El riesgo nuclear por la guerra en Ucrania

Es real que Occidente respondió con su apoyo material a Ucrania ante la desmedida acción de Rusia. Pero es lógico que el alto costo material y de víctimas, principalmente, justifique todo intento para poner fin a tanta devastación.

Rusia bombardeó la ciudad de Sloviansk y se prepara para una ofensiva terrestre. (Foto / AP)
Rusia bombardeó la ciudad de Sloviansk y se prepara para una ofensiva terrestre. (Foto / AP)

El conflicto bélico generado por la invasión de Rusia a Ucrania no sólo se extiende en el tiempo: genera, fundamentalmente, creciente preocupación por sus derivaciones, entre ellas el siempre latente riesgo nuclear.

A esto último se refirió con énfasis el papa Francisco, quien en una de sus habituales audiencias sostuvo que “por desgracia, Europa y el mundo entero están desconcertados por una guerra de especial gravedad”.

El Pontífice opinó que dicho desconcierto internacional obedece “a los riesgos de escalada nuclear y las pesadas consecuencias económicas y sociales”. Y fue más allá con su opinión: “Se trata de una tercera guerra mundial a pedazos”.

Aunque ha sido varias veces criticado por no haber obrado como muchos esperaban con relación a la situación en Ucrania, en las últimas semanas el Papa sí efectuó una serie de advertencias sobre las derivaciones de la crisis bélica.

Y según analistas y periodistas que cubren a diario las actividades vaticanas, no deja de sostener que “vivimos una guerra mundial”.

Que no haya viajado a Ucrania en todo este tiempo de conflicto es otro de los cuestionamientos que recibe del mundo occidental el papa Francisco, pero en su descargo se debe reconocer que su estado de salud no le permite arriesgar en algunos casos. Por ello él mismo aclaró en la reciente audiencia semanal que los médicos que lo atienden le prohibieron viajar a Kiev y Moscú, como era su intención, por un nuevo resentimiento de su rodilla derecha a raíz del último viaje a Canadá, en donde debió utilizar una silla de ruedas para desplazarse.

Al margen de los calificativos que recibe el Papa por no haber viajado a tiempo a la zona de conflicto, no es desacertado su punto de vista sobre el latente riesgo de índole nuclear.

No se puede obviar que la central nuclear de Zaporiyia, en Ucrania, la más grande en su tipo en Europa, se encuentra en poder de Rusia desde marzo, el segundo mes desde la invasión dispuesta por las autoridades de Moscú.

La zona de dicha central nuclear es sometida a frecuentes enfrentamientos bélicos y, por ello, desde la OIEA, la agencia nuclear de las Naciones Unidas, alertaron sobre los riesgos de un accidente nuclear por el aumento de los bombardeos, calificando la situación como absolutamente inaceptable.

Mientras el régimen de Putin sigue advirtiendo a los países occidentales sobre las fuertes restricciones posibles en el suministro de gas en el cercano invierno del Norte, desde Estados Unidos y sus más poderosos aliados europeos se intensifica el aporte de ayuda militar, lo que torna cada vez más tensa la situación en el escenario de conflicto.

Es por ello que en el actual contexto bélico las palabras del papa Francisco no puede ser dejadas de lado en esta oportunidad.

Toda misión mediadora en búsqueda de la paz no debe menospreciarse cuando no se advierte predisposición política internacional para generar canales de diálogo que alienten alguna esperanza de paz.

Es real que Occidente respondió con su apoyo material a Ucrania ante la desmedida acción de Rusia. Pero es lógico que el alto costo material y de víctimas, principalmente, justifique todo intento para poner fin a tanta devastación.

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