Un héroe de Malvinas enamorado del tango y el folclore

Carlos Hutson (53) es cantante y compositor. Pero además conserva en su memoria cada detalle de la experiencia que le tocó vivir en el conflicto armado con el Reino Unido en 1982. “Tuvimos la suerte de ir” a las Islas, dice orgulloso.

Un héroe de Malvinas enamorado del tango y el folclore
Un héroe de Malvinas enamorado del tango y el folclore

El mismo ritmo que creció, Carlos Hutson hizo florecer su amor por la música. Su pasión había surgido desde muy pequeño, mientras escuchaba cantar a su hermano mayor y por las tardes se quedaba horas disfrutando de algún tango que resonaba en su hogar. Su voz, de hecho, se destacó en radio mientras aún se encontraba cursando en la escuela primaria. Al llegar a la secundaria, el hombre buscó hacerse camino en esa vocación que nunca abandonó y que incluso, lo acompañó en las gélidas noches durante las cuales le tocó defender las Islas Malvinas con su propia vida.

Hoy, a sus 53 años, Carlos no ha dejado atrás al joven en parte artista y en parte militar que alguna vez soñó con estar frente a un micrófono, rodeado de aplausos. Amante de las letras y melodías de exponentes como Enrique Santos Discépolo, Aníbal Troilo y el propio Carlos Gardel, el mendocino asegura que de hecho, la música continúa siendo ese refugio en el que decide protegerse cada vez que las imágenes más difíciles de la guerra se cuelan en sus pensamientos.

A él, con sólo 20 años, le tocó estar al frente de un artillero en los recónditos montes isleños; tuvo que enterrar a sus propios compañeros fallecidos en combate; y hasta pasó una semana navegando en los mares del sur a bordo de una embarcación enemiga, después de haber sido tomado como prisionero.

No es que quiera borrar de su memoria aquellos meses del ‘82.  Lejos de esto, al recordar la parte que le tocó vivir en el conflicto armado, este héroe de Malvinas no deja de mencionar que, al igual que él, muchos de sus compañeros deseaban estar allí para defender al país. “Cuando nos avisaron que nos tocaría viajar lo tomamos con sorpresa; tuvimos la suerte de ir”, dice Carlos con orgullo mientras muestra por encima de su camisa la medalla de combatiente que nunca sacó de su pecho.

En el living de su casa de Guaymallén, este cantor ha sabido combinar todos los tramos de su propia historia. Un certificado que acredita su participación en la guerra, un diploma con los colores argentinos y hasta una bandera ajustada a un pequeño mástil dan cuenta de su trayectoria en la milicia nacional. En el mismo ambiente, una guitarra reposa en un rincón y más allá, un teclado aguarda una pronta melodía.

El gaucho irlandés

Pero no son sólo estos instrumentos y el tango lo que forma parte de su trayectoria musical. El bombo, de hecho, es otra de sus pasiones, casi tanto como el bandoneón. En la actualidad, se dedica a cantar junto a su grupo, el Trío Anselmi, en diferentes eventos que se realizan en la provincia, el país y también en Chile. Aquí, todos los jueves, el hombre busca cautivar a los presentes en las galas del Casino de Mendoza y en diferentes bodegas.

Casi tanto como el tango, el folclore es otro de sus favoritos: días atrás se presentó en el Teatro Independencia junto al grupo local Los Guanaqueros en el marco de un show que fue organizado por la Comunidad AVE (Altos Valores Educativos), en homenaje a todos los argentinos que defendieron nuestro suelo hace 32 años.

En esa oportunidad, el objetivo del encuentro fue compartir un grato momento junto a los sobrevivientes y demostrar el cariño que nuestra provincia guarda hacia los casi 300 mendocinos que arribaron desde diferentes puntos del país a las islas para enfrentarse al ejército del Reino Unido entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982.

Ni bien regresó de la guerra, Carlos Hutson relata que compuso canciones en homenaje a los caídos y les puso ritmo de chacarera. Con una escueta sonrisa, cuenta que cuando fue Buenos Aires a grabar un CD que condensaría sus temas y los de otros autores, la compañía le pidió que usara un seudónimo. “Tu apellido es inglés, me dijeron, y yo les respondí que en realidad es irlandés. Igual me pareció bien aparecer como el Gaucho Rivero”, en homenaje a Antonio Rivero, un peón de campo que lideró un alzamiento en las Islas Malvinas en 1833.

Deuda pendiente

Al referirse a los años posteriores a la guerra en el Atlántico Sur, Carlos asegura que nada fue sencillo. Confiesa que los sobrevivientes, cada vez que salían a buscar un trabajo para poder subsistir, el hecho de haber estado en el conflicto armado era un antecedente que muchos miraban con desconfianza. “Muchas veces, si ibas a una entrevista y contabas que habías estado en la guerra, te miraban raro y por supuesto nunca te llamaban”.

A través de los años y los diferentes gobiernos, los ex combatientes en todo el país solicitaron colaboración para lograr cuanto menos una pensión y cobertura médica. “Nunca nada fue espontáneo a la hora de reconocernos”, asegura el hombre y menciona que en varias oportunidades fueron a la Plaza de Mayo para reclamar sus derechos.

El conflicto bélico, destaca Carlos, costó la vida de cientos de argentinos; 649 muertos en batalla y más del doble que se quitaron la vida luego de finalizada la guerra. Luego de tanto andar, los que quedaron vivos lograron recién en los ‘90 los primeros escasos beneficios: una magra pensión y cobertura en el PAMI. Fue recién después de 2005 cuando tras elevar un nuevo petitorio al Gobierno Nacional, se les otorgó una pensión más digna, equivalente a tres jubilaciones. Sin embargo, aún continúan solicitando el reconocimiento que el Estado les adeuda en calidad de resarcimiento histórico, moral y económico.

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