La poesía de Elleale Gerardi

Autor de una vasta obra, el mendocino acaba de lanzar un nuevo libro, “La voz de mis recuerdos”. Aquí, la semblanza de un infatigable y polifacético hacedor cultural.

La poesía de Elleale Gerardi
La poesía de Elleale Gerardi

En octubre de 2014 Elleale Gerardi agregó un nuevo título a una obra sostenida y valiosa que lo erige en una de las más destacadas voces de la poesía mendocina contemporánea. Profesor de Artes Plásticas y Letras; pintor, escritor, periodista, crítico de arte, libretista, músico, autor, compositor y además editor, en las diversas facetas de su quehacer artístico ha recibido numerosas distinciones nacionales e internacionales.

Tiene una veintena de libros de poemas publicados, desde 1980, en que aparece “El canto de los pájaros”, hasta 2014, cuando aparece éste que hoy presentamos: “La voz de mis recuerdos”, pasando por  una década fecundísima -la de los ’90- con varios títulos como “Labrador de palabras” (1992); “El sol de los poetas” (1993); “Piedras del pan de piedras” (1995); “Corazón encuadernado”  (1997); “Guijarros de sol y sombra” (1999), “Las palabras de la palabra” (2004) y “La voz de mis recuerdos” (2014). La enumeración por cierto es incompleta y atañe sólo a su obra lírica, si bien ha incursionado igualmente en el campo de la narrativa, con un volumen de cuentos publicado y colaboraciones en numerosas antologías.

A lo largo de los años, el poeta ha elaborado un auténtico sistema literario; un verdadero orbe poético preciso en su arquitectura, riguroso en su voluntad de significar a través de la palabra. Y si tuviéramos que enumerar las características de este sistema poético, diríamos en primer lugar que a partir de la lectura se advierte un poeta obsesivo de la forma, desvelado por la belleza formal, arquitectónica, del poema.

Y no solo del poema en cuanto unidad cerrada en sí misma, sino también del libro en su totalidad. Porque cada libro de Elleale es varios libros, pero a la vez es uno solo, unitario, preciso y cerrado en sí mismo.

Esto se traduce, por ejemplo, en la creación de una forma estrófica propia y personal, la “gerardina”, que constituye volúmenes completos como “Tres monedas de sol” o sus “Oraciones descalzas”, y que “para facilitar la labor de los investigadores, de los analistas, de los críticos, de los sabuesos de las letras”, el mismo poeta se encarga de definir como “una forma breve.

Un pequeño poema de seis versos, en los que el poeta debe decir, en resumida síntesis, todo el contenido del mensaje a transmitir”, formado por dos tercetos, el primero, compuesto por versos de arte mayor y menor; y el segundo, por versos de arte menor, todos ellos rigurosos en su medida.

Esto constituye un perfecto ejemplo de lo que es la poesía para Gerardi: un ejercicio de creación que se emprende con total conciencia, y el verso, una entidad que debe discurrir, ya sea “a sílabas contadas” –como es el caso de las gerardinas o de los sonetos, la forma más perfecta y difícil de la lírica española, que utiliza ocasionalmente (por ejemplo, en Piedras del pan de piedras)- ya con entera libertad métrica, pero siempre en busca de la perfección de su ritmo interno.

Otro rasgo notorio, siempre desde lo externo al poema en sí, son los paratextos colocados al pie de cada poema, que van trazando una verdadera “cartografía lírica”, al darnos las circunstancias de escritura de cada composición. Esa obsesión por atrapar el momento exacto, esa preocupación por reconstruir el contexto de escritura, nos habla de la estrecha relación que la poesía de Gerardi establece con su propia realidad vital, el trasfondo humano de donde brota el verbo poético, la profunda trabazón entre palabra y vida.

Y para recorrer la enorme riqueza de vivencias que la palabra de Elleale esconde, para caminar los senderos de este orbe poético compacto y musical, podrían tentarse diversas rutas. De hecho, ya las han trazado los críticos que se han ocupado anteriormente de su obra. Así por ejemplo, Alex Miller al comentar Tres monedas de sol... señala cuatro temas cardinales en la poesía gerardiana o “gerardina”:

Dios – el hombre – el poeta – el amor. También podría agregarse, a la luz de algunos poemas, un sentido social que se duele del dolor, de la injusticia y de la marginación, con profundo valor testimonial. Así se ponen de relieve otras dos claves de su poesía: el fondo entrañable del que brota el verso, junto con la actitud lúdica que habla de la perenne juventud del alma y su confianza puesta en los valores humanos universales, a despecho de los avatares de esta “segunda Modernidad” que nos envuelve con su descreimiento

Además, se trata de una poesía dialógica, no sólo en el sentido en que, como cualquier libro poético logrado, dialoga con sus lectores, sino por una instancia de enunciación que –sobre todo en el caso de su último libro, una colección de poemas amorosos- insistentemente, casi diríamos obsesivamente, la comunión del tú. Así, el poeta asume el rol prototípico del amado, del amante y se dice a sí mismo y al otro, el ser amado.

Igualmente, cabría destacar la gran calidad metafórica de la poesía de Gerardi. El empleo de este tropo, este uso del lenguaje, no hermético propiamente, pero sí denso de contenido, de asociaciones inconscientes –esas “secretas “correspondencias” de que hablaba Baudelaire- habla de la dimensión mistérica que Gerardi privilegia en el mundo, como condición esencial para el surgimiento del verbo poético.

A ello se agrega la riqueza sensorial que despliegan los versos, en un intento de aprehender la vida en plenitud. Metáfora e imagen, pues, se erigen en las principales estrategias constructivas de los poemas, junto con otro recurso digno de destacarse por su abundancia y por su importancia significativa: el juego de conceptos opuestos, antitéticos y como característica de los poemas de su última etapa, la tendencia al símbolo, lo que habla quizás de un grado mayor de esencialización de la experiencia poética., con el empleo de esta figura que en su aparentemente mayor simpleza, logra proyectar el sentido del poema en múltiples direcciones, cifrando en un objeto todo un conjunto de significaciones de índole afectiva o espiritual.

Finalmente, destaca su aptitud –“huidobrina” la llama Miguel Reyes (uno de sus críticos), en homenaje al autor del creacionismo- para crear y recrear palabras, para realizar genuinos hallazgos léxicos, para romper con los estereotipos del lenguaje común.

Todo lo enunciado erige al poeta Elleale Gerardi en una de las más destacadas voces líricas de Mendoza, por los acentos personales de su obra y por la sentimentalidad esencial que la informa y la hace asequible a todos, por ese fondo humano en que todos los lectores podemos reconocernos como en un espejo. El espejo del arte de que hablaba Jorge Luis Borges cuando hacía su expresión de fe poética: “El arte debe ser como ese espejo / que nos devuelve nuestra propia cara”.

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