Daiana Mateo: “Los productores riegan menos superficie porque el agua no les alcanza”

La experta del INTA cuenta cómo están trabajando para introducir cambios que mejoren la eficiencia de riego en la zona Este.

La experta del INTA cuenta cómo están trabajando para introducir cambios que mejoren la eficiencia de riego en la zona Este.
La experta del INTA cuenta cómo están trabajando para introducir cambios que mejoren la eficiencia de riego en la zona Este.

Aunque este verano viene alternando semanas de temperaturas por encima de la media con otras de tormentas, las precipitaciones no alcanzan a traer un alivio a la falta de agua. La ingeniera agrónoma Daiana Mateo, coordinadora del proyecto del riego de INTA Junín e integrante del equipo regional de riego de INTA, detalla qué acciones están desarrollando para favorecer un uso más eficiente del recurso hídrico en las propiedades agrícolas, al tiempo que trabajan con Irrigación en un plan para mejorar la entrega del recurso.

-Las lluvias que ha habido en lo que va del verano, ¿han alcanzado a disminuir un poco el impacto de la falta de agua?

-En Mendoza, muy esporádicamente, las precipitaciones sirven para aportar a la humedad del suelo y para que los cultivos no estén estresados. Son poco abundantes. Las precipitaciones medias, en cada evento, están por debajo de 20 mm y eso es muy poco. A lo mejor alcanzaría para la demanda de tres a siete días, dependiendo de la época y cultivo. Podrían ser paliativas de la crisis hídrica pero, en definitiva, los cultivos se abastecen con agua de riego.

-Es decir que la situación sigue siendo crítica…

Sí. Este año iba a ser mucho más crítica, pero en agosto, a principios de la temporada, se registraron algunas nevadas que cambiaron un poco la perspectiva. Se esperaba que fuera peor que 2019, que fue un año de muy baja precipitación nívea en la cordillera y los cultivos lo sintieron y los rendimientos se vieron afectados pero estas tormentas, que se dieron en la primavera, cambiaron la situación y ahora estamos como el año pasado, que Irrigación lo clasifica como pobre, con algunas variaciones según la cuenca pero muy por debajo de la media histórica.

Lo que hacen los productores para subsanar esto, y no tener pérdidas en producción, es regar menos superficie. La mayoría tiene una cantidad de hectáreas empadronadas con derecho a riego o con perforación y riegan menos de esa superficie porque no les alcanza el agua. Entonces, lo que tienen, tratan de mantenerlo en buenas condiciones y sacrifican parte de la tierra. Otra estrategia es implementar riego presurizado, pero no lo hace la mayoría de los productores, sino los que pueden realizar esa inversión.

-¿Han implementado cambios en el reparto del agua en la zona Este?

-Lo que están trabajando a partir de las subdelegaciones, es pedir a las inspecciones que hagan una planificación de cómo van a utilizar el recurso. Eso, que denominan “cuenta de agua”, lo comunica la subdelegación. Tratan, de acuerdo con la demanda que hay en esa inspección, los cultivos que hay, de entregarlo de una manera más acorde a la demanda de los productores.

Se trabaja con el mismo volumen, pero se ha flexibilizado la manera de entregarlo. Si bien algunas inspecciones lo hacen con mayor dinamismo, hay una intención desde Irrigación de flexibilizar esa entrega. Por ahora, a pedido de inspecciones, pero se le puede ir agregando fundamentos técnicos.

-¿En eso trabaja el INTA?

-Desde el INTA tratamos de trabajar en distintos aspectos. Lo que hacemos es estar en contacto fluido las distintas experimentales con las subdelegaciones, y también estamos trabajando en un proyecto con Irrigación y con Coviar (Corporación Vitivinícola Argentina), que estoy coordinando, que está relacionado con el manejo del recurso hídrico por parte de los productores. Lo que hacemos es ir a fincas que necesiten mejorar el riego, pero no sepan cómo, y hacemos un diagnóstico, presentamos una propuesta de mejora y lo acompañamos en la implementación. En general, no se trata de inversiones de alto costo. Estamos trabajando en varias zonas. El año pasado hicimos unas jornadas de riego para mostrar esta modalidad de trabajo, para que el productor pueda, con poca inversión, mejorar el manejo del recurso.

-¿Qué modificaciones han ido recomendando?

-Sobre todo, las modificaciones tienen que ver con el tiempo de riego, el caudal aplicado y la sistematización, es decir la forma en que se conduce el agua. En algunas fincas hemos visto que necesitan un retoque de nivel y el movimiento de suelo ya que implica un costo más elevado pero siempre hablamos de optimizar el sistema de riego superficial, sin necesidad de pasarse a un riego presurizado y de realizar una inversión importante.

El tiempo de riego, desde que se larga el agua y hasta que se corta, en general, es demasiado elevado. Entonces, lo que se produce es una pérdida por percolación profunda, que los cultivos no terminan aprovechando. Acortando un poco los tiempos, se puede mejorar mucho la eficiencia. La mejora puede ser de entre un 10% y un 30%, siempre adaptándonos al agua que entrega Irrigación, que no se puede modificar, pero sí la manera en que se aplica intrafinca.

-En la conducción intrafinca, ¿cuáles son los problemas más comunes?

-Lo primero que se ve es la sistematización. Estos años de escasez hídrica también se recomienda mucho que cambie un poco la forma de conducir el agua, que se trate de mover menos el suelo porque el productor tiende a mover mucho el suelo para controlar las malezas pero se ha recomendado que traten de realizar poco movimiento y que la maleza se controle con herbicida o con desmalezadora. Es más lento el avance del agua cuando el terreno está movido. El que esté asentado ayuda a que avance más rápido.

Otro problema que se ve es que algunos todavía siguen regando por melgas (franja de terreno delimitada por dos bordos, que se inunda), cuando se sabe que con el surco uno puede aplicar bien la cantidad de agua que necesita el cultivo y ahorrar un poco. Si se riega por surco, en lugar de melga, el productor podría regar un poco más de superficie, porque permite distribuir mejor.

-¿Qué porcentaje de optimización del uso del agua pueden lograr con estas reformas?

-En algunas fincas que hemos podido evaluar encontramos un aprovechamiento del 50% del agua que le estaban entregando, por la manera en que se aplicaba. En otras es menor, del 30%. Es muy variable de acuerdo con cómo era el manejo. El promedio de la provincia está en un 60% de eficiencia de aplicación y en algunas zonas, como la cuenca del río Mendoza, la eficiencia es inferior, entre el 35% y 40% pero con esos pequeños ajustes se puede llegar al 80%.

-¿Cuál ha sido la recepción de los productores a esta propuesta?

-Trabajamos en fincas piloto, que nos sirven para demostrar cómo se puede mejorar el manejo del recurso hídrico. Siempre tratamos de encontrar productores que son receptivos e identifican que tienen un problema en el riego y quieren mejorarlo. Encontrando esa persona, con esa apertura, nos ayuda para replicar la experiencia.

Tratamos de que la recomendación esté acorde a la forma en que el productor distribuye el agua, sin cambiarle mucho su sistema. Le sugerimos pequeñas modificaciones, que las puede probar, para darse cuenta de los beneficios.

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