El 17 de enero de 1817 el Director Supremo, Pueyrredón, escribe a San Martín aceptando su voluntad de que O’Higgins lidere el gobierno provisional como presidente o director provisional de Chile, luego de que su capital, Santiago, sea desocupada por el enemigo. Unos meses antes, San Martín se había dirigió al gobierno de Buenos Aires solicitándole instrucciones:
(...)"Se aproxima el momento de obrar sobre Chile, y para este caso, me es necesario que V.E se sirva decirme, si en el caso que nuestras armas sean victoriosas, qué genero de gobierno debe establecerse, cuál de los dos partidos en cuestión y que han dominado en Chile debe entrar en él (en la inteligencia que no hay un chileno que no esté afecto a uno de los dos); que conducta deberé observar con respecto al mismo Gobierno; si debo o no aumentar la fuerza del ejército con gente que, V.E, crea conveniente, para norma de mi conducta y operaciones"(...)
El fragmento ilustra una de las principales preocupaciones de San Martín: “cuál de los dos partidos en cuestión” debe encabezar la organización del gobierno provisorio; y alude al conflicto político desencadenado entre Bernardo O’Higgins y José Miguel Carrera, dos cabecillas del gobierno revolucionario chileno, que se enfrentaron en tiempos de la Patria Vieja.
Cuando Pueyrredón contestó la solicitud de San Martín, envió detalladas y extensas instrucciones que debían arreglarse atendiendo a tres puntos: guerra, gobierno y hacienda.
Sin embargo, San Martín marcó algunas objeciones, entre ellas, llamó la atención del Director Supremo respecto a la conducción política de Chile y propuso al general O’Higgins a la cabeza del gobierno, señalando su lealtad y concordancia de ideas y propósitos respecto a los planes independentistas.
En efecto, tanto San Martín como O’Higgins compartían, entre otras cosas, el compromiso jurado en Londres por la independencia de América. Dichas recomendaciones fueron aceptadas por Pueyrredón.
De esta forma, una vez concluida la batalla de Chacabuco, en 1817, se llevaron adelante los procedimientos para la elección de las autoridades en Santiago.
El Ayuntamiento convocó a los vecinos quienes acordaron ofrecer a San Martín el mando político, quien declinó el ofrecimiento en beneficio de Bernardo O’Higgins. Dicho rechazo se ajustaba, por un lado, a las instrucciones dadas por el Director Supremo de no comprometerse en ninguna función pública; y por otro, a los propios intereses de San Martín de proseguir su plan de avanzar sobre Lima con el propósito de continuar la lucha contra los realistas.
Para alcanzar este objetivo consideró urgente crear una flota para llegar a las costas peruanas, y unir bajo su mando al Ejército de los Andes y los batallones y regimientos chilenos en una nueva formación militar: el Ejercito Unido.
Carrera y San Martín
Las disputas con José Miguel Carrera se hicieron presentes cuando éste emigró a Mendoza en 1814, tras la victoria de los ejércitos realistas, en la batalla de Rancagua. Si bien en un primer momento San Martín dispuso asistencia y protección a “nuestros hermanos desgraciados” y habilitó el cuartel de la Caridad para alojar las tropas, el desafío a la autoridad sanmartiniana por parte de Carrera y sus seguidores generó resquemores insalvables.
San Martín intentó doblegar su actitud y lanzó una serie de medidas destinadas a minar las bases del poder del caudillo chileno. No obstante, dichas acciones generaron una mayor conflictividad y politización de los carrerinos, quienes mantenían influencias entre algunos notables, curas, oficiales y soldados chilenos. La inagotable pugna con el gobierno cuyano desencadenó en la detención de José Miguel, sus hermanos y allegados, y su posterior traslado a Buenos Aires.
A partir de entonces, San Martín puso en marcha algunas medidas destinadas a integrar a oficiales y soldados chilenos a los batallones locales colocando a su cargo a oficiales anticarrerinos. Asimismo, realizó invitaciones a algunos oficiales que habían integrado las filas de los Carrera, entre ellos se distingue el conocido fraile Luis Beltrán quien, más tarde, se desempeñó como teniente de artillería. Finalmente, y con la aprobación del Director Supremo, estimuló la deserción de quienes mantuvieron su lealtad a Carrera.
Entretanto, José Miguel Carrera buscó nuevos apoyos en Buenos Aires, y ante la infranqueable actitud de los directoriales de vetar su integración en la campaña a Chile, optó por viajar a Estados Unidos en 1816 donde logró organizar una escuadrilla que incluyó a oficiales napoleónicos. Una vez que logró desembarcar en Buenos Aires, el Director Supremo secuestró la expedición y lo encarceló nuevamente.
No obstante, una vez más logró fugarse y continuó su periplo en Montevideo, y más tarde, se plegó a los caudillos de las provincias del litoral, prestando su ayuda para vencer a las fuerzas directoriales en la famosa batalla de Cepeda que puso fin a las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Hacia 1821 Carrera reorganizó sus fuerzas y buscó apoyó en los indios del sur, con el propósito de retornar a Chile. Sin embargo, ante la negativa de las provincias cuyanas, de Buenos Aires y de Córdoba -a instancias de la persistente vigía de O’Higgins- Carrera movilizó sus fuerzas y logró tomar la capital de San Luis.
Desde allí inició una nueva campaña, junto al caudillo entrerriano Francisco Ramírez contra Buenos Aires que implicó enfrentarse a las fuerzas de Córdoba y Mendoza. La alarma llegó hasta Chile donde el Director Supremo, O’Higgins, temeroso del peligro que suponía Carrera para su gobierno, envió refuerzos. Finalmente, Carrera fue vencido en la batalla de Punta del Médano.
Días después, el gobernador Tomás Godoy Cruz ordenó instruir un sumario, y se le aplicó la pena capital junto a otros cabecillas, por lo que fue fusilado en la plaza principal de Mendoza.
Silueta biográfica
Bernardo O´higgins
Origen: nació en Chile en 1778. A temprana edad su padre lo envió a estudiar primero a Lima y luego a Londres, donde tomó contacto con americanos e impulsores de la emancipación de las colonias, que le introdujo en la senda independentista.
Lucha por la independencia: tras su regreso a Chile se abocó, primero, a las labores agrícolas, y más tarde abandonó estas tareas para dedicarse a la lucha por la independencia en la que tuvo un papel protagónico en el primer intento de emancipación –Patria Vieja, 1810-1814–, que terminó con la derrota en mano de los españoles en la batalla de Rancagua.
Apoyo a la gesta: más tarde, colaboró con San Martín en la organización del Ejército Libertador que venció a los realistas en la batalla de Chacabuco y, luego, de Maipú. En 1817, fue nombrado Director Supremo de Chile, cargo al que renunció en 1823, exiliándose en Perú.
Fin: murió en el exilio en 1842.