La primera batalla de Cornejo

El PJ ya se vistió de opositor para marcarle la cancha al próximo gobierno. Pero no debe olvidar quién generó el descalabro actual. El desafío para Cornejo: recuperar la devaluada figura del gobernador.

Por Marcelo Zentil - mzentil@losandes.com.ar

El viernes, en una escuela sanrafaelina, el menú fue pizza con ensalada. El queso lo compraron con fondos de la cooperadora. Situaciones similares se vivieron en los últimos días en toda la provincia. Los proveedores de los comedores escolares se cansaron de que les deban y no llevan ni carne ni pollo para los almuerzos (ver página 14). La crisis financiera del Estado aprieta donde más duele.

Esas imágenes son las que deberían mirar los funcionarios que aún declaman los beneficios de la década ganada. En su defensa del proyecto nacional, olvidan que nunca tuvieron un proyecto provincial.

También deberían tenerlas en cuenta los diputados peronistas, cuando mañana voten la ley de endeudamiento acordada por Francisco Pérez y Alfredo Cornejo.

En estas horas, la negociación discurre por si el Frente para la Victoria le da o no los votos a un proyecto firmado por Pérez para ordenar su retirada e impulsado con ansiedad por Cornejo para que su arribo al poder no sea acompañado por un conflicto social.

El Gobernador, está claro, busca no quedar en la historia como un dilapidador que se fue con la provincia incendiada y, a la vez, salvar su propio pellejo político: una salida caótica lo alejará de la consideración de Daniel Scioli si es electo presidente.

En la Legislatura, los bloques que antes le respondían a regañadientes no tienen las mismas necesidades y, como quedó demostrado el miércoles, ya asumieron anticipadamente el rol de oposición, desautorizando sin pudor al todavía jefe del Ejecutivo.

Ese peronismo comandado por los intendentes, que había prometido gobernar hasta el último día de mandato, debe hacerse cargo de que Mendoza está como está por la mala gestión de los dos últimos gobiernos, los dos del PJ.

Obviamente, tampoco es cuestión de darle un “cheque en blanco” a Cornejo. Está visto que cualquier superpoder que permita evadir controles conlleva un riesgo institucional y político enorme.

El gran punto de conflicto, según dicen en el PJ, es el artículo que le autoriza al próximo gobierno la toma de créditos para pagar la amortización de deuda durante sus cuatro años de gestión. Argumentan que este solo artículo representa 11.000 millones de pesos, en cuatro cuotas.

El bloque aún oficialista de diputados ve en esa pretensión la mano de Martín Kerchner, el seguro ministro de Hacienda radical, y quiere que la discusión se dé año a año, como ha ocurrido hasta ahora.

Pero Cornejo no parece dispuesto a ceder. “Él ya acordó eso con Pérez y no vamos por qué negociarlo de vuelta. Ellos generaron esa deuda que tenemos que pagar”, responden desde el entorno del próximo gobernador.

“Si quieren, eliminamos lo de Aysam”, proponen pícaros los radicales sobre el artículo que “legaliza” el desvío de fondos que estaban destinados a obras de la empresa de aguas y se terminaron usando para cubrir gastos corrientes.

Ese punto es el que busca salvar de problemas judiciales después de diciembre a los funcionarios de la actual gestión que autorizaron tal irregularidad.

Para el oficialismo, superadas las diferencias sobre el artículo 2, mañana la ley de endeudamiento dará su primer paso positivo en la Cámara de Diputados y pasará al Senado. Pero en la UCR no son tan optimistas y creen que no habrá aprobación.

La pulseada entre Cornejo y los legisladores peronistas, con Jorge Tanús a la cabeza, va más allá de este proyecto del que depende el futuro provincial: pretende marcar la cancha para después del 9 de diciembre.

Si el gobernador electo cede, dejará un precedente negativo para las próximas negociaciones. Si los que ceden son los futuros opositores, sabrán que el tiempo que viene los  tendrá relegados a un segundo plano. Como nunca antes, por esta eterna transición, las batallas se anticiparon.

Malquerido

Hoy, a los referentes de todas las líneas del peronismo las une el mismo desprecio por Pérez. Pero lo que no dicen es que si llegó a ser gobernador, sin antecedentes ni méritos que lo respaldaran, fue porque ellos, por mezquindades de la interna, lo apoyaron.

La inferencia es simple: si ellos bancaron su postulación en 2011, influenciados por el fallecido Chueco Mazzón, y hasta aceptaron que cumpliera su berretín de ser presidente del PJ, hoy deben asumir sus errores, por más que no les guste lo que terminó siendo y haciendo.ese hacerse cargo está, sobre todo, el descalabro financiero: este año terminará con un gasto público de 41 mil millones de pesos, 23 mil millones destinados a sueldos, menos de 1.000 millones para obras y un déficit que rondará los 3.500 millones.

Este desequilibrio, que no puede justificarse en ninguna crisis nacional como la de 2001, es el que ha obligado a tomar créditos con el Banco Nación, incluso sin respaldo legal (ver página 2) para pagar sueldos.

El martes volverá a ser un día de zozobra: hay que depositar setiembre y dicen que el Gobierno necesita 750 millones prestados. Seguramente, los terminará consiguiendo y se sumarán a los 2.200 millones que ya le dieron y deben cancelarse el 31 de diciembre.

En Buenos Aires, nadie quiere que una provincia entre en default con sus empleados a días de elegirse presidente. Ahora, si Scioli resulta electo el 25 de octubre, el panorama cambiará dentro de un mes: sin necesidades electorales de por medio, la ayuda de Cristina Kirchner no está garantizada.

La situación mendocina, dicen, ha sido una sorpresa desagradable para el candidato presidencial oficialista. De hecho, cuentan que Pepe Scioli, cuando estuvo el jueves en el cierre de campaña de Lucas Ilardo en Godoy Cruz, dejó trascender su malestar con el ausente Pérez.

Tal vez el Gobernador algo sabía de ese enojo. Por eso partió justo de minivacaciones a Salta. Antes nunca se hubiera perdido la oportunidad de estar junto al hermano del presidenciable.

El problema para los mendocinos es que su partida coincidió con el tratamiento del proyecto de endeudamiento y nadie del Ejecutivo operó en la Legislatura para que la tropa peronista acatara el acuerdo.

Por eso, cuando asuma en poco más de dos meses, a Cornejo lo aguarda un desafío enorme, además de ordenar un Estado que hoy no sabe hacia dónde va: recuperar la venida a menos figura del gobernador.

Las malas gestiones de Celso Jaque y Pérez hicieron que ese rol se devaluara. El malargüino nunca pudo liderar al peronismo y quedó a contramano de la sociedad cuando demostró que su promesa de seguridad fue sólo una treta electoral.

El actual gobernador tuvo aun menos poder partidario, pese a ser en los papeles hoy presidente del PJ, y sus anuncios grandilocuentes fueron desmentidos constantemente por la realidad.

El peronismo justificó esa pérdida de poder en la imposibilidad de ser reelectos, cuando intendentes y legisladores no tienen límites. Ese argumento es fácilmente rebatible: fue Jaque el que bloqueó el límite a la eternización en los municipios y nunca antes de ellos se habló de tal debilidad.

Cornejo llega con el respaldo de ser el líder indiscutido de la UCR (más allá de algunos disgustados), experiencia de gestión y mayoría en las dos cámaras legislativas. Pero sólo se verá cuando empiece a desandar su mandato, en 73 días, si podrá recuperar el poder que supo tener el gobernador.

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