinientos cincuenta mil millones de dólares reciben países en desarrollo todos los años fruto del trabajo de una parte de su pueblo que ha emigrado a otros Estados.
Los mayores receptores son la India con 75 mil millones de dólares anuales, China Popular, con poco más de 59 mil millones y México con 40 ml millones de dólares. México recibe más dólares de las remesas que del turismo, también supera los ingresos por exportaciones de petróleo y la inversión externa directa.
Hay diecinueve países que las remesas significan más del 10 % del PBI y en nueve más del 20%. En América Latina están en esa situación Haití con casi el 30 % y Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y Cuba. En el caso de Cuba las remesas llegan a casi 3800 millones de dólares y superan al turismo y equivalen al 70% de sus exportaciones, Otro caso interesante es Colombia, que con 6779 millones de dólares anuales recibidos por remesas, triplica el monto de los ingresos por sus exportaciones de Café.
Estos ingresos generados por personas que han resuelto abandonar su patria en busca de mejores condiciones de vida han contribuido a bajar la pobreza en sus países de nacimiento y en varios casos esos ingresos de divisas han dinamizado el proceso de desarrollo.
No es nuevo este proceso. En Italia se reglamentó en 1901 una ley sobre el ingreso de remesas. En España hasta mediados del siglo pasado las divisas provenientes de las remesas explicaban el 20 % de las cuentas externas del país. Según algunos memoriosos del sistema financiero argentino los desaparecidos Bancos de Italia Río de la Plata, el Banco Español y el existente Banco de Galicia, tenían como actividad principal los giros de los inmigrantes a sus familiares de Italia y España.
La Argentina solamente en estos dos años con la devaluación de su moneda y el cepo ha recibido más dólares de remesas de los que salen. Años como el 2015 al 2017 las remesas superaron los 3600 millones de dólares anuales, siendo los destinos principales a Bolivia, Paraguay y el Perú.
En nuestra región solamente la Argentina, con la salvedad de estos dos últimos años, Chile y Uruguay son países desde los que se giran remesas. Todos los otros son receptores de los ahorros de sus compatriotas en el exterior.
Doscientos millones son los expatriados del mundo, que, con el sacrificio de emigrar de sus solares raigales, dejando familias, afectos, memorias, afrontando, en muchos casos, travesías penosas y peligrosas y en las tierras a las que arriban condiciones duras de trabajo, prejuicios, discriminación posibilitan mejores condiciones de vida para los que dejaron en su patria.
Los estudios sobre el desarrollo destacan la importancia de estos giros de divisas para el desarrollo de países densamente poblados como la India, Indonesia, China, como para mitigar la pobreza en sociedades de menor desarrollo como los de América Central y África.
A pesar que la pandemia afectó en gran medida en los países desarrollados, a estos trabajadores que se desempeñan en gran parte en actividades como la gastronomía y el turismo, tan afectadas por las restricciones, las transferencias en el 2020 apenas han disminuido con relación al año anterior en un 1,6 por ciento. De esta manera la situación de los países de los emigrantes ha sido menos penosa de lo calculado previamente.
Doscientos millones de emigrantes, calculando una familia de cuatro personas, una de cada nueve familias de este planeta tiene relación con los ingresos que ellos generan.
Desde ya que hay otros ingresos por divisas, diferentes a las exportaciones de bienes físicos, como lo es la exportación de servicios profesionales, cultura, derechos de autor, etc. En ese campo la Argentina, se destaca en la región como su capacidad de lograr ingresos de ese origen, resultado de las ventajas educativas que aún tenemos.
Autor: Roberto Azaretto. Miembro de número de la Academia Argentina de la Historia