Stand up: una terapia para exteriorizar los problemas

Son muchos los que, lejos del teatro profesional, deciden subirse a un escenario a “escupir” monólogos y exorcizar demonios propios y ajenos. Una catarsis que el psicoanálisis no cubre.

Hay temas delicados, de esos que nos agobian y pinchan a diario. También otros que no terminamos de asumir, que no nos terminan de cerrar. Y ni hablar de aquellos que nos indignan y no conocemos la forma de -siquiera- mencionarlos sin llenarnos de cólera o ganas de canalizar nuestro enojo de alguna manera.

Para muchos, el stand up se ha convertido en una de las mejores maneras para canalizar estos sentimientos. Como una especie de catarsis o de terapia a viva voz, cada vez más “civiles” (personas que de ninguna manera tienen sus vidas personales o profesionales vinculadas al ámbito artístico) se animan a hacer monólogos en público abordando esos fantasmas que los aquejan.

“El stand up es una manera de liberar. No te voy a decir que es como ir al psicólogo -porque no lo reemplaza-, pero es liberador para gente que por ahí no se encuentra a sí misma en ningún lado. Entonces recurrimos al stand up para liberar cosas que nos oprimen. Si te ponés a ver, la mayoría de los comediantes sufren y esa es su actitud al momento del stand up: contar y mostrar ese sufrimiento”, destacó Federico Marzano, director del Club de la Risa -un grupo que forma “estandaperos” en Mendoza y que hace cuatro años abrió sus puertas.

“El stand up es un género de humor muy diferente al teatro. Es más personal y te la tenés que bancar solo arriba del escenario. Es una actitud para encarar problemas de la actualidad o que uno tiene.

Por ejemplo, yo tengo hipertensión pulmonar y necesito estar con un pulmotor permanentemente. Al principio me daba miedo y vergüenza, hasta que empecé a meter en mis monólogos el humor sobre ese tema. Y empecé a hablar de que me faltaba el aire, de los problemas que me traía y hasta decía que no era fanático de Sandro a pesar de estar con el aparato como él (risas).

Fue difícil que a los 17 años a mí me digan que tenía ese problema, pero el humor me ayudó a sobrellevarlo y a sacarme mucha presión social. Después me dejó de dar vergüenza y llegué a llevar el respirador a la escuela”, destacó Agustín Jofré. Con 18 años, vive en Lunlunta y que desde hace un año incursiona en el arte del monólogo.

“Empecé a hacer el taller antes de que me diagnostiquen el problema. Y para mi primera función en Vararte ya tenía la mochila. Ante un problema o una situación difícil, uno tiende a atormentarse. El stand up me ayudó a asumirlo con humor", contó el adolescente, que está terminando la secundaria en la escuela Ingeniero Villanueva.

Catarsis sobre las tablas
Laura Cogni es profesora de Lengua, carrera en la que además tiene un master y un doctorado. Sin embargo, saltó a la fama luego de que un grupo de alumnos subiera a YouTube un video en el que ella los retaba e insultaba por su indisciplina.

Más allá de las consecuencias académicas, este episodio la catapultó a la popularidad y terminó por darle el empujón que necesitaba para decidirse incursionar en el stand up. El mes pasado tuvo su primera función en el Teatro Imperial de Maipú. "Al final tengo tanto título para nada, si lo que más me gusta es esto, los monólogos", destacó a Los Andes la docente entre risas.

El video que protagonizó involuntariamente se viralizó por las redes sociales y llegó a la masividad a través de los medios de comunicación, al igual que el anuncio de su entrada al mundo de las tablas.

“En cuanto a mi experiencia, surge a raíz de darme cuenta de que siempre era el centro de las reuniones, aún involuntariamente. Me gusta mucho el humor, el reírme de mí (principalmente) y de los demás. Todos me decían que tenía que hacer stand up, y yo ya lo estaba haciendo de forma inconsciente en cualquier lugar en el que estaba. Lo hacía en juntadas de fin de año, en actos de las escuelas, en reuniones de profesores. Y después de lo del video, un amigo me dijo que armara bien un número y saliera a hacerlo”, sintetizó la docente, quien espera poder subirse otra vez a un escenario teatral.

“Lo del Imperial fue increíble, ver que estás haciendo reír a 500 personas. Porque cuando te reís vos y el otro ríe, se genera una energía que va retroalimentando el humor. El stand up toma un tema que les es propio a todos y en el que, de una u otra forma, todos nos identificamos. Y el efecto catarsis está tanto en el que dice como en el que escucha. Sirve como terapia, porque es relajante y te sacás cosas de adentro, cosas que te molestan”, indicó Cogni.

Marzano, del Club de la Risa, diferenció el stand up del teatro, aunque indicó que mantienen cierta conexión. “No necesitás la pata teatral, porque lo valioso en el stand up es la pureza de la persona, el ser vos. Si uno sobreactúa un papel termina no siendo creíble y el stand up tiene que tener verdad. Cuando vos decís un monólogo, lo tenés que contar de la misma forma en que contarías una anécdota a tus amigos, y rompiendo la cuarta pared que es un clásico del teatro. Porque aquí el público es parte de nuestro monólogo”, analizó.

Nacido en Bragado (Buenos Aires), hace 15 años Marzano fundó la peña El Club de la Risa, que luego se transformó en una escuela de stand up. En los cuatro años que lleva en Mendoza ya ha formado a 160 alumnos y ha traído como capacitadores a 107 comediantes de la calle Corrientes (la “meca” del teatro y el stand up nacionales).

“El objetivo es siempre hacer reír. Entre la gente que ha pasado por el Club hay políticos, abogados, carniceros, personas que trabajan en fincas, mineros... Todos tienen temas y problemas sobre los que hacer chistes y exteriorizarlos con la risa. La risa es el orgasmo del alma”, sintetizó.

Adiós pánico escénico
José David García Lancheros (29) es colombiano, ingeniero mecánico y hace tres años vive en Mendoza. Además, hace dos años y medio se metió en el mundo del stand up.

“Al principio lo hice porque estaba cursando una maestría que era sólo los fines de semana, y tenía mucho tiempo. Y después caí en la cuenta de que, además, tenía en el stand up una herramienta para manejarme en público. Sufría de pánico escénico (todavía lo sufro), y en las reuniones de trabajo entraba con una camisa azul clara y salía azul oscura, por la transpiración. Me mordía la lengua, los labios, sufría mucho para expresarme.

Con los monólogos y su estructura también aprendí lo que es la síntesis, incluso hasta para escribir cualquier texto. Ni hablar para desinhibirme a la hora de hablar a una chica, por ejemplo. Ahora sigo teniendo pánico escénico, pero al menos cuento con esta herramienta”, indicó este integrante del dúo “Esto del estandap” junto a Nicolás Naves. Juntos ya han ganado protagonismo en la escena local.

“En un principio, nunca siquiera pensé en subirme al escenario. No quería saber que todos iban a estar riéndose de mí en el lugar. Pero termina siendo una catarsis que te ayuda a sacarte el demonio y te reís de una situación complicada y de vos mismo. En el trabajo también lo puedo aplicar. Del stand up yo aprendí a seguir la regla de tres, en las que con tres características vas al grano y la tercera es contundente. Eso lo aplico en cualquier reunión o charla de trabajo. Además te ayuda a tener las herramientas y saber combinar con humor las situaciones, siempre de acuerdo al contexto”, sintetizó.

Daniela Toledo Sacchi (27) es periodista y también se animó al género. “Empecé a los 25 tomando clases en el Club de la Risa. Estaba siguiendo lo que pasaba con el stand up en Buenos Aires y me interesaba saber si iba a poder hacerlo. En la película ‘Un amor en tiempos de selfies’, Martín Bossi dice: ‘Las personas felices no deberían acercarse al arte, porque este es para los desesperados, para los que buscan respuestas’.

Creo que poder reírnos y hacer reír desde nuestras faltas o nuestros defectos es totalmente terapéutico. Yo después de estudiar pude actuar un año y medio y es una experiencia adrenalínica. Estar frente al público, a minutos de salir, es impagable. Además es una técnica que te permite desarrollar la oratoria y eso lo puedo aplicar a mi profesión”, completó.

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