El nombre del país y el género de las ciudades

Al escuchar y leer las noticias, nos llama la atención que, algunas veces, se dice “La Argentina será sede de ese campeonato”, mientras que en otras oportunidades se dice “Argentina posee diversidad de climas y paisajes”: ¿cómo se debe decir: “La Argentina” o “Argentina”?

Esta duda ha preocupado a distintas entidades relacionadas con el uso de la lengua y podemos informarnos acerca de las respuestas que se han dado para evacuarla.

Citaré, en primer lugar, el criterio de la Academia Argentina de Letras, expuesto en su Diccionario argentino de dudas idiomáticas, obra publicada en 2011.

Bajo el lema “Argentina (uso del artículo en el nombre del país)”, esta entidad rectora nos dice: “La normativa académica señala que muchos nombres de países y el de algunos continentes pueden emplearse con o sin artículo, como es el caso de (el) África, (la) Argentina, (el) Asia, (el) Brasil, (la) China, (el) Congo, (los) Estados Unidos, (la) India, (el) Uruguay.

La preferencia mayoritaria por el uso con o sin artículo varía en cada caso, aunque con carácter general puede afirmarse que la tendencia actual es la de omitir el artículo.

En nuestro país, tradicionalmente se ha optado por el empleo del artículo femenino delante del nombre y la elección se justifica en el hecho de que la voz “Argentina” es un adjetivo que se sustantiva gracias a la anteposición del determinante “la”.

A pesar de que el uso sin artículo es cada vez más frecuente..., en el habla cuidada debe conservarse el criterio tradicional, puesto que no faltan razones históricas y gramaticales que lo justifiquen”.

Otras voces cercanas nos dan respuestas similares, aunque demuestran flexibilidad acerca del uso o de la supresión del artículo con el nombre de nuestro país. Una de ellas es la de la Dra. Alicia Zorrilla, directora de la Fundación Litterae y Miembro de Número de la Academia Argentina de Letras: “La forma correcta es ‘la Argentina’ y una persona que se precie de tener cultura lingüística debe decirlo así”.

Por su parte, la Dra. Silvia Ramírez Gelbes, profesora adjunta de Corrección de Estilo en la UBA y directora de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad de San Andrés, tiene otra perspectiva: “Yo no acuerdo con que los usos estén bien o mal. La gente no habla bien o mal; la gente habla y la lengua es suya. Incluso, es posible que un mismo hablante use una forma u otra en diferentes momentos.

En un artículo académico, seguramente convenga poner ‘la Argentina’; en una charla informal, no será tan importante prestar atención a eso”. Y añade que, según su criterio, estamos atravesando un período de transición que, probablemente, al concluir considere que “Argentina” no es un adjetivo, sino un sustantivo y que, por lo tanto, no necesite del artículo para sustantivarse.

También dudamos más de una vez a la hora de anteponer un adjetivo o un artículo a los nombres de ciudades: ¿cómo efectuar la concordancia? ¿Diremos “la bella Mendoza de hoy es pujante” o le antepondremos artículo y adjetivo en género masculino? ¿Cuál es el criterio con respecto a otras ciudades?

Nuevamente, es el diccionario citado el que viene en nuestro auxilio. Bajo la entrada “género”, en el ítem 4, en relación con el “género de los nombres de países y ciudades”, nos dice lo siguiente: “En la asignación de géneros a los nombres propios de países y ciudades influye sobre todo la terminación, aunque son muy frecuentes las vacilaciones. En general, puede decirse que los nombres de países y ciudades que terminan en –a átona concuerdan en femenino con los determinantes y adjetivos que los acompañan”.

De este modo, diremos “La polifacética Colombia espera al turista”, “La docta Córdoba es, también, la ciudad de las campanas”, “Salta, la linda” y “La Mendoza antigua”. Los nombres de países que terminan en –a tónica, en otra vocal o en consonante suelen concordar en masculino: “El Panamá de antaño”, “El Perú atractivo” y “Un Brasil encantador”.

En cambio, las ciudades y provincias cuyos nombres terminan en vocal –a acentuada, en otra vocal o en consonante suelen concordar en masculino, pero es muy frecuente también la concordancia en femenino porque en la mente del hablante está presente el sustantivo “ciudad”.

Así, “El visitante se encuentra con un Buenos Aires activo” o el nombre del tango, “Mi Buenos Aires querido”, pero también “Nuestra querida Buenos Aires”.

Pero, en otros casos, la etimología del nombre o la historia del lugar han dado a los topónimos carácter masculino o femenino.  Así ocurre con Neuquén, cuyo nombre completo ha sido “Territorio nacional del Neuquén” y, luego, “Provincia del Neuquén”, en que se puede apreciar el carácter masculino del nombre, en alusión al río homónimo.

Prevalece la etimología, ya que el vocablo proviene del mapudungun “Newenken”, en alusión al carácter correntoso del río; también se da como etimología la voz araucana “ñedquén”, que equivalía a “atrevido, arrogante, audaz”. También será masculino el topónimo de “Río Negro”, en clara alusión al río que recorre su territorio.

El nombre es traducción literal del mapundungun “Curu Leuvu” (en mapuche: “curú” = río y “leuvú” = negro), a pesar de que sus aguas son de un color más verde oscuro que negro.

Otras veces, como es el caso de Comodoro Rivadavia, el carácter masculino del topónimo le viene dado por la propia naturaleza del sustantivo “comodoro”: aquí el origen del topónimo es de carácter histórico, pues en 1901, al crearse esta ciudad a través de un decreto presidencial, se la denomina “Comodoro Rivadavia”, en homenaje al marino de ese nombre, quien había efectuado sondeos en el golfo San Jorge, frente a Punta Borjas.

En cambio, será femenino el topónimo “Bahía Blanca”, nombre que proviene de la profunda y angosta entrada de mar en el continente; esa entrada presentaba eflorescencias blancas, salinas, que cubrían sus bajas orillas en bajamar, dejando al descubierto los cangrejales.

Cuando cualquiera de los topónimos mencionados queda precedido por el cuantificador “todo”, el género puede tomar forma masculina o femenina y en los dos casos se considera correcta la expresión: “Todo Necochea participó de los festejos” y “Hablaba del caso toda Necochea”.

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