Crimen de Adriana Sonderman: su yerno está en el banquillo

La fiscalía puso el acento en la mala relación de pareja que tenía el acusado con la hija de la víctima. "Te voy a dar donde más te duele", la amenazó él en un momento. El debate continúa hoy.

Crimen de Adriana Sonderman: su yerno  está en el banquillo
Crimen de Adriana Sonderman: su yerno está en el banquillo

Arrancó esta semana el juicio por el crimen de Adriana Sonderman (52), la mujer que en la mañana del 22 de junio de 2010 fue asesinada de forma brutal, cuando se disponía a abrir la ferretería familiar que atendía en la ciudad de San Martín.

Por el crimen y arriesgando una condena a prisión perpetua, está acusado Alejandro Alegre (27), un joven santafesino que desde 2010 y durante algún tiempo estuvo en pareja con una hija de la víctima, Romina Quiroga, con quien tuvo un bebé.

Pero casi desde el inicio, esa relación de pareja fue conflictiva y en esa mezcla de tensión y peleas es en  donde los fiscales Mariano Carabajal y Mónica Fernández Poblet creen que está el móvil del crimen.

"Te voy a dar donde más te duele", le dijo Alejandro a Romina, un mes antes del crimen, en medio de una larga comunicación telefónica que ella grabó y en la que él amenazaba con quedarse con el bebé.

"Era mentiroso, se enojaba por cualquier cosa y siempre estaba celoso", resumió Romina Quiroga, la primer testigo en declarar ante el tribunal y subrayó la poca convivencia que tuvo con el papá de su hijo: "Nos conocimos por Internet, comenzamos a salir y formamos pareja, pero la verdad es que él vino pocas veces y en todo mi embarazo habrá estado un par de veces en San Martín".

Alejandro Alegre convivió apenas unos meses con su pareja y su hijo, y esa mala relación con Romina llevó a que tampoco fuese bueno el trato entre el muchacho y su suegra.

Sonderman fue muerta cerca de las 9 de la mañana del 22 de junio de 2012, en el patio interno de la ferretería de Boulogne Sur Mer 578. El asesino se escondió detrás del portón de ingreso y esperó a que la dueña entrara; fue entonces que le dio varios golpes con un hierro en la cabeza y ya en el piso, la pateó reiteradas veces y así le fracturó la primera vértebra cervical y de la segunda a la novena costilla".

Luego y aún con vida, el asesino clavó un hierro en el cuello de Sonderman, "hasta la columna cervical, lo que produjo la muerte por hemorragia cerebral traumática debido al estallido del cráneo", se estableció en la necropsia. Su hija fue la que encontró el cuerpo pasado el mediodía y luego de que ella no respondiera a sus llamadas telefónicas.

No hubo robo, ya que la cartera de la mujer apareció junto a su cuerpo y nadie intentó forzar el ingreso al local, aunque el asesino escribió sobre una puerta de chapa un mensaje mafioso: "Paga Carlo (sic) o siguen tus hijos", una advertencia que los investigadores creyeron en principio, que estaba dirigida al hermano de la víctima, Carlos Sonderman, aunque más tarde se impuso la idea de que el mensaje había sido escrito para despistar; incluso hay una prueba caligráfica que marca similitudes entre la letra de Alegre y el mensaje escrito en la puerta, una de las pruebas principales en contra del acusado.

Alejandro Alegre había llegado a San Martín el día antes del homicidio y por mensaje de teléfono, le dijo a Romina que quería ver a su hijo; el mismo día del crimen, durante toda la mañana y la siesta le envió una decena de mensajes repitiendo lo mismo, que pasaría a ver a su hijo e incluso lo hizo, a media mañana, aunque Romina no abrió la puerta, dice que por miedo a verlo.

El tribunal, presidido por Viviana Morici e integrado por Jorge del Pópolo y Armando Martínez escuchó también el relato del viudo, Luis Salinas, quien contó que en algún momento le dio trabajo a Alegre en la reparación de un auto y que no observó que hubiese una mala relación de pareja, o del muchacho con su esposa: "Si eso ocurrió, no me lo contaron", dijo el hombre, que el día del crimen llegó junto al cuerpo de su mujer, pocos minutos después que la hija.

El lote de la ferretería tiene entrada por ambas calles y el portón del fondo había sido soldado en una decena de puntos porque nadie lo usaba. El día del crimen alguien lo forzó y lo abrió: "No sé si lo hizo el asesino cuando entró o cuando se fue, pero rompió el portón y los perros, que son encaradores con los extraños, no le ladraron", dijo el hombre.

Hoy declara Carlos Sonderman, hermano de la víctima y el hombre al que supuestamente estaba dirigido el mensaje mafioso escrito en una puerta junto al cadáver.

"No teníamos relación con él y yo le tenía prohibido el ingreso a mi casa o al negocio", resumió Salinas cuando le preguntaron cómo se llevaba con su cuñado.

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