La Cabilia, territorio de hombres libres en Argelia

En el norte del país -que fue colonia francesa hasta 1962- una comunidad orgullosa cría ganado en el desierto y resiste la influencia árabe.

La Cabilia, territorio de hombres libres en Argelia
La Cabilia, territorio de hombres libres en Argelia

Hace unos años visité la Cabilia, al norte de Argelia. Dentro de este país habitado por árabes y bereberes, la Cabilia es un territorio muy particular, porque en Argelia los bereberes se encuentran principalmente en el sur, y aquí conforman una isla en el norte, en medio de un mar de cultura árabe.

Posiblemente el término “bereber” es una deformación del “barbar” (bárbaro) de los griegos. Empezaron a usarlo los romanos cuando les tocó el turno de invadir la región, como han hecho tantos otros imperios. Los griegos llamaban “bárbaro”' a todo pueblo que no hablara la lengua helénica.

Otros ejemplos nos ofrece la historia, algunos curiosos, otros chocantes, sobre la forma en que los pueblos se llaman a sí mismos o a los demás. Ninguno me ha causado tan honda y bella impresión como la palabra “imazighen”, que es la autodenominación de los bereberes.

Este término hace referencia a un valor esencial, primitivo y profundo: “imazighen” significa “hombres libres”. Los bereber o “imazighen” habitan el norte de África desde tiempo inmemorial. Son posiblemente el pueblo vivo más antiguo del mundo.

Hay rastros de presencia humana en Argelia desde hace 40.000 años y evidencias del pueblo amazigh desde hace más de 10.000, y probablemente su origen sea aún más antiguo que eso.

Resulta extremadamente difícil desenmarañar la trama de la historia completa de tan antigua presencia.

Practican la ganadería del desierto, de la montaña y de la costa. Crían animales en la arena, en los montes y a orillas del mar. Sufrieron la invasión y ocupación de muchos pueblos.

Hoy luchan por mantener su identidad y su cultura y se obstinan con llamarse imazighen, hombres libres, en la certeza de que no hay fuerza en el mundo que los pueda someter. Es emocionante.

La lengua oficial de Argelia es el árabe clásico. Se dictan las clases en árabe. Se enseña además el francés. Todos los argelinos escolarizados saben expresarse en estas dos lenguas y todos los imazighen de esta región guardan, muy celosamente, su lengua original, el cabil.

En otras zonas del país, la lengua amazigh presenta ciertas diferencias y recibe nombres regionales diversos, pero es la misma. Yo mismo, que he sufrido la experiencia de verme obligado a expresarme en otra lengua, doy fe de lo difícil y antinatural que resulta. Es duro. No me sorprende que los pueblos sometidos resistan desde la lengua.

El idioma es visceral, es íntimo y profundo, viene del corazón. La mayoría no lo resigna nunca, siguen resistiendo desde el lenguaje.

Un músico, un símbolo

Dentro de lo monótona que resulta a nuestros oídos occidentales la música de la región, la de este cantautor me fue inmediatamente agradable y fácilmente reconocible.

Matoub Lounès era un chico cabil como tantos. Nació el 24 de enero de 1956, en los últimos tiempos de la dominación francesa. Empezó la escuela en tiempos de la independencia, en 1962, y aprendió árabe y francés. Apenas con 12 años de edad, abandonó el colegio.

Es que no podían convencerlo de que tenía que formarse en dos lenguas que le eran extrañas, sobre todo el árabe, que comprendía pero no habló nunca.

Decía: “Mis padres me enseñaron la lengua de los imazighen, pero ellos se educaron en esta misma escuela repitiendo la lección, ‘Mis ancestros, los galos...’. A nosotros nos hacen repetir: ‘Mis ancestros, los árabes...’. Yo me pregunto: ¿Quiénes somos nosotros?”

Matoub fue autodidacta. Aprendió historia y otras ciencias y, como todo hombre libre, se dedicó a cantar. Músico natural, aprendió a tocar la guitarra en un cacharro maltrecho que él mismo había construido, y compuso sus primeras canciones en lengua cabil, la que utilizaría toda su corta y fructífera vida.

Trabajó y nunca quiso establecerse fuera de su país, la Cabilia. Muchos jóvenes argelinos, particularmente cabiles, viajan a la cercana Francia y sobreviven trabajando en lo que pueden sufriendo, muchas veces sufriendo discriminación. Matoub siempre lamentó que su país perdiera la sangre joven. Se quedaba y resistía, era un amazigh, un hombre libre.

Una noche, tocando y cantando en una taberna, llamó la atención del inmenso Idir, el músico argelino más importante de la época.

Ese monstruo de la canción, reconocido como el pionero de la llamada “world music”, se fijó en el joven cabil, 7 años menor que él, apenas saliendo de la adolescencia y madurando a fuerza de golpes de vida. Le ofreció su ayuda para grabar un primer álbum.

No se equivocó el talentoso músico. En 1978, el primer trabajo discográfico de Matoub, llamado: “A yizem anda tullid” (¿Dónde estás, león?), fue un impresionante éxito de ventas.

La vida del joven cabil cambió rotundamente de la noche a la mañana. Pero no cambiaron sus ideales ni su forma de ser. Siempre fue un amazigh, un hombre libre.

El éxito de ventas le facilitó la grabación del segundo disco y le abrió las puertas de los teatros de París. Y sus textos y su actitud le granjearon a un tiempo la idolatría de su pueblo y el encono de los gobiernos y la religión dominante.

El amazigh no se callaba nada, ni en sus textos ni en sus declaraciones públicas. Llamaba “usurpadores” a las autoridades civiles argelinas y decía que su patria era Argelia, pero su lengua el cabil. Y no aceptaba el Islam. Era laico.

El músico Matoub Lounes, pionero de la "world music", es un héroe del pueblo bereber. Lo asesinaron por pelear por sus derechos en 1998. 

La primavera bereber

En marzo de 1980, Matoub iba a presentarse en varias funciones en el teatro Olympia de París. El día 10, la policía interrumpió una conferencia sobre poesía antigua en lengua cabil en un local cultural de Tizi Ouzou. Detuvieron al orador y a 23 oyentes. Hubo palos, corridas y gritos.

Al otro día la ciudad amaneció paralizada por una huelga general y el pueblo manifestó masivamente por la reivindicación de su lengua de origen.

Hubo fuertes protestas durante un mes, hasta el 23 de abril en que la Universidad de Tizi Ouzou fue tomada por asalto por las fuerzas combinadas de la policía y de la gendarmería (a menos de diez cuadras de mi departamento). A esos eventos se los conoce en la historia como “La primavera bereber”.

Matoub no suspendió sus actuaciones pero reivindicó esa lucha. Al final de cada función hacía un número especial dedicado a los luchadores de la primavera bereber y pedía la libertad de los 23, que fueron liberados en junio de 1980.

Matoub volvió a su país y se plegó a esa lucha. La causa de la lengua cabil era su propia causa desde la niñez. Era la pelea de su vida. Y le costaría la vida.

Matoub Lounes, junto al Che y Zidane

A mediados de 1988, Matoub  viajaba por la Cabilia repartiendo folletos sobre la lengua cabil. Fue arrestado por la Gendarmería al negarse a entregarlos, para ser destruidos. Estando preso, en circunstancia nunca aclaradas, fue acribillado por un gendarme, que le disparó 5 veces a mansalva.

Matoub sobrevivió. La convalecencia le costó 6 meses de dolor y 14 operaciones. Tardó 3 años en volver a cantar y tocar la guitarra.

En 1994, un grupo terrorista llamado GIA (Grupo Islámico Armado) lo secuestró. El pueblo se movilizó y clamó por su suerte. Fue liberado 15 días más tarde.

El 25 de enero de 1998 fue asesinado en una emboscada en la ruta de Béni Douala, en un camino de montaña. Tenía 42 años y un día. Lo acribillaron con saña y dejaron su cuerpo tendido al sol.

La versión oficial dice que fueron terroristas del GIA. Los familiares de Matoub culpan al gobierno. La causa judicial aún sigue abierta.

Hay un humilde monumento a su memoria en el sitio exacto donde cayó muerto. Un simple panel con su foto y un pedido casi imposible: la verdad.

El sitio no queda lejos de la estación de Takbset, donde él trabajaba, en una zona sin control de las autoridades y dominada por terroristas.

Los extranjeros tienen prohibido circular por allí, pero yo fui dos veces a visitar ese lugar, vestido con mis ropas de trabajo. Quería rendir mi pequeño homenaje a la memoria de Matoub.

Su imagen se ve repetida en graffitis por las calles de Tizi Ouzou, al igual que la de el Che Guevara y la de un futbolista al que llaman “Zizou”, Zinedine Zidane, el actual DT del Real Madrid, nacido en Marsella de padres cabiles.

La música de Matoub Lounes se sigue escuchando en las radios locales. A mí me encanta, porque es como “una brisa inmensa de libertad” (Spinetta dixit).

La pregunta flota en el aire cabil: “¿Quiénes somos nosotros?”. Quizás, como dijo Bob Dylan, la respuesta también. Habrá que hallarla.

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