Como consecuencia de El Niño, en Mendoza se cosecha 40% menos

Según estimaciones del IDR, la producción con respecto al año pasado cayó a la mitad en el caso del damasco, en tanto la cereza, el durazno y la vid de las zonas Este y Norte también fueron afectadas por el fenómeno climático. Gran preocupación por el est

La temporada agrícola 2015/16 viene complicada. Es que las lluvias constantes que en algunos departamentos como Santa Rosa, Luján, Maipú, Tupungato  fueron intensas, en combinación con el granizo,  afectaron a todos los cultivos, lo que generó pérdidas generales, que según estiman especialistas y referentes, alcanzaría el 40% en diferentes plantaciones.

En algunas hortalizas emblemáticas para la provincia, como el ajo, de las 9.800 hectáreas plantadas en la provincia, 40% se vieron afectadas por enfermedades asociadas con las lluvias constantes, según datos aportados por el ingeniero Aldo López, especialista en cultivo de ajo de la EEA La Consulta Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

Desde el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) la ingeniera Cecilia Fernández afirmó que toda la producción hortícola y frutícola de la provincia se vio afectada por las lluvias constantes del fenómeno climático de El Niño, pero que los cultivos más sensibles al agua de los cielos fueron la cereza, el damasco y la vid de las zonas Este y Norte de la provincia.

“En el caso de la cereza y el damasco, al ser cultivos tempranos fueron las lluvias primaverales las que afectaron su floración. En el caso de la cereza, las lluvias no permitieron que las abejas que polinizan el fruto salieran a realizar su labor, por lo cual se bajó la cantidad de flores fecundadas. Y en el momento de la cosecha, si hay lluvia se rompe la cereza, por lo cual no sirve para su comercialización”, explicó Fernández.

Según la técnica del IDR, su estimación señala que con respecto a la temporada pasada, la producción de damasco cayó un 50%, en tanto para la cereza fue del 40%.

En la vid

No fueron los únicos cultivos dañados por las lluvias constantes. Otro tanto sufrió la vid de las zonas Este y Norte de Mendoza.

"Para la vid de esas zonas, la pérdida productiva con respecto a la temporada pasada, calculamos que fue del 40%", acotó Fernández. 
Justamente desde otro organismo, en este caso de Jorge Prieto, en el área de ecofisiología de la vid, en la EEA Mendoza INTA,

precisaron que las lluvias en la vid favorecieron el desarrollo de enfermedades criptogámicas en hoja y racimo, que pueden haber afectado el rendimiento y la calidad. “Este año, hubo focos de podredumbre desde muy temprano en la temporada, antes del envero que se da en enero, esto es cuando se produce un cambio en el color de las uvas, de forma que las variedades tintas se colorean con pigmentos rojos y azulados, mientras que las variedades blancas se vuelven rubias o amarillas. Este año se complicó este proceso biológico en la vid”, explicó Prieto.

El agua constante de las lluvias también ocasionó peronospora en algunos casos, donde las enfermedades no se controlaron adecuadamente. Según el especialista del IN TA, también el agua en abundancia hizo que se cayera el follaje que cubre la vid, por lo cual la dejó más vulnerable a los rayos del sol y eso afectó la acumulación de azúcares en la uva y la correcta maduración. Así la vid no pudo realizar la fotosíntesis en forma adecuada.

“Esto puede también ocasionar que la planta no pueda realizar la acumulación de azúcar en tronco y raíces, por lo que genera que sus reservas para la próxima temporada disminuyan calidad”, precisó Prieto.

De cualquier manera, Prieto afirmó que los pronósticos de cambio climático prevén un aumento en la frecuencia de tormentas fuertes, mientras que al mismo tiempo la precipitación nívea se prevé que disminuiría. Esto presenta el desafío de mantener la sanidad de la planta y la uva a lo largo del ciclo previendo que tal vez haya menor disponibilidad de agua para riego.

Es por ello que desde el IN TA siguen trabajando en variedades de vid adaptadas al déficit hídrico y en estrategias de riego que se adapten a la sequía. “Va a disminuir la precipitación nívea de la cordillera que alimenta los ríos, por lo cual se estima que habrá menor disponibilidad de agua para riego”, subrayó el especialista del INTA.

Durazno, agua y ajo

En el durazno para industria, cuando los pronósticos del IDR daban cuenta que la provincia podría tener 160 mil toneladas, “por las lluvias sólo 100 mil toneladas fue posible industrializar”, según datos aportados por Alberto Barro, productor, que tiene plantaciones de durazno para industria en Villa Seca, Tunuyán.

“La lluvia nos ha traído complicaciones de todo tipo, hay enfermedades complicadas como la viruela y monilinia”, apuntó Barro. Justamente la monilinia frutícola, que por lo general es una enfermedad causada por las lluvias y que se da durante los tiempos de floración.

“El agua de lluvia lava la planta en el momento de floración, una de las etapas más vulnerables del fruto. La gran mayoría de los productores, no han hecho las labores culturales y esto ha significado  la caída en el rinde en algunas fincas del 45% con respecto a la temporada pasada”, precisó José Luis Vidar, miembro de la Asociación de Productores de durazno para industria.

Más aún, según Viar, en “peras estimamos que hemos tenido menos de la mitad de la cosecha con respecto a la temporada anterior. También tenemos cosechas más pobres en la manzana”, apuntó  el dirigente agrario.

Barro, que también preside la Federación del Plan Estratégico del Durazno de Industria (Fepedi), reconoció que el año productivo estuvo complicado sanitariamente por las lluvias primaverales y que el mal de las enfermedades criptogámicas puede extenderse inclusive en la temporada 2016-2017.

“La monilinia es tan dañina para el durazno que si el fruto enfermo no es tirado en un pozo con cal que inhibe el hongo, éste vuelve a reproducirse en la temporada siguiente”, especificó Barro.

Aldo López, especialista en cultivo de ajo de la EEA La Consulta Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria INTA, afirmó que el productor no está acostumbrado a los sistemas de conservación y de prevención.

En cuanto a las enfermedades criptogámicas del cultivo, fueron los hongos como la carbonilla que ocasiona manchas, y por lo tanto produce un deterioro comercial debido a los menores precios que obtiene el cultivo en la cadena de comercialización.

"La podredumbre también se produce en el momento de la cosecha, es importante que el ajo no se moje", alertó el especialista del INTA.  
Desde su visión crítica tampoco ayuda los sistemas tradicionales de conservación del ajo que se realizan entre diciembre y marzo en la provincia.

Ni las truchas se salvaron

No sólo las plantaciones agrícolas tuvieron que sobrellevar los problemas de un año húmedo y con mayores precipitaciones. Según datos del Ministerio de Economía, Infraestructura y Energía, este año llovió en promedio 396 mm entre octubre y marzo, en tanto, el promedio histórico es de 250 mm para ese mismo período.

“Por las lluvias, algunos de los caños que traen agua al estanque de truchas se rompieron. Además, hay que sumar que las fuertes lluvias traen barro y agua turbia a los estanques, que complican a las truchas. Con este escenario no se las puede alimentar y les falta oxígeno. Tuvimos que trabajar mucho para evitar que la mortalidad fuera alta”, sostuvieron desde Atamisque.

En Malargüe, El Niño fue más benévolo. En este sentido, César Gatica, dueño del criadero Cuyan-Co, comentó que este año no hubo problemas con el río Malargüe. “En esta zona no hubo tanto problema, el río Malargüe no aumentó, no me perjudicó en nada. Me alimento con agua de una vertiente. Hemos tenido una buena producción y con eso estamos abasteciendo al mercado interno”, comentó Gatica.

El origen

Ricardo Villalba del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales sostuvo que “las lluvias de verano en el llano poseen origen en el océano Atlántico, donde tiene incidencia sobre La Pampa y Buenos Aires. En esta temporada esa influencia llegó a Mendoza, lo que ha desencadenado un año marcado por una gran humedad, que trae toda una serie de enfermedades criptogámicas en los cultivos. Es un fenómeno coyuntural, no vemos que se instale en forma constante”.

Para Bruno Cavagnaro, del departamento de fisiología vegetal del Conicet, el fenómeno El Niño es una parte más de las manifestaciones del cambio climático.

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