La soprano mendocina Mariana Flores y uno de los grupos más importantes de la actualidad entre los dedicados al campo de la música renacentista y barroca, la Capella Mediterranea, llega a Buenos Aires para presentar un espectáculo en el que diversas piezas de Claudio Monteverdi se organizan en torno a los Siete Pecados Capitales. La presentación será el lunes 27 de noviembre en el Teatro Colón.
La agrupación aclamada por su participación en la puesta de la Opéra de París de “Las Indias galantes” de Jean-Phillippe Rameau, grabó en disco el material de estos pecados monteverdianos (I sette pecati capitali, publicado por el sello Alpha) obteniendo el reconocimiento de Le Diamant d’opéra y el Choc de la revista francesa Classica.
Capella Mediterránea está comandada por el prestigioso músico de espineta y órgano y director de orquesta, Leonardo García Alarcón, quien además es esposo de la cantante mendocina.
Flores, que se formó en Mendoza en la Facultad de Arte y Diseño, reside en Europa desde 2010 y actualmente vive en Francia. Sin embargo en su muy completa agenda de presentaciones mundiales siempre hay fechas destinadas para Argentina, y aunque esta vez no visitará la provincia, su llegada a Buenos Aires bien vale una escapada para los amantes del género que deseen presenciar el espectáculo.
El elenco de Capella Mediterránea se completa en voces con la soprano Coline Dutilleul; el contratenor Christopher Lowrey; los tenores Valerio Contaldo y Matthew Newlin; y el bajo Andreas Wolf. En tanto Amandine Solano y Stéphanie de Failly interpretan violines; Diana Vinagre, violoncello; Margaux Blanchard, viola da gamba; Eric Mathot, contrabajo; Gustavo Gargiulo y Rodrigo Calveyra, cornettos; Giulia Genini, fagot; Mónica Pustilnik, archilaúd; Quito Gato, tiorba y Mariana Bonetti, arpa. Luego de su paso por Buenos Aires, la agrupación tiene cinco presentaciones más entre las que se cuenta el Festival Ponticello, en Ginebra, SUiza; Le bois aus Dames, en Francia y tres fechas en Théâtre Kléber-Méleau, en Lausana, Suiza.
¿Cuándo fue tu primera vez en el Teatro Colón y cuánto hace que no estabas en ese escenario?
Recuerdo haber hecho una audición para un concurso, pero no me acuerdo el año. Fue cuando todavía vivía en Argentina. Pero cantar oficialmente fue con la Capella Mediterránea, en el 2017 en una tournée de gira que hicimos cantando L’Orfeo de Monteverdi y El Diluvio Universal, de Michelangelo Falvetti. Luego fue una segunda vez cantando la ópera La coronación de Popea, con Jean-Christophe Spinosi cantando en el rol de Drusila y de Fortuna, de las que hicimos varias representaciones. Eso fue lindo porque aunque no la pudimos hacer con puesta en escena, fue muy loco porque pensé que no iba a ir ni el loro e hicimos cinco funciones y estuvieron llenas. Eso fue en el 2019, así que fue a la última vez que canté en el Colon, así que agradecida a la vida por volver a este escenario maravilloso.
¿Y en Mendoza?
La última vez que canté fue en el 2017. Habíamos hecho esta gira por Uruguay, Brasil y Argentina en Buenos Aires, y yo volví a Mendoza porque mis hijos todavía eran pequeños no iban a la escuela, mi hija Lucía tenía seis meses, así que yo pude quedarme. Me quedé como un mes y medio más en Argentina así que aproveché y con Leonardo dictamos unas masterclasses, y mi gran amigo José Luis Di Marco gran cellista de la orquesta, me organizó un concierto en un festival que él hacía en la iglesia San Francisco. Hicimos con Leonardo todo un programa que se llama “Sueño de una noche veneciana” y fue realmente genial. La pasamos hermoso, fue un concierto donde la gente estaba muy agradecida y lastimosamente sí fue mi última vez que canté en Mendoza.
¿Cómo es el reencuentro con el público argentino cada vez que venís?
Impresionante. Justamente ahora en octubre Leonardo fue invitado como director del América Cantat, en La Plata, yo lo acompañé como su asistente en sus masterclasses y luego hicimos un concierto homenaje a nuestro gran amigo Alejandro Meerapfel, quien murió este septiembre pasado en circunstancias muy especiales, tuvo un paro cardíaco en escena justo luego de cantar, y estábamos todos ahí en el escenario. Para mí Alejandro fue el hermano mayor que me dio la vida aquí en Europa ya que toda mi familia está en Mendoza. Así que fue muy lindo poder reencontrarse con el público, hicimos un concierto en el que pasamos por muchas músicas. También hicimos otro en la iglesia de San Roque, en la misma ciudad y el público tiene esa sed de escuchar esta música, de llenarse de esta música. Tenía también parte de mi familia, así que eso tiene un plus porque una canta aquí y nunca tenes la familia que te escucha.
¿Qué percibís en la gente?
Mucha sed de arte que hay aquí y mira, te lo estoy diciendo, y se me quiebra la voz porque veo tanto talento y me emociona mucho que haya tanto talento y tanta buena materia prima y tan poco lugar para poder desarrollarse, qué pocas armas que tienen los artistas allá para desarrollarse. Y eso que yo sé que hay muy buenos maestros y todo, pero bueno, el sistema después no te permite poder vivir de ello, entonces es muy difícil, es muy difícil.
¿Dónde vivís actualmente y cómo es tu vida allí?
Desde el 2010 estamos instalados en Francia, a 35 kilómetros de Ginebra, En 2024 cumplo 20 años en Europa, vine a Basilea donde viví cuatro años allí, luego mi marido “me raptó” y me trajo a Ginebra, así que digamos que somos ginebrinos, de hecho tenemos pasaporte suizo, mis dos hijos nacieron en Ginebra y estamos entre Ginebra y Francia porque Leonardo tiene un teatro y muchas actividades en esa ciudad, mis hijos tienen sus actividades artísticas en Ginebra aunque van a la escuela en Francia así que mi vida es una es como gitanear un poco por el mundo.
Este año se dio la casualidad tuve dos giras en Canadá y el año que viene vuelvo para hacer La misa en Si menor de Bach, también el año que viene vuelvo a Latinoamérica para cantar en Sao Paulo, y bueno, cantar en América siempre hace bien, nos llena el corazón.
¿Cómo repartis tus vida privada y profesional?
Y mi vida aquí con el canto no la podría hacer si no tuviera unos angelitos que son como niñeras pero que viven contigo, te ayudan en la casa, en la cocina y con los niños. Jimena Mola es mi mano derecha. No podría no podría hacer todo lo que hago, irme de mi casa tres cuatro días y estar tranquila. Yo canto muchos conciertos, así que estoy muy agradecida porque me cuesta mucho irme de mi casa porque son muchos días de separación con mis hijos. Es es un aprendizaje, gracias a mis filles au pieges que las traje de Mendoza y fueron maravillosas. Así que mi vida es loca, pero es la vida que elegí que me encanta, odio la monotonía, me deprimo es si todos los días tuviera que hacer lo mismo, me gusta el movimiento, aprender, soy muy curiosa y me gusta estar siempre estudiando, creo que eso me mantiene joven y activa y me una mejor madre también, porque mis hijos tienen una madre muy feliz y abocada a su vocación.
¿Cómo llegaste a instalarte en Europa para vivir?
Tuve mucha suerte, mi contacto era mi profesora Rosa Domínguez con quien había tomado clases en Buenos Aires y tuve una muy buena conexión. Yo estaba haciendo el concurso que existía en esa época. Gané el segundo premio y el primero quedó desierto porque, me dijeron, yo era muy joven para ganarlo. Tomé unas clases con ella ~un amigo me la recomendó~ y ella era profesora en la Escuela Cantorum Basiliensis en Basilea, Suiza. Así fue como yo tenía luego de haber hecho mis estudios en la Universidad Nacional de Cuyo y había planificado tres meses de hacer audiciones para hacer cursos. Fueron tres meses de un viaje increíble. Me fui con 23 años a recorrer un poco Europa e iniciar audiciones en dos escuelas, una en Basilea y la otra en Barcelona. Entré en las dos y si no hubiera sido por las palabras fuerte de mi madre que doliéndole el corazón me dijo “vos tenés que ir donde esté tu profesora, aunque te dé miedo el idioma, aunque te dé miedo todo”. Fue así que llegué y la escuela me abrió los abrazos, me dieron una beca que otorgan a los alumnos de países en desarrollo y como yo siempre fui muy aplicada creo que eso dio sus frutos y esa beca me permitió hacer mis estudios durante cuatro años de manera cómoda.
¿Trabajabas además?
Nunca trabaje en algo que no fuera la música, aunque yo estaba dispuesta a trabajar de chica en un bar como mesera, niñera, empleada doméstica y lo que fuera no para quedarme. Tenía para vivir unos meses y después había que rebuscársela. Mis padres no podían enviar dinero por la diferencia de la moneda, así que me lancé a la pileta. A los cuatro meses de estar en Basilea hice una audición y empecé a trabajar en una producción. Ese fue mi primer trabajo.
¿Les transmitís tu vocación a tus hijos?
Creo que el mejor regalo que les puedo dar a mis hijos es transmitirles una vocación y una pasión. Yo siempre les digo que ellos elijan lo que quieran, pero que lo elijan con pasión: barrendero, trabajar en un banco, abogado, carnicero… lo que sea, pero que lo amen, porque sino ¿Para que vinimos a esta vida? Hacer algo que no nos gusta hacer es muy triste.
Como soprano y latinoamericana ¿Fue difícil encontrar lugar en los escenarios europeos?
Creo que ser latinoamericana nunca fue un punto negativo, de hecho creo que siempre fue un punto muy positivo, sobre todo ser Argentina porque nos ven como un europeo más. Nunca me sentí no elegida ni desplazada sino todo lo contrario. Yo creo que hay una gran admiración por el artista argentino, y envidia también. El latino (no solo los argentinos) tiene una manera de expresar el arte como si estuviera vivo y eso a la gente la emociona mucho.
Dentro del rango de tu voz y el género barroco, ¿cómo te describirías?
Soy soprano en lo que es barroco, también puedo ser una soprano 2 o una mezzo aguda. Me gustan los los roles de temperamento fuertes y dramáticos creo que ahí es donde tengo mi fuerza. De hecho mi gran desafío fue hacer el rol de Deidamia, en la Finta Pazza de Francesco Sacrati, que hicimos el año pasado. Es un rol grande a nivel de rango vocal, muy extremo, muy agudo y muy grave, donde tenía que demostrar todos los matices, la dulzura, el amor, el enamoramiento y la locura. A nivel físico donde es muy exigente, yo tenía que estar moviéndome con una espada corriendo todo el tiempo, estoy prácticamente toda la operada en escena, y dura tres horas y media. Así me puedo considerar una soprano con mucha energía.
¿Cuál es tu vínculo con Monteverdi?
Mi vínculo con Monteverdi ha sido siempre muy fuerte porque me acuerdo ya estando en la Escuela de Niños Cantores, haber trabajado por primera vez este madrigal tan bonito que se llama Ecco mormorar l’onde. En mi último año allá por el año 1997-98 descubrí este Madrigal y dije “wow, qué es esto” y fue como muy fuerte el primer encuentro con este compositor y de allí bueno, este la vida me fue llevando por estos lados barrocos.