San Sebastián Torrico de Boedo

De aquella otoñal tarde de marzo de 1998 (la del debut en la Liga Mendocina de fútbol defendiendo los colores de Talleres ante Palmira), a la consagración más importante a la que un futbolista puede aspirar. De aquellas tardes de “peloteo” en Marista con su hermano Leo, el Chavo, a las de hoy en el predio de Bosques, en Varela. De aquel pibe de 18 años recién cumplidos a este hombre de 34. De aquel “arquerito” a este “arquerazo”. Sí, así, con todas las letras. Porque Sebastián Alberto Torrico se ganó largamente un sitial de privilegio entre los futbolistas más destacados de nuestra provincia.

Desde anoche, en gran parte por sus atajadas milagrosas, San Lorenzo se sacó la mufa de ser el único equipo grande sin Copas Libertadores en sus vitrinas. Y él ingresó a un hall de la fama en el que ya estaban otros mendocinos como Luis Artime, Roque Avallay, Darío Luis Felman, Mario Hernán Videla, José Daniel Morón, Nery Cardozo y Enzo Nicolás Pérez.

Nadie, en su sano juicio, podrá negar que el Cóndor fue clave para que el Ciclón haya conquistado América por primera vez en su historia. ¿Cuánto más se cotizará ahora aquel penal atajado a Chiqui Pérez? Ni hablar de “penal” a la carrera que le tapó a Agustín Allione, de Vélez, que le permitió al Ciclón alzarse con el torneo Inicial 2013 y que el papa Francisco atesora en su lugar más íntimo del Vaticano. Un poco más acá, ya en la actual Copa Libertadores, se vistió nuevamente de héroe para atajar los penales de Hernán Barcos y Maxi Rodríguez en la dramática definición por penales y clasificar a los Santos a los Cuartos de Final de la Copa.

De aquella atajada a Carranza que valió el ascenso de Godoy Cruz a Primera, a un año consagratorio en el Ciclón con vueltas olímpicas en el torneo Inicial 2013 y la tan postergada Copa Libertadores. De aquel Godoy Cruz protagonista a este San Lorenzo campeón de América. El Cóndor se metió en la historia grande de uno de los grandes.