Inacción

La transición política, entre un gobierno que se va y uno electo pero que todavía no asume, pone nerviosos a los actores de la actividad vitivinícola.

Por Luis Fermosel - la.fermosel@gmail.com

Decepción, desencanto, preocupación, incertidumbre. Resulta difícil encontrar el adjetivo que permita reflejar el sentimiento por el que atraviesan los distintos actores de la actividad vitivinícola en la actual situación. "Tenemos un gobierno que ha sido elegido pero que no está activo y otro que está en funciones pero inactivo, porque dentro de muy poco se va, todo ello encuadrado en un proceso inflacionario donde nadie quiere decir nada por miedo a perder votos. La inacción es desesperante", resumió un productor, mientras un bodeguero agregaba que "tal como están dadas las cosas, la situación no va a variar por lo menos dentro de los próximos 120 días, porque nadie va a modificar el tipo de cambio, que es lo que está matando a las exportaciones, mientras la inflación no se frena de un día para el otro".

Al decir de las fuentes consultadas, la única solución es incrementar las ventas, pero resulta que las salidas al exterior están cada día más comprometidas, afectando inclusive ahora los vinos de mayor precio. "Estamos con un dólar anclado como en la época de la convertibilidad, con la gran diferencia de que ahora tenemos inflación.

Pero mientras nosotros mantenemos el valor del dólar, el (dólar) canadiense se devaluó el 30 por ciento, el Real un 40 por ciento y el peso chileno un 19 por ciento. El problema no es sólo de la vitivinicultura, sino que todas las economías regionales se encuentran prácticamente en una situación terminal", dijo la fuente.

Algunos dirigentes aseguran que el productor está atravesando actualmente una situación similar a las de las peores épocas de la industria, "no por las circunstancias, sino por el manejo que se está haciendo de la economía a nivel nacional. Y de aquí no se sale con viejas políticas, como los bloqueos o prorrateos, sino con cambios en la política económica". Destacan que la situación se agrava aún más como consecuencia de los manejos políticos de las cifras dadas a conocer por el Indec, "lo que ha provocado un manejo absolutamente discrecional del poder".

El problema mayor es que nos encontramos en un momento del año fundamental para la industria. Sucede que los meses de setiembre y octubre son los que suelen utilizar los grandes compradores para stockearse con miras a las fiestas de fin  de año y los que los empresarios, en base a los datos con que cuentan, comienzan a prepararse para la próxima vendimia.

"Cuando asuman las nuevas autoridades ya va a estar todo en marcha y no habrá posibilidades de cambio. Por eso creemos que deberían darse algunas señales que nos indiquen algún camino", dijo un bodeguero, quien agregó que hasta el momento la única señal positiva es que el mercado interno está reaccionando bien. "Todo lo demás será muy difícil. No sabemos a cuánto llega el descuido de los viñedos, cuánto es lo que se dejó de pagar en mano de obra en la poda, cuánto se dejó de invertir en abono o agroquímicos, etc. Además, hay gente que con estos precios no cuentan con posibilidades para realizar algún cambio", se indicó.

Señalan también que hay gobernadores de provincias vitivinícolas que "jugaron a otro esquema, que no es el agrícola, como por ejemplo la minería, pero lo hacen a un costo laboral que puede ser muy importante. Mendoza, en ese esquema, se mantuvo indemne, pero tampoco se ha hecho mucho por la industria. Esencialmente -dijo la fuente- en el silencio ante la soberbia de las autoridades nacionales de insistir con las políticas económicas negativas. No podemos aceptar tampoco que se absorba un mensaje nacional destinado a culpar a las grandes empresas, cuando han sido ellos, con su política, la que indirectamente favorecen la concentración".

Frente a ese panorama están surgiendo voces tendientes a fortalecer la unión entre los sectores. "Hemos limado algunas asperezas y estamos trabajando en conjunto, a pesar de tener distintas visiones", se indicó, asegurando la fuente que "el único sector que no se suma es aquel que sigue buscando al Estado como socio, como sucede con una parte de San Juan, porque allí también no todos piensan igual".
 
Enojo

A medida que transcurren los días se van profundizando las críticas de los sectores en contra del proyecto de creación de un Fondo de Estabilización de Stocks que anunciaron los diputados nacionales por Mendoza Guillermo Carmona y Anabel Fernández Sagasti, junto con el titular del INV, Guillermo García. Al decir de los dirigentes, se trata de una iniciativa de antigua data, que fue desechada porque no significaba ninguna solución a los problemas de la industria, pero la molestia se centra esencialmente en el hecho de que no fueron consultados sobre el tema. "Ellos (los diputados nacionales) con los representantes del pueblo de Mendoza y, si tenían la intención de impulsar una iniciativa como la del Fondo, lo más coherente es que nos hubieran consultado para que conozcan qué es lo que piensa la industria", dijo un dirigente, para quien "lo único que se busca aquí es un nuevo intervencionismo del Estado dentro de la actividad".
 
Sobre llovido

Todos coinciden en que una de las soluciones a la actual situación pasa por la necesidad de "sacar", a través de las exportaciones, 200 millones de litros de vinos, especialmente blanco escurrido, que son los que están pesando sobre los precios. Uno de los mercados que se puso en la mira fue Rusia, importante comprador de vinos argentinos en otras épocas. Sin embargo, desde el exterior llegan noticias inquietantes. Según un informe del sitio elmundovino.com, el nuevo ministro de Agricultura de Rusia, Aleksandr Tkachov, tiene la intención de prohibir la importación de vinos a granel, en razón de que las empresas de su país "no hacen sino embotellar vino traído desde fuera".

"Son meras plantas de embotellamiento y eso afecta al productor nacional. Debemos elevar los aranceles o prohibir la importación", asegura el funcionario. Debe considerarse también que Tkachov es oriundo de las cercanías del Mar Negro, la única zona de Rusia con un pequeño sector vitícola y fueron precisamente los productores de esa zona los que pidieron limitar la importación para proteger a los productores nacionales. Debería señalarse también que hay otras voces, dentro del mismo gabinete de Putin, que no coinciden con el planteo del ministro de Agricultura y consideran que, por lo menos por diez años (tiempo en que podrían aumentar las plantaciones de viñas), la importación de vinos a granel debe mantenerse.

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