A pesar de ser la tercera economía de América Latina, llevamos décadas gastando más de lo que recaudamos, tenemos 77 años de inflación y 60 años de déficit fiscal; hemos entrado en cesación de pago o default en 8 oportunidades y al menos 28 millones de ciudadanos reciben ingresos directos por parte del estado nacional. El desafío de la conducción económica es saber dónde poner valor o en otras palabras dónde invertir los recursos y dónde quitarlos.
El Ministerio de Economía propuso un recorte de $ 160.000 millones desde que Massa se hizo cargo, lo cual fue obviamente bien recibido en los mercados internacionales, pero: ¿qué consecuencias implica en lo local? Una reducción de $ 70.000 millones al Ministerio de Educación, $ 10.000 millones al de Salud, $ 50.000 millones al programa Procrear, $ 10.000 millones a Trasporte y $ 20.000 millones a Obras Públicas.
Ahora bien, analizando los sectores de desinversión, podemos ver con claridad que la Educación es justamente lo que se debería potenciar, ya que el activo mas valioso que una nación tiene es su gente, y desde allí construir los cimientos socioeconómicos para el crecimiento real de una nación. Tenemos un gran potencial para sacar de la pobreza y la mediocridad a gran parte de la ciudadanía mediante la educación y la apertura de escuelas de artes y oficio, incluso más escuelas técnicas, como así también la creación de un plan real de educación financiera y emprendedurismo, el cual nos llevaría a un nivel superior en materia social e impactaría en forma directa y efectiva en la macroeconómica.
Con relación a la reducción en Salud, la nación tiene una deuda con la ciudadanía en materia de salud, si bien tenemos los mejores profesionales del sector a nivel mundial, la falta de inversión y mantenimiento en hospitales públicos es grande y grave. En lo personal, antes de efectivizar un recorte en este vital rubro, cobraría un canon especial a los extranjeros que se nutren de la calidad educativa que Argentina hoy regala y la atención en los hospitales públicos a los no nacionalizados que no aportan impuestos al erario público.
Otro punto es la reducción del Procrear: somos un país muy deficitario en relación a lo habitacional, 3.8 millones de hogares lo padece, 60% de los casos se trata de unidades ya existentes, pero con severos problemas de calidad, hoy tenemos 4.416 asentamientos informales, la altísima inflación que sumerge a cada vez mas gente en la pobreza aleja el sueño de una casa propia o de reacondicionar una vivienda que alcance los mínimos estándares para sobrevivir. Por ende, la desinversión es este sector definitivamente es un error.
En cuanto a Transporte, el Estado debería ser como un referí en un buen partido de futbol, imperceptible donde no se requiera y muy presenta ante una necesidad. El transporte y logística de las personas es definitivamente una de esas apariciones donde el abanico de soluciones debe existir, ya sea creando estrategias que faciliten y simplifiques por medio de la obra pública a los ciudadanos la movilidad o bien otorgando crédito para la compra de un vehículo. Lo que no se deberá hacer es frenar las vías logísticas con las que más trabajadores puedan tener mayor movilidad, en menor tiempo y costo.
Y finalmente, la Obra Pública. Debe ser un gran motor para llevar trabajo y desarrollo a todo el país. Es vital y esencial que Argentina recupere la producción, el trabajo y la dignidad, y la Obra publica es sin dudas un acelerador de la macroeconomía, es muy desacertado desinvertir en la materia.
Argentina es un país que subsidia el desempleo y la política, en lugar de potenciar a los emprendedores, los innovadores, los profesionales independientes, las Pymes y los monotributistas. En las últimas horas, se conoció que el Gobierno amplió el gasto público para el resto del año 2022 en más de $ 103.000 millones. Es hora de que los dirigentes se bajen del banquito, sean uno más y piensen en soluciones creativas que no sea dinamitar lo que debe funcionar bien.