La Segunda Conferencia de Turismo Enológico será en Mendoza los días 29 y 30 de este mes. En la oportunidad referentes de 50 países que representan al turismo del vino a escala mundial se darán cita en nuestra provincia.
Como es sabido, por la producción y no por el consumo, el mundo vitivinícola se divide en viejo y nuevo mundo. Con más de un milenio de historia en la elaboración del vino, el Viejo (mundo) continúa liderando la plantación y la producción a escala global.
El más antiguo posee una imagen más afianzada en el consumidor al que sólo basta con pronunciarle una zona como Champagne, Bordeaux o Rioja y sabe de qué le hablan. Constituido por países Bálticos, Grecia, Macedonia y obviamente Italia, Francia y España, su vitivinicultura hace eje en productores y regiones como Condrieu, Chablis o Chianti y si bien cada uno puede ser un vino varietal o blend no consideran necesario destacarlo a la hora de vender o de etiquetar sus vinos.
Mientras, el Nuevo Mundo hace eje en varietales, como es el caso de Syrah o Shiraz y Australia; Sauvignon blanc y Nueva Zelanda o Malbec y Argentina. Integrado por Estados Unidos, Canadá, Chile, Uruguay, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia y Argentina, entre otros, el Nuevo Mundo son los países adonde llegó la vid a través de conquistadores cientos de años atrás o de la mano de las últimas olas de inmigrantes en la última centuria.
Así avanza hacia ese especial producto entre varietal y región, que ayudarán a hablar de Malbec del Valle de Uco o de Luján de Cuyo en vez de sólo referirse a la cepa. La ventaja que tenemos es que resulta fácil relacionar ambos conceptos -región y varietal- sobre todo para el nuevo consumidor internacional, que comienza a acercarse al vino, a comprender y a disfrutar. La tecnología y la comunicación conectan con más facilidad y en forma más didáctica al producto con el consumidor, sin importar la distancia geográfica entre ambos.
María Laura Ortiz, sommelier mendocina que ha desplegado una carrera internacional, indica también que el panorama se completa con otros varietales que acompañan al Malbec, como el Cabernet Franc y el Cabernet Sauvignon, mientras se encamina el posicionamiento en blends de cepas blancas y tintas. Aunque lo más importante que se está haciendo es lograr la protección de las zonas a través de las Indicaciones Geográficas (IG) con el reconocimiento de los terroirs y micro-terroirs.
Como especialista, ella arriesga un escenario futuro: "Este mix de estrategias hace pensar que, en 50 o 100 años, el consumidor pida un vino de una región específica de Argentina o de Mendoza, sin necesidad de referirse a un varietal". "Lo que nuestra provincia ha crecido en los últimos 20 años en enoturismo es enorme y la buena noticia es que aún hay mucho margen para crecer, mejorar y posicionarse en la cabeza del consumidor", recalca también.
"El nuevo mundo aún tiene mucho por recorrer y, en ese contexto, Argentina tiene oportunidades al ser un país nuevo, multicultural, con grandes paisajes y atractivos turísticos "maridados" con los grandes vinos. "Pero quizá, el secreto de todo esté en que "el vino es un alimento más en la mesa". Tiene la virtud de poder transportar al consumidor al lugar donde nació el vino, comunicar parte de su cultura y hasta lograr que imagine los paisajes que lo rodearon".
(Ente Mendoza Turismo).