La Corte decidió acabar con el suplicio de un nene atrapado en la pelea judicial de sus padres

En una sentencia poco usual, la Suprema Corte emitió un fallo para que un chico elija con quién quiere vivir. Y para que no desfile más por pasillos de Tribunales y pericias psicológicas

Joaquín es un adolescente cerca de cumplir 16 años. Pero desde los 9, fue un niño que estuvo a merced de las disputas de sus padres que se separaron y que se llevaban pésimo.

En esos casi 7 años, el joven vivió con ambos alternadamente y tuvo que ir decenas de veces a psicólogos y audiencias de revinculación.

Hoy no quiere más estar en el medio. "Quiero vivir con mi madre. No quiero ver a mi padre", les dijo a los jueces de la Corte en una reunión que mantuvo hace poco. Y eso va a pasar. Así lo dictaminaron los magistrados Alejandro Pérez Hualde, Jorge Nanclares y Julio Ramón Gómez. La sentencia se conoció la semana pasada.

Todo comenzó con el divorcio de sus padres cuando el nene tenía 9 años. Después de terribles peleas, el matrimonio llegó a su fin. El niño se quedó con su madre en una casa del barrio Dalvian.

Pero en abril de 2009, el padre llegó al Juzgado de Familia con su hijo y pidió la guarda provisoria del menor y la prohibición de acercamiento de su madre: el niño dijo que su madre lo golpeaba y lo maltrataba. El papá logró su objetivo ese mismo día y se quedó con Joaquín.

En setiembre de 2009 -5 meses más tarde- la jueza ordenó que Joaquín debía volver con su madre ya que no se habían comprobado en la mujer rasgos de violencia. Además, la magistrada ordenó también, de modo obligatorio, una terapia vincular que incluía al núcleo familiar: es decir al nene y sus dos padres, que se odiaban.

Cuando se iba a producir el "reintegro" de Joaquín a su madre, el nene se opuso y por eso se decidió que todo se hiciera de modo paulatino. "Quiero quedarme con mi padre", decía Joaquín: a los 9 años.

Los primeros días de marzo de 2010, el niño regresó a vivir con su mamá. Y en una audiencia dijo que "por 30 días no quiero ver a mi papá" y que iba a hacer lo que su madre le dijera.

Desde esa fecha, el padre del nene no pudo ver a su hijo por meses. Joaquín indicó, en otra audiencia, que ahora a quien no quería ver era a su padre y que todo lo malo que había dicho acerca de su mamá "eran mentiras".

Revinculación

En julio de 2010 se ordenó otra "revinculación" entre el niño y su padre. Pero la madre apeló la resolución. Casi un año después, en marzo de 2011, el padre del menor inició una medida "autosatisfactiva" en la que solicitaba el restablecimiento del vínculo con su hijo.

En esa medida, el hombre refiere que desde que se ordenó la restitución del vínculo con Joaquín, "mi ex mujer ha impedido la comunicación de manera inmoral y autoritaria; y desconoce así las necesidades de nuestro hijo".

En julio de 2011, la Justicia de Familia ordenó "la revinculación inmediata del padre con su hijo". Para eso, se lo obligaba al menor a ir todos los sábados de 10 a 12 al club house del Dalvian (barrio donde vive el niño). También le ordenaron a la madre que no impidiera esas juntadas entre padre e hijo.

Esta resolución también fue apelada por la mamá de Joaquín y la Cámara de Apelaciones aceptó el pedido de modo parcial, por lo que no hizo lugar a la revinculación inmediata pero volvió a pedir que la pareja separada y el nene reintentaran hacer "terapia familiar".

Suprema Corte

Ante esta noticia, la madre de Joaquín estalló de ira y por medio de su abogado interpuso un recurso de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia.

Fue entonces cuando los supremos intervinieron para dilucidar si es arbitraria o incorrecta la sentencia que ordenaba la Cámara de Apelaciones. Y posaron sus ojos en el Nuevo Código Civil y Comercial vigente y en la Convención de los Derechos del Niño, a la que adhiere Argentina.

Llamaron a Joaquín a una audiencia. "Nos encontramos con un joven de casi quince años con ideas y conceptos claros y definidos; que comprendió y respondió cada planteo que se le hizo; y que fue claro a la hora de manifestar que se opone al régimen de visitas que ha sido fijado, así como también a cumplir con la terapia familiar impuesta. Sostiene que no desea tener contacto con su padre".

Los jueces hicieron lugar al recurso extraordinario.

Odio ciego

"Pero en esta triste historia -escribieron los magistrados en sus considerandos- el odio entre los padres ha sido tan radical que ha causado en Joaquín un daño de difícil abordaje desde la justicia reparadora. El derecho es impotente frente a un caso así. No hay modo razonable de imponer al menor que acepte a su padre. No hay terapia a la que pueda obligárselo a asistir. Lamentablemente, los padres de Joaquín no tuvieron amor ni generosidad suficiente hacia su hijo. Sólo le enseñaron que, mientras estaba con uno de ellos debía odiar al otro; debía mentir en contra del otro e inventar situaciones para perjudicar al que le convenía en ese momento".

"Todo ello frente a la mirada atónita de jueces y asesores de menores, que no podían dar crédito a tanta manipulación de los padres sobre un niño pequeño".

Para los jueces, la Justicia hizo todo para intentar acercar a las partes. "Los recursos del Poder Judicial fueron grandes: llevar y traer al niño al Dalvian varias veces por semana durante meses; encuentros en la guardería; profesionales que atendieron al niño, a sus padres, en forma individual y luego conjunta, en un proceso que lleva años".

Finalmente, Joaquín fue escuchado. Dijo que no quiere más citas ni ir a juzgados ni hacer terapia obligado. "Quiero vivir como un adolescente", dijo. Luego le ofrecieron un abogado: "Tampoco quiero un abogado", cerró, harto.

Hoy celebrará un Día del Niño distinto.

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