El piedemonte y su ocupación racional

El proceso de ocupación del piedemonte mendocino lleva muchos años gestándose; avanzó desordenadamente y en conflicto abierto con las características del terreno que se fue tomando. El ordenamiento planificado de ese sector es una urgencia tan real e inmediata como cuidar el agua y el ambiente.

En Mendoza no hay un proyecto para regular el piedemonte, en urbanizaciones y construcción de viviendas
Foto: José Gutierrez / Los Andes
En Mendoza no hay un proyecto para regular el piedemonte, en urbanizaciones y construcción de viviendas Foto: José Gutierrez / Los Andes

El proceso de crecimiento del Área Metropolitana de Mendoza (AMM) hacia el Oeste, hacia el piedemonte, ha sido y sigue siento muy intenso y no exento de complicaciones y cosas mal hechas.

El AMM es un conglomerado urbano integrado por los departamentos de Capital, Guaymallén, Godoy Cruz, Luján de Cuyo, Las Heras y Maipú. En su sector Oeste, se ubica la zona de contacto con el piedemonte no irrigado de la precordillera.

Sostenemos que todo lo que acontece en esa zona tiene aspectos bien hechos, pero en la misma proporción también registra anomalías y situaciones riesgosas para la población. Lo aseguran diagnósticos y trabajos científicos realizados por universidades, y de manera determinante por distintos estamentos de investigación del Centro Científico Tecnológico (CCT)-Conicet Mendoza.

El aumento de hábitat de familias en una franja que los expertos establecen en 1.200 km2 es notorio en los últimos 15/20 años. Ocurre de todo; muchas alternativas no son nada halagüeñas, hablando desde el punto de vista urbanístico.

Las previsiones tomadas por los municipios, la existencia del Plan de Ordenamiento Territorial, vigente desde hace años y la aplicación de un sinnúmero de otras leyes de protección de ese espacio que incorpora la serranía al espacio urbanizado, no han alcanzado para establecer orden y seguridades ambientales y urbanísticas.

Se observa y se detecta que impera aún el desorden, construcciones sin un criterio uniforme en armonía con el espacio, alteración de la circulación natural de las aguas producto de fuertes lluvias, intensas a veces hasta producir aluviones, que, reconocemos, ahora se logran atemperar mucho más, como no ocurría en las décadas del ‘70 y ‘80, pero que igualmente conllevan riesgos cuando las precipitaciones son intensas.

Nos basamos, como señalábamos, en estudios concienzudos sobre la temática de suelo y ambiente en el contorno serrano, como por ejemplo el trabajo publicado en la sección Ciencia de este diario (25/2/23), titulado “Urbanismo sustentable: Desafíos para crecer hacia el piedemonte”, autoría de la arquitecta Ana Laura Castillo.

La investigadora advierte que “las urbanizaciones asentadas allí se han desarrollado bajo un modelo que no contempla las características de alta fragilidad ambiental del sector: pronunciadas pendientes de terreno, presencia de fallas geológicas, lluvias estivales violentas concentradas en los diversos cauces naturales que lo atraviesan, vegetación escasa y degradada, suelos no consolidados y factibles de padecer acelerados procesos de erosión. Sin tener en cuenta la alta fragilidad que el sector presenta, el modelo de desarrollo urbano replica mayoritariamente esquemas similares a los del área de llanura”.

En el mismo sentido se pronuncian María Cecilia Rubio, Romina Sales y Luis Verdugo, en la publicación “Fronteras construidas en la delimitación del piedemonte del Área Metropolitana de Mendoza (editorial TeseoPress). Estos especialistas confirman que “el avance de la urbanización (en esta parte del territorio), en la mayoría de los casos, no se encuentra adaptado al ambiente pedemontano, lo que genera un alto impacto y degradación ambiental(…)”.

El panorama entonces de esta parte del Gran Mendoza es acuciante y reclama acciones interjurisdiccionales perentorias porque hay errores que ya se han cometido y no se pueden repetir.

Todos los municipios involucrados deben aportar urgentes acciones de común acuerdo y de esa formar promover el desarrollo sostenido y armónico del área, a fin de minimizar los procesos de degradación que se activaron, conservar los valores ambientales claves y brindar bienestar a la población habita el Oeste de la Zona Norte provincial.

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