El nuevo escándalo en Boca explotó hoy, igual que ayer y que mañana

En el Xeneize suelen expresarse internamente las relaciones amor-odio más que las protocolares. 'Es así o no será', sostienen sus hinchas.

Por Fabián Galdi   - editor de MÁS Deportes digital -


Casi veinte años atrás, una frase de Diego Latorre se convirtió en un ícono de los desaguisados: 'Boca es un cabaret'. El por entonces futbolista xeneize concentró en tales palabras su fastidio debido a ser el centro de las críticas tras un flojo momento colectivo del equipo. De inmediato, el entrenador Héctor Veira solicitó a la dirigencia que sancionara al jugador. Lejos de haberse atenuado el impacto, aquellos dichos de Gambetita se transformaron en una referencia de la sucesión de hechos escandalosos que suelen acompañar la cotidianidad boquense. Sucede en otros clubes desde tiempos inmemoriales, pero nunca alcanzan tanta trascendencia en el imaginario colectivo como cuando surgen del seno del popular club de La Ribera.

Boca Juniors es una caja de resonancia cuyo efecto se desparrama de generación en generación. Que Latorre haya reaparecido en el centro de la escena en estos días por un tema ajeno a lo periodístico - labor que cumple con solvencia y probidad - tampoco puede sorprender. Cualquier hecho disruptivo se amplifica hasta el infinito si el epicentro está puesto en la entidad auriazul. Sí causó un impacto premium por las declaraciones contundentes de las mediática Natacha Jaitt y el consecuente efecto rebote que terminó involucrando a Yanina Latorre, la esposa del ex jugador.

Y si algo le faltaban a estos días tempestuosos, las frases destructivas que lanzó Carlos Tévez en contra de Juan Román Riquelme volvieron a sacudir los cimientos del mundo Boca  cuando menos se lo esperaba. El actual delantero del Shanghai Shenhua calentó in extremis la pantalla de TyC Sports en medio de la entrevista que le estaba realizando el periodista Martín Arévalo desde China, el jueves pasado. Sin que nadie lo supusiera, el Apache le apuntó directamente al máximo ídolo que tienen los hinchas, en una escalada de pirotecnia verbal que le resultó sumamente funcional al presidente Daniel Angelici. Éste, más allá de encuentros de tono protocolar, continúa enemistado con Román y quedó beneficiado con la contienda entre terceros. Al día, fue el directamente damnificado quien eligió un lenguaje elíptico para referirse a los ataque recibidos: 'Sé la clase de persona que soy y cómo soy afuera de la cancha'.

Es aquí donde conviene ubicar el foco: ni siquiera en la Selección Nacional se viven pujas semejantes como las que parecen sembrar y cosecharse en territorio xeneize. Fue ayer, es hoy y será mañana, seguramente. La moralina ajena suele abrevar con sorna y de manera lapidaria cuando las tensiones asoman en el horizante azul y oro. Una relación simétrica con la que de tanto en tanto aparece cuando el eje de la noticia de tinte farandulesco involucra a Diego Maradona.

A propósito de Diego, el triángulo se cerró con sus declaraciones empatizando con Tevez y denostando a Román. Casi como un una devolución de gentilezas porque el Apache apoyó al entrenador cuando Julio Grondona dejó fuera al Diez del seleccionado argentino, apenas finalizada la participación albiceleste en Sudáfrica 2010. Distinto fue el caso de JR, quien nunca fue convocado durante el ciclo Maradona al frente del equipo nacional.

Aún con la formación de Guillermo Barros Schelotto a punto de consagrarse campeona de la Primera A, los días en el xeneize transcurren en modo melodramático. Su propia identidad está atravesada históricamente por esta característica visceral, en la que parecen reinar las relaciones amor-odio como metro patrón. Tal como manda - quizás - una de las frases hecha banderas: 'Boca será así o no será'.

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