Mientras Riquelme está como Maradona y Passarella, Tevez se muestra igual que Messi

Para presidir una entidad de fútbol no basta con el efecto arrastre de la etapa de futbolista. Saber cómo convivir vale más que manipular.

Por Fabián Galdi   fgaldi@losandes.com.ar


¿Qué hay detrás del anuncio de Juan Román Riquelme acerca de su deseo de convertirse en el presidente de Boca Juniors? Tal pretensión fue hecha de manera explícita la semana anterior cuando Román volvió a situarse en el centro de la escena, al menos desde el punto de vista mediático. El astro aprovechó el homenaje que se le hizo en el delta bonaerense para hacer el anuncio, durante el acto en el que fue nombrado ciudadano ilustre del municipio de Tigre. Rápido de reflejos, además, el máximo ídolo xeneize trató de despegarse de la figura de Sergio Massa - promotor del encuentro - y además sostuvo que no se siente cercano al gobierno de Daniel Angelici ni a las posiciones de los candidatos a sucederlo en las elecciones que el club tendrá a fines de año. Un amago al mundillo de la alta política - nacional y deportiva - como cuando en las canchas lo hacía frente a un rival ocasional.

Aquí es donde la reflexión surge sola y tiene que ver con qué causa real se identifica una estrella futbolística con respecto a continuar su proyección hacia la carrera dirigencial de nivel premium. Ni siquiera se trata del descubrimiento de una vocación por la función pública dentro de una institución, sino que puede inferirse que la necesidad de continuar en el foco de la atención pública puede hasta convertirse en una adicción. ¿Está preparado Riquelme para que una figura impoluta dentro de los campos de juego empiece a esmerilarse por el esperable desgaste que implica el gobierno de una entidad? ¿Cree, quizá, que bastará aplicar el botón automático para que por arte de magia se resuelvan las eventuales situaciones de conflicto entre partes? ¿Cómo enfrentaría Román un hipotético enfrentamiento con algún crack del mañana en el plantel, por ejemplo?

Riquelme, al menos, dejó entrever que no piensa en dedicarse a la tarea política sin antes tener una preparación previa al efecto. Una toma de decisión acertada, que lo ponga más cerca del ejemplo de Juan Sebastián Verón en Estudiantes de La Plata antes que en el de Daniel Passarella en River Plate. Mientras la "Bruja" llegó a la conducción del club platense tras recorrer un camino que le permitió ampliar su base de conocimiento en la materia, el caso contrario fue el del gran referente riverplatense. Éste, quien tomó el poder con una base de apoyo de alianzas circunstanciales, supo qué significa aquello que en la jerga se denomina "falta de muñeca política". El desencadenante fue contundente y del fracaso en la gestión presidencial se decantó hasta en la pérdida de categoría para el club con mayor cantidad de títulos en el fútbol argentino.

En una relación simétrica con #Riquelme y #Passarella asoman las apetencias de Diego Maradona acerca de su desembarco en la presidencia de una entidad futbolística. Sea cual fuere: Boca, la #AFA o la #FIFA. En distintos momentos de su vida, el Diez utilizó a fondo su vena declamativa para auto postularse como líder de movimientos de reivindicación de los derechos del futbolista pero nunca logró ponerlo en práctica. Ya durante el Mundial de México'86 eran continuas sus críticas a la organización por los horarios de los partidos al mediodía y hasta en 2012 mantuvo reuniones con el brasileño Romario con la intención de crear un polo de acumulación de poder a nivel sudamericano. En ninguno de los casos pudo articular la enunciación de la palabra con la concreción en la realidad, pero de todas maneras insiste en quedar en el ojo de la protesta.

#Maradona, Riquelme y Passarella, en esencia, son iguales. Esperan que la resolución de las tensiones del hoy caiga por peso propio, sin mover un dedo. Quizá como si, inconscientemente, uno aguarde cómo le irá al otro para recién actuar y retomar el rol en el que se sienten más a gusto: ser el eje de todas las cosas. Tales actitudes se anclan en el plano que la psicología define como líder conflictivo: suelen presentarse como contemporizadores y humildes, pero éstas son formas bajo las cuales esconden su lado violento porque no soportan ser contrariados en nada. Así desconfían compulsivamente de quien no se les presenta como sumiso y terminan siendo las primeras víctimas de la divinización y el endiosamiento social a partir de su condición de estrellas del fútbol. Los delirios de grandeza suelen invadirlos con naturalidad.

Un caso opuesto es el que está haciéndose carne en Carlos Tevez y más que nada en su etapa post Inglaterra, atravesada por picos de conflictividad tanto en sus respectivos pasos por Manchester United y Manchester City. La estadía en Italia, donde recuperó su energía positiva y terminó constituyéndose en un referente de la Juventus, le sirvió al Apache para encontrar su lugar en el mundo con respecto a las relaciones sociales con su grupo de compañeros tanto como con el afuera. En su regreso a Boca, Carlitos pasó a ocupar el rol de líder aglutinador dentro del plantel xeneize, tras el paso en falso de Daniel Osvaldo en esa condición al igual que los difusos mensajes que de tanto en tanto emanan desde Agustín Orión y Daniel "Cata" Díaz para los componentes del equipo y/o los hinchas.

Tevez ya ha superado con creces su modo de comportamiento rayano con la falta de límites y guarda una similitud clara con la manera en la que Lionel Messi se ubica para el manejo grupal como el número uno indiscutible tanto en la Selección como en #Barça. Con poco margen para las actitudes extemporáneas, Leo tiene claro que es el centro de atracción en cualquier lugar del mundo donde se halle y vistiendo la albiceleste o la blaugrana. Atento, comedido y sin por ésto perder el peso como líder, responde así a las demandas del resto que la propia convivencia apareja. Inclusive, las diferencias acarreadas tras el Mundial 2010 parecen pertenecer a una esfera del pasado. Aún sin reconocimiento público, tal situación le costó al hoy delantero xeneize no haber sido nunca considerado durante el ciclo de Alejandro Sabella al frente del seleccionado naciona, ni siquiera para Brasil 2014.

Dos modelos antagónicos en pugna: por un lado, el que comparten Riquelme, Maradona y Passarella en cuanto a creer que el halo de ídolo futbolístico que arrastran los blinda hasta para convertirse en dirigentes de alto cargo; por el otro, la puesta en práctica del poder circular en vez del poder piramidal que ejercen hoy día Tevez y Messi como modo de relacionarse con el afuera. Tómelos o déjelos, sin olvidar que estos posicionamientos también pueden cambiar alguna vez...porque ruedan como ese objeto de deseo llamado pelota.

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