Maldonado dominó la agenda y desplazó el debate electoral

La aparición del cuerpo alteró definitivamente el ritmo de la campaña. Sus últimos minutos de vida. El testigo “E” y el cambio de testimonio

Maldonado dominó  la agenda y desplazó  el debate electoral
Maldonado dominó la agenda y desplazó el debate electoral

Los dramáticos últimos 5 minutos de Santiago Maldonado en las aguas del río Chubut pudieron haber sido presenciados por al menos cuatro personas.

Algunos de ellos mapuches ocupantes de Cushamen y también efectivos de Gendarmería Nacional. Hasta ahora sólo quedó confirmado que el llamado "testigo E" iba por delante de Maldonado y lo llevaba agarrado del brazo al momento de ingresar al caudal.

Esto ocurrió entre las 11.15 y las 11.20 del 1 de agosto. Este testigo (trascendió que tiene entre 17 y 18 años, recién terminó el secundario y sería hijo de un militante ultra K) fue el que aseguró que los agentes capturaron y golpearon brutalmente al artesano, pero después cambió su versión de los hechos reconociendo que cuando él alcanzó la orilla y volvió la vista,

Maldonado había desaparecido. Sería también la persona que ahora pretende cobrar la recompensa de 2 millones por ser quien pasó el dato de la ubicación del cuerpo.

Según una última hipótesis de la investigación, el artesano habría caído en uno de los pozos de entre 2 y 3 metros que hay río arriba, un sector con abundante vegetación y palos bajo la superficie.

La temperatura del agua (5 grados), sus pesadas ropas, el hecho de que no supiera nadar y le tuviera pánico al agua por una mala experiencia anterior, conformarían el conjunto de elementos que desencadenó su muerte. El joven habría caído en un pozo para hundirse totalmente, rebotar y volver a perderse en el agua helada.

El diálogo que el "testigo E" habría referido a miembros de la Justicia Federal y a un grupo de jóvenes aspirantes al RAM como él, es que el tatuador le gritó: “Siga usted, yo no puedo más, yo me vuelvo”. Algunas fuentes de Esquel afirman que el diálogo desesperado incluye a otras personas de la comunidad.

“¡Soltalo, soltalo, carajo!”, le habría gritado un mapuche que ya había alcanzado una loma y observaba toda la escena desde allí. El joven, apurado por alguien de mayor autoridad y preocupado por su propia seguridad, lo dejó irse.

El diálogo habría sido consignado por un miembro encubierto de la policía de Río Negro que viajó desde El Bolsón al Pu Lof acompañando a los manifestantes en esos días.

Altas fuentes del gobierno rionegrino negaron tener noticias de estas instancias decisivas y de las palabras que cruzaron sus protagonistas, pero mantuvieron un llamativo silencio al ser consultadas por la existencia de infiltrados en las filas de Resistencia Cushamen.

Desde el RAM, una fuente hizo llegar un mensaje: “No es él el entregador, es otro y vive más arriba de Pu Lof”. Este dato no pudo ser chequeado con la comunidad. En la organización niegan un quiebre interno y sólo reconocen discusiones políticas.

Existen otras sospechas de que dos gendarmes pudieron observar entre los matorrales los segundos finales de Maldonado sin poder hacer demasiado al respecto. Se trataría del subalférez Emanuel Echazú y el cabo Rafael Zoilán, ambos del Escuadrón 35 de El Bolsón. Zoilán reconoce, en un testimonio interno de la fuerza, que observó a unos 6 metros suyo a dos personas intentando cruzar el río.

Una de ellas llevaba ropas “oscuras o azules” y “no llevaba capucha”. Los describió jóvenes y delgados. Maldonado fue encontrado con una campera celeste y azul y pantalones oscuros y no llevaba capucha. Tenía 28 años y no demasiado peso corporal. Además, detalla que aunque estaban juntos buscaban hacer pie por espacios distintos. No iban en una misma fila.

¿Existe la posibilidad que esas dos personas fueran Maldonado y el "testigo E"? Algunos investigadores no se juegan por una tajante negativa. En todo momento Zoilán -el que reconoció haber disparado su arma anti motines al costado de unos militantes que se ocultaban detrás de unos sauces- explica que la vegetación impedía mirar con claridad el río.

En la orilla de enfrente, dijo que divisó a dos jinetes y dos personas que cruzaron pero la capacidad de visión era muy limitada. “Estaba ahí en ese lugar como buscando dónde pisar (…) y después cruzó, porque el otro, el amigo que estaba ahí, lo estaba llamando”, relató Zoilán acerca de una persona que se internó en el río. Al ser preguntado por si regresó, el gendarme dudó.

¿Pero cruzó o imaginó que esto sucedió tomando en cuenta la tensión del momento y su mirada reducida por los elementos naturales?

No se descarta que él y Echazú estuvieran a una distancia que va de los 6 a los 100 metros respecto de donde intentaban atravesar los militantes.

Para llegar a este rango, hay que entender que el cadáver apareció entre 70 y 110 metros de la llamada Zona Cero y que los agentes estaban moviéndose, de acuerdo a los testimonios, entre la Zona Cero y la izquierda. Los demás gendarmes que llegaron a la orilla se habrían encontrado entre 100 y 200 metros a la derecha.

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