Lo que en abril parecía sólo una señal de alarma: “Se atraviesa la peor sequía de los últimos 30 años”, desde ayer con la presentación del Pronóstico de caudales de los ríos de Mendoza para la temporada 2022-2023 se pasó de la preocupación a números concretos. Una estimación, elaborada por el Departamento General de Irrigación, que con bajas predicciones de deshielo en el verano acompañaran a la palabra sequía los adjetivos comunes de “severo” y “extremo”.
Sergio Marinelli, Superintendente General de Irrigación, destacó que esta estimación pretende brindarle información a los usuarios sobre “la cantidad de agua que vamos a disponer por río”, para que cada agricultor trabajando con los inspectores de cauce sepa cuánto líquido van a contar por hectárea para planificar su producción.
“Es un año igual o un poco peor que el año pasado, estamos en todos los ríos en el orden entre el 40 y el 52% de la media histórica”, señaló el superintendente. Quien agregó que el promedio de todos los años anteriores va cambiando por la suma de un nuevo período, “por lo tanto, no es lo mismo el 40% de la media histórica este año que el 40% de la media hace cinco años atrás”, puntualizó a la hora de referirse los criterios de clasificación hidrológica de la sequía.
Del Mendoza al Valle de Uco
En el río Mendoza la situación hídrica empeoró desde la temporada pasada, porque de sequía moderada se escaló a severa según los nuevos criterios de clasificación. Ya hubo una caída del 8% en la disponibilidad media de agua en la última década y ahora, que ha nevado la mitad de lo que nieva en un año promedio, se espera por 800 hm3 que equivalen al 58% de la media anual de 1.381 hm3. En 2021, con 785 hm³ (un 56% del derrame), se vivió la peor temporada de los últimos 50 años.
Las reservas en el Dique Potrerillos son un poco mayores al 60%, lo que representa la menor reserva de agua que se ha tenido para esta época del año. En la cuenca del río Mendoza ha nevado el doble que durante el 2021, pero los caudales que compensarán las erogaciones hídricas que se han hecho no se presentarán en Potrerillos hasta fines de noviembre o la primera quincena de diciembre.
La situación del río Tunuyán no es diferente a la del Mendoza, porque el verano pasado escurrieron 439 hm³ (un 51% del promedio histórico), lo que implica que esta temporada será la segunda peor en 62 años. Se espera un derrame de 435 hm³, lo que representa el 51% del promedio. De acuerdo al nuevo sistema de clasificación de años hidrológicos, corresponde al de una Sequía severa.
Las reservas en el embalse El Carrizal son un poco mayores a la mitad de la capacidad, lo que representa la menor reserva de agua que ha tenido en la última década, para esta época del año.
Las cuencas del sur
En el río Diamante, las reservas acumuladas de los embalses Agua del Toro y Reyunos son un poco mayores al 50%, un escenario similar a 2021. Si bien en la cuenca del Diamante ha nevado un 50% más que el año pasado, ha nevado la mitad de lo que nieva durante un año promedio. Debería haber nevado el doble de lo que nevó en 2022 para alcanzar un año medio.
El pronóstico de escurrimientos para el Diamante es de 400 hm³, lo que representa el 40% del año normal. Lo que indica por la nueva clasificación que será una Sequía extrema.
En el río Atuel las reservas de agua acumulada de los embalses Nihuil y Valle Grande apenas superan el 50%, al igual que el año pasado. Las nevadas en la cuenca del Atuel equivalen a las de 2021 y el pronóstico de escurrimientos indica que se espera un derrame de 570 hm³, lo que representa el 52% de un año normal.
El último verano escurrieron 579 hm³ (el 53% del derrame medio histórico), lo que implica la segunda temporada de escurrimientos del registro de 110 años. De acuerdo al nuevo sistema de clasificación de años hidrológicos, corresponde este al de una Sequía extrema.
Las nevadas en la cuenca del río Malargüe han sido una tercera parte a las del año pasado y el pronóstico de escurrimientos es de 125 hm³, lo que representa el 41% del año normal para la sección de aforos de La Angostura. Cayendo en la clasificación de una Sequía severa.
Por último, las nevadas en la cuenca del Río Grande se han sido similares a las del año pasado y con valores próximos a la media. Recordemos que durante el verano escurrieron 1.293 hm³ (equivalente al 40% del derrame medio histórico), lo que implica la segunda temporada de escurrimientos del registro de casi 50 años, entrando en la clasificación de Sequía extrema.
Movilización social
En Mendoza el tema de la sequía tiene impactos diferentes, con las mermas registradas en los últimos años, el sector agrícola encaró por medio del programa Mendoza Activa proyectos de eficiencia de riego por $1.796.363.579, aplicados a las plantaciones de frutales (ciruela y cereza) principalmente. Mientras que desde el INTA se trabaja en la obtención de portainjertos de vid resistentes a la salinidad del suelo, un desarrolla que realiza el ingeniero agrónomo Gustavo Aliquó, responsable del Laboratorio de Viticultura.
Desde el sector del turismo, Martín Moreno, sobre la merma del caudal, explicó que “la situación rafting va a ser casi igual a la del año pasado, porque con niveles más bajos de agua es navegable para todo el público”. El empresario de aventura aclaro que se han tomado medidas de seguridad, alivianando las balsas con menos pasajeros. “Para desarrollar la actividad estamos bien, pero como gente de río extrañamos verlo con aguas grandes”, destacó.
El propietario de Argentina Rafting agregó que la bajada en el caudal del río se ve en el dique Potrerillos, “que está en su nivel más bajo desde que se inauguró”. Aclaró que la ciudad sigue creciendo y demanda agua como su hubiese y “es ahí donde más se nota el faltante”.