El discurso pronunciado por el presidente de la Nación ante el Congreso para dejar inaugurado un nuevo período ordinario de sesiones saldó una cuenta pendiente que se produjo el día de su asunción, cuando dispuso hablar, puertas afuera del recinto, ante la multitud congregada frente el Palacio Legislativo.
Si bien la Constitución Nacional determina que una de sus atribuciones es cumplir con dicha responsabilidad cada 1 de marzo, no al asumir, aquella ruptura de una tradición generó una distancia de su espacio con el resto de las fuerzas políticas que resultó muy costoso reponer durante los 83 primeros días de gestión.
El gobierno del presidente Milei le debía al Congreso de la Nación el detallado informe sobre cómo encontró la administración del Estado luego del traspaso llevado a cabo el 10 de diciembre último. En ese aspecto fue fundamental que ante diputados y senadores ratificara, y en algunos casos ampliara, aspectos del manejo de la economía y el mal uso de los recursos del Estado que condujeron a la penosa situación social que hoy en día viven millones de argentinos. Definió al actual momento económico como el más crítico de la historia argentina.
Es elogiable que haya enfatizado en que poco menos del 60% de la población se encuentra en situación de pobreza en la Argentina, porque así avaló un reciente y lapidario informe de una organización autorizada en cuanto al estudio y evaluación de la situación social. Y al afirmar que “la pobreza no apareció de un día para otro”, salió al cruce de quienes sostienen que el drama social se agravó en los primeros meses de su gobierno a raíz de la devaluación y el ajuste fiscal llevados a cabo.
También merecen ser destacados los párrafos dedicados a la penosa situación educativa que vive la Argentina desde hace décadas, que, como la pobreza, es una de las deudas más notorias de la política en 40 años de democracia. Como también al manejo de la salud que tuvo el gobierno anterior, en especial luego del elevado número de fallecimientos que dejó la muy controvertida política de encierro de la población que se dispuso en aquel momento.
Tuvo sobrados argumentos el presidente Milei para demostrar que el sobredimensionamiento del Estado no sólo no se justifica, sino que, por otra parte, produce un malgasto de los recursos que aporta la comunidad con sus impuestos.
En cuanto a la parte final del discurso, en la que expresó su anhelo de firmar con las provincias un “nuevo pacto fundacional” del país el próximo 25 de mayo, en base a diez ideas fuerza lógicas y en general no objetables, es totalmente elogiable la iniciativa, aunque para que se concrete dicho cónclave previamente le exige al Congreso la aprobación de su plan de gobierno, basado en el megaproyecto que no prosperó en sesiones extraordinarias, pero con el que pretende insistir.
Esto debería conducir indefectiblemente a una sustancial mejora de la relación entre el gobierno nacional y la oposición. Principalmente, el oficialismo debe entender que, más allá de las muy justas críticas a lo peor de la política, es de su absoluta responsabilidad que rija a pleno en la Argentina el sistema republicano, que tiene como principio la división de poderes. Y esa mejora de calidad de la dirigencia que se busca y pregona sólo se obtendrá con perseverancia por el diálogo que conduce a acuerdos que el propio Presidente reconoció el viernes como indispensables.