Desempleo y educación

El desarrollo de la educación técnica en América Latina refleja las asimetrías económicas, las particularidades históricas y los diferentes vaivenes en los sistemas de alternancia política en la región. ¿Qué habilidades profesionales se necesitarán para satisfacer la demanda laboral en los próximos 20 años? ¿Cómo generar programas que permitan articular la labor del Gobierno, las cámaras empresariales, sindicatos y el sistema educativo? ¿Cuál es el desafío de la educación técnica en la región?

El Seminario Internacional de Educación Técnica y Formación Profesional en América Latina -en Buenos Aires- en el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) fue el contexto elegido para el debate de estos interrogantes, el cual contó con la participación de directivos nacionales, provinciales, expertos internacionales, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y la organización El Diálogo interamericano.

En Colombia, la educación técnica se imparte a través del Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA -ente autárquico adscripto al Ministerio de Trabajo- cuya función es impartir educación técnica pública gratuita a millones de colombianos. Constituye una herramienta de intermediación laboral directa ya que articula su accionar con la Agencia Pública de Empleo. En 2015 1.240.000 personas se formaron y obtuvieron títulos oficiales del SENA. De ellos, 60% posee empleo en su área de formación.

En Uruguay, la educación técnica está a cargo del Consejo de Educación Técnico profesional y la administra a través de la Universidad del Trabajo (UTU); su oferta académica comprende el nivel medio y terciario. Una característica que distingue a este país es su alta conectividad digital, todo ello gracias a la implementación del Plan Ceibal cuyo propósito fue la incorporación de las tecnologías de la información a las escuelas.

En Chile existen dos instituciones de nivel superior técnico profesional: los Institutos Profesionales (IP) y los Centros de Formación Técnica (CFT), ambos fundamentalmente de carácter privado. De un total de 156 instituciones de Educación Superior 60% corresponden a centros de formación profesional técnica y en el secundario, 50% de los jóvenes cursan sus estudios en esta disciplina. En el modelo chileno, el sector productivo y el sistema educativo trabajan conjuntamente. Lo hacen a través de los consejos académicos, cuya labor consiste en el análisis de los programas y la definición de competencias laborales que la industria necesita.

En la Argentina la educación técnica posee diferentes niveles: media, superior no universitario y formación profesional. Existen 1.600 instituciones de nivel medio, 507 institutos de nivel superior y 974 centros de formación profesional en todo el país. Los indicadores de graduación indican que en el período 2003/13 la cantidad de egresados se incrementó 49% en nivel medio, 20% en superior no universitario. Sin embargo muchos de ellos no consiguen trabajo. En este contexto, ¿cuáles serán los desafíos en cuanto a saberes y conocimientos que demandará el empleo en los próximos 20 años?

El Instituto Nacional de Educación Técnica (INET), organismo en la órbita del Ministerio de Educación, ha finalizado un relevamiento que evidencia cuáles serán las demandas de capacidades técnicas y la brecha de habilidades que la industria necesitará en el próximo quinquenio. En este escenario se podrán generar políticas públicas que articulen el sistema educativo y el sector productivo en pos de generar contenidos pedagógicos y prácticas profesionales acordes a la realidad del país.

Como queda expuesto, los debates permitieron identificar ejes de trabajo común en la región, reconociendo necesidades de financiamiento para poner en práctica políticas de educación y formación que permitan generar mayores oportunidades de trabajo. Estos programas deberán orientarse fundamentalmente a infraestructura y equipamiento tecnológico, planes de estudio con trayectos curriculares que integren la enseñanza técnica, la educación superior y el mundo laboral, y finalmente la ampliación de la oferta de la educación técnica para generar políticas que incentiven el empleo.