Las victorias y los miedos de Cornejo

El Gobernador sumó la semana que pasó dos nuevas victorias políticas y ya se acostumbró a ganar en ese terreno. Pero la realidad es dura en la calle, con una economía que no repunta y complica los resultados.


Marcelo Zentil - mzentil@losandes.com.ar

El primer año de gestión está a la vuelta de la esquina y Alfredo Cornejo llega invicto. Ha sabido moverse en el “escenario del poder” como pocos y, hasta ahora, ganó todas las batallas políticas que se planteó, desde los gremios a la Justicia, pasando por el peronismo.

La semana que terminó, sumó dos: el visto bueno del Senado a José Valerio como juez de la Corte y la aprobación de la presa Portezuelo del Viento por las provincias que podrían ser afectadas, salvo La Pampa.

En términos futbolísticos, el Gobernador parece estar al frente de uno de esos equipos consolidados, que entran a la cancha con la sensación de estar ya 1 a 0 arriba y, salvo raras ocasiones, maneja los partidos e impone el ritmo a su antojo.

Es cierto, hay veces en las que golea y otras en las que gana con lo justo y sobre la hora, con los rivales enardecidos por una patada de más o una mano que el árbitro no cobró.

Pero que domine o haga muchos goles no significa que lo suyo sea el “jogo bonito”.

Cornejo, aunque disfruta del fútbol menottista como buen hincha de Independiente, es un técnico bilardista: cree que los equipos se arman de atrás para adelante y lo primordial es una buena defensa.

Tal vez por eso, en su gabinete no sobra el talento, sino que acumula jugadores sacrificados, de poco renombre y, sobre todo, obedientes a las indicaciones de un técnico bastante particular, al que le gusta meterse a la cancha a jugar.

Claro que no todo lo que brilla es oro: hasta ahora, sus rivales se han parecido más el débil Getafe que al  estelar Barcelona o al combativo Atlético de Madrid del Cholo Simeone.

Caballo de Troya

El caso Valerio es un buen ejemplo de cómo “maneja los partidos” Cornejo. La explosión de femicidios no parecía precisamente un buen contexto para plantear la postulación de un juez al que ya le habían colgado el mote de misógino.

En la Corte, el sector identificado con el garantismo y alineado con el supremo Omar Palermo llegó a soñar con un rechazo del pliego por las manifestaciones feministas contra el candidato.

Pero Cornejo se encargó de militar personalmente por su elegido. El resultado ya se conoce: Valerio asumirá el 1 de diciembre con votos radicales y también de siete peronistas.

“¿Ustedes están de acuerdo con la mano blanda de Palermo?”, cuentan que chicaneó Cornejo a los jefes territoriales del PJ para convencerlos de apoyarlo en la votación.

El Gobernador habló con cada uno, aunque en el Gobierno le restan peso a la influencia real de los intendentes en ese apoyo opositor
"Juan Gantus votó por convicción", dicen sobre el senador "bermejista" cuyo sobrino fue asesinado hace unas semanas en un asalto.

También aseguran lo mismo de Eduardo Bauzá, que no responde a ningún intendente.

De hecho, Cornejo espera cruzarse con el maipucino Alejandro Bermejo para pasarle la factura: dos de “sus” senadoras no acompañaron.

“La llegada de Valerio a la Corte sólo estuvo en peligro para el círculo rojo judicial y algunos militantes de las facultades de Ciencias Políticas y de Derecho, vinculados a la izquierda y el kirchnerismo”, prepean en Casa de Gobierno.

Igual, agradecen la “campaña” en contra: la mayoría de los mendocinos se siente identificado con las posiciones de mano dura que le achacan a Valerio. “La gente entendió que es un juez que banca la parada”, dicen cerca del principal despacho provincial.

El mismo martes, a lo Obama, Cornejo se sacó una foto en su despacho con el nuevo integrante de la Corte. Fue su forma de festejar.

“Nunca tuve dudas”, le dijo a alguien que fue a felicitarlo ese día.

Ahora, el juez está destinado a “compensar” el garantismo en la Corte. Le tocará en suerte el último despacho “supremo” de ese pasillo del cuarto piso de Tribunales.

Coincidencia o no, está separado del resto, casi en un recoveco de ese ancho sendero rodeado de oficinas. Coincidencia o no, los despachos de Alejandro Pérez Hualde, Julio Gómez y Omar Palermo están conectados entre sí por puertas internas.

Ellos tres, más circunstancialmente Jorge Nanclares, han hecho una alianza destinada a resistir los embates de un gobernador al que ven con demasiadas ansias de poder.

El otro festejo de la semana fue la sesión del Coirco (Comité Interjurisdiccional del Río Colorado) que le dio vía libre a la construcción de Portezuelo del Viento. Allí, la “operación” de Cornejo fue con sus pares de las provincias involucradas: Río Negro, Neuquén y Buenos Aires.

Así, uno a uno, fue convenciéndolos, hasta dejar solo al pampeano Carlos Verna, el principal opositor al proyecto, que mantiene una vieja pelea por el agua del río Atuel.

La furia de Verna no alteró al mendocino, que se ató a su discurso de un “triunfo diplomático”. Aunque en privado es menos mesurado y habla de “triunfazo”. Otra vez la metáfora futbolera.

La sola posibilidad de licitar y construir la represa en Malargüe ilusiona al oficialismo, que parece haber conseguido su “gran obra” para la posteridad, una herencia de aquel acuerdo entre Kirchner y Cobos que lo tuvo a Cornejo como constructor.

Esperando la reanimación

Hay un tema que desvela al Gobernador: cuándo empezará la tan anunciada recuperación económica. Los signos de reactivación tardan y hasta el oficialismo empieza a desesperar.

Lejos de las victorias políticas y  ese manejo cómodo del “escenario del poder”, hay una realidad que aún le es esquiva al oficialismo y en Casa de Gobierno lo reconocen.

Ya aplicado el control y orden prometidos, hechas varias de las reformas estructurales planeadas y con otras por hacer (como la reestructuración de la Empresa Provincial de Transporte), los resultados aún no lucen. Y esto es lo que en definitiva les importa a los mendocinos.

El propio mandatario admite en la intimidad que aún la inseguridad es alta. Sí se entusiasma con datos del último mes, que hablan de una baja en los robos agravados y los relaciona con la mayor dureza de los fiscales en el dictado de la prisión preventiva. Pero son datos aislados todavía, no una tendencia consolidada.

Las inversiones tampoco aparecen, salvo algunas de empresas locales y tradicionales.

Por eso la desesperación. Cornejo está convencido de que en la Argentina los únicos planes antiinflacionarios que funcionaron fueron los de shock. Su amigo Alfonso Prat Gay prefirió uno gradualista.

Por ahora no le queda otra que confiar, pero si la inflación no baja y la economía no se reactiva, entonces el éxito de la gestión en 2017 será difícil, casi imposible. Y también se complicarán las batallas políticas, justo en un año electoral.

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