Egos, poca visión de futuro y doble resultado amargo: la sinopsis de un año que obliga a replanteos

Básquet. La Selección argentina, que hasta el 2022 siempre estuvo en primera plana, se quedó sin Mundial ni Juegos Olímpicos en lo que fue un 2023 catastrófico. Las razones que obligan a replantearse el horizonte. A nivel local, Atenas Sport Club fue el mejor equipo de la temporada.

El cordobés Facundo Campazzo, capitán y pieza clave de Argentina, dio la "cara" en la final del Preclasificatorio contra Bahamas. (Fiba)
El cordobés Facundo Campazzo, capitán y pieza clave de Argentina, dio la "cara" en la final del Preclasificatorio contra Bahamas. (Fiba)

Cuando todos los eslabones de una cadena están sólidos, difícilmente la misma se rompa. Pero hay veces donde alguno puede empezar a abrirse con el paso del tiempo y ello conllevará a que algo no tenga el resultado esperado. Si a todo eso lo trasladamos al ámbito del deporte, más precisamente a lo que sucedió con el seleccionado argentino de básquetbol, encontraremos motivos por los cuales el equipo que supo enorgullecer al deporte argentino en su conjunto se haya quedado sin Mundial ni Juegos Olímpicos 2024.

El campeón de Atenas 2004, y Bronce en 2008, no estará en la cita de París, su primera ausencia olímpica desde Sídney 2000. Un mazazo terrible para el equipo que entrena Pablo Prigioni, que se estrelló (75-82) y como local -en Santiago del Estero- ante Bahamas echando por tierra cualquier chance clasificatoria a futuro. El propio seleccionador lo dijo después de esa derrota: “Era fácil venir a la Selección cuando había seis jugadores en la NBA, cuando era una potencia. Ahora no es esa la situación; de hecho, Bahamas tenía tres jugadores NBA y nosotros ninguno. Nuestra realidad es esta, con buenos jugadores en Europa, y tenemos que centrarnos en eso, en esa transformación”.

Cuesta creerlo, pero es lo que nos toca. Como se dice, hay que barajar y dar de nuevo. Planificar mejor a futuro. Hacer que aquellos proyectos del pasado que supieron ser efectivos en la captación de talentos vuelvan a decir presente en un proceso que será complicado porque si nos guiamos específicamente por los rivales a vencer en el continente, en la actualidad Argentina está en un sexto plano, por detrás de los Estados Unidos, Canadá, Bahamas, Puerto Rico y Brasil, peleando esa posición con México, y hasta pudiendo ser despojada a otro escalón más abajo si República Dominicana logra juntar en futuros clasificatorios a sus jugadores NBA.

Causa y efecto. Yendo por partes, cabe decir que lo sucedido ante los bahameños no es casualidad. También se debe a que desde la Confederación Argentina no se trabajó a conciencia buscando un plan serio que otorgara soluciones concretas. No digo que se clonaran a los Fabricio Oberto, Luis Scola, Andrés Nocioni y, sobre todos ellos, un Emanuel Ginóbili, pero si coordinar labores para aquellos prospectos que a temprana edad se marchan del país en búsqueda de mejores competencias y salarios. Una explicación clara de ello es que tampoco es casual que de esa espectacular combinación de jugadores que lograron la plata en el Mundial de Indianápolis 2002, el oro en los Juegos de Atenas 2004 y el Bronce en Pekín 2008, además de otras tantas medallas en el FIBA Américas, aún sigue como jugador activo para la Selección, Carlos Delfino, quien a sus 42 años ayuda a los Facundo Campazzo, Gabriel Deck, Luca Vildoza, entre los que estuvieron en ese preclasificatorio.

Por otro lado, también cabe decir que las ausencias de Nicolás Laprovittola, Leandro Bolmaro y Marcos D’Elía condicionaron el resultado final, sumado a la lesión de Vildoza en semifinales, fue un golpe tremendo que dejó muy solo en el timón a Campazzo, que jugó más de 37 minutos y acabó, desfondado, con 14 puntos y 17 asistencias, más los 21 puntos de Deck. Pero reitero. Lo hecho, hecho está. Hay que construir y rogar que los planetas vuelvan a alinearse. En el 2023 todo fue para el olvido.

Dos fracasos. Grandes como el descalabro de Argentina, un gigante venido a menos. Más allá del dolor de ver el Mundial que coronó a Alemania y las Olimpíadas por tele, el compromiso de los jugadores está. “Hay que masticar esto y seguir para adelante. Construyendo y la mejor manera de hacerlo es con ganas”, dijo Campazzo. Su declaración pinta en cuerpo entero lo que los amantes del básquetbol sentimos al ver truncas dos competencias en las que éramos una fija. Pero claro, afuera de la cancha también hay responsables. Quizá los mayores. Con improvisaciones de gestión y sin un mañana claro.

Es que en los últimos años no se construyó a conciencia. Y nadie en su sano juicio piensa que habrá buenos resultados cuando puertas adentro, lo que se hace o decide no es lo ideal. Se sabe de dirigentes personalistas, que no aceptaban acuerdos, que sienten que quienes tienen ideas diferentes -como la mayoría de los integrantes de la Generación Dorada- son enemigos. En definitiva, el fondo pero también las formas, con comisiones directivas en clubes y federaciones -o asociaciones- siendo cómplices de malas decisiones. Y en el medio, jugadores, entrenadores y público, tratando de mantener el barco a flote.

Sin dudas, no llegar a los JJ.OO debe marcar un antes y un después -como lo fue no clasificar al Mundial 2023- y, como lo dicen los verdaderos protagonistas no “hay que bajar los brazos”. Se debe masticar bronca y levantar la cabeza. Esta nueva camada, buena en talento y con valores incuestionables, no pudo sostenerse luego de sorprender al mundo con su subcampeonato del Mundo en 2019, pero es lo que tenemos. Darle las herramientas necesarias para que trabaje cómodamente en el corto plazo y enfocarse minuciosamente en el futuro, ya que nada dura para siempre, y con estos dos mazazos deportivos, ya nos dimos cuenta de ello.

En los escritorios. Ahora la pelota la tienen los dirigentes, pero no son dueños de ella. Son quienes deben velar por un mejor funcionamiento de la Confederación y de las selecciones. Entendiéndose esto, no en la cancha, pero si en la toma de buenas decisiones. Ser inteligentes y buscar apoyo en los que saben de qué se trata todo lo “naranja”. Si bien Fabián Borro es un hombre del deporte por ser presidente de Obras Sanitarias, su gestión en la CAB no fue de las mejores. Los jugadores históricos siempre le dieron la espalda. “No concuerdo con él y su gente. No tengo nada que ver con lo que piensan, hacen y lo que son”, se expresó de manera contundente Luis Scola, en su momento. Y así es difícil construir. Borro se quedó con todo el poder del básquetbol nacional incluso la LNB, pese a que como titular figura Gerardo Montenegro y que en la CAB está Sergio Gatti. El líder es Borro, el hombre del poder, que lo ejerce con dureza, sin lugar para gente que opine distinto.

“Queremos masificar nuestra actividad y sostener el crecimiento del universo de personas ligadas al básquetbol: jugadores, entrenadores, dirigentes, árbitros y familias. También pretendemos acentuar todo lo referido a la capacitación de todos los estamentos pero fundamentalmente apuntado a que jugadores y jugadoras tengan todas las herramientas necesarias para desarrollarse”, dijo Gatti allá por octubre cuando se transformó en el sucesor de Borro. Ahora bien ¿podrá cumplir? ¿Lo dejará su antecesor? Ojalá que así sea. Que los tenga bien puesto. El básquet y la Selección lo necesitan más que nunca. Lo de los Juegos Panamericanos 2023 en Santiago de Chile, es importante, por supuesto., un mimo al “Alma”. Pero no tapa lo anterior. A no confundirse.

ATENAS VOLVIÓ A SU REINADO EN MENDOZA

“No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. Atenas Sport Club se aferró en el 2023 más que nunca a esa trillada frase popular y sumó nuevamente su nombre en el historial de campeones de la ahora Superliga masculina. El Apache volvió a las bases, a esos jugadores que antes supieron llenarlo de gloria y se reforzó en puestos donde necesitaba. Con ello, el quinteto de Mauricio Pedemonte fue construyendo el suelo de a poco, peldaño a peldaño, muchas veces, apelando a la garra que históricamente caracteriza a la institución. Primero llegó a la final del Apertura y no pudo con Rivadavia. El logro dejó mil sinsabores porque todo parecía estar encaminado para que la temporada que se fue, correspondiera en su totalidad a ASC. Y hubo que volver a empezar. Llegaron jugadores (Matías Estalles y Rodrigo Lavezzari) que sienten la camiseta como pocos, y la campaña en el Clausura iba de más a menos, hasta que un punto de inflexión (el club fue sancionado sin jugar de local por varias fechas) hizo que el sueño se encaminara nuevamente.

Final Anual: Atenas Sport Club le ganó a Rivadavia Básquet en el polideportivo "Torito" Rodríguez y dio la vuelta olímpica en el título que se suma al historial, después de 8 años. Foto: José Gutierrez / Los Andes
Final Anual: Atenas Sport Club le ganó a Rivadavia Básquet en el polideportivo "Torito" Rodríguez y dio la vuelta olímpica en el título que se suma al historial, después de 8 años. Foto: José Gutierrez / Los Andes

“Pipío” Pedemonte sabía lo que tenía. Era engranar mejor algunas piezas, volver a ser agresivos en el propio trapecio y encontrar los caminos indicados del otro lado del campo. Con esas premisas, Atenas recuperó lo que se le conocía. Encontró solidez en ambos tableros, llegó al desenlace de ese torneo nada menos que ante San José, ganó esa serie (2-1) y luego llevó hasta la ciudad de San Martín las mismas ilusiones que un equipo que respira sólo básquetbol tiene. Enfrente, otra vez el naranja. Su verdugo en el primer semestre. Tras una primera parte pareja, en el segundo tiempo el Apache “borró” prácticamente del rectángulo a su rival y terminó de consolidar el título con mucha defensa y eso que empieza con “h”. Un triunfo que se hizo esperar (8 años) pero merecido porque Atenas fue el mejor de todos.

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