Almirón, un silencioso que habla con trabajo

Avisó en el Tomba, en el Rojo no le dieron tiempo y en Lanús hizo explotar a un equipo que siempre fue más que el resto. Méritos de un trabajador.

“Los que antes decían que era malísimo ahora me dicen ¡qué bien juega Lanús!”. Jorge Almirón convivió con el doloroso vértigo de un club grande, en el que a pesar de tener números destacados lo vio salir por la puerta chica luego de perder con Racing. En Independiente alternó buenas y malas, pero con su llegada a Lanús se ratificó como un DT de gran nivel en AFA.

En su primer torneo, con 17 juego al frente del plantel, el hombre que se formó como técnico y jugador en México logró instalarse con un Grana que fue sensación. Marcó el ritmo de su zona y se destacó llevándose la final ante San Lorenzo. Almirón sostuvo la base de los Barros Schelotto y le apostó su dinámica de juego para arrasar en un grupo que tuvo a Boca y Racing como candidatos truncos. Ganó en 13 ocasiones, empató 2 y cayó en otros 2. También robó en otras estadísticas: fue el equipo más goleador con 32 y el menos batido con 10.

El inicio fue auspicioso, pero lo mejor se vio en la reacción post derrota 2-1 ante la Acadé. Llegaba Boca y lo despachó 2-0. De ahí en más, Lanús sumó 6 victorias en fila, en el medio los clásicos con Banfield, para clasificarse ante Aldosivi a la final, con dos fechas por delante. Para el cierre, el negro le dio rodaje a los suplentes y con un mix empató 1-1 con Argentinos y perdió 3-1 con Huracán, su única caída de local. En la finalísima, Lanús se impuso  4-0 sobre el Ciclón y gritó campeón, quedando el equipo en la historia de los 101 años de vida.

“La palabra campeón me emociona. Siempre dirigí equipos chicos. Nunca gané nada como entrenador”, había confesado Almirón, en la previa. El Comandante se deshacía ante su primer triunfo, en su primera campaña al frente del Granate. Y superó la barrera. Rompió con el karma.

En Avellaneda falló en los momentos fundamentales. En los quiebres. Acá no le tembló el pulso. Aprendió de sus errores. Ganó los clásicos, sacó del campeonato a Boca y puso de rodillas al poderoso Ciclón. Eso sí, como en el Rojo, Racing fue su único tropiezo.

Todavía tiene fresco cuando utilizaba las actuaciones de sus actuales jugadores para explicarle a los de Independiente lo que pretendía. Hizo jugar a los de Avellaneda como quería, pero no tuvo la suerte que sí lo acompañó en el Sur. En los videos, explicaba los movimientos de Acosta, las transiciones de Marcone o las salidas de José Gómez, nombres que brillaron de su mano. También entendió que a pesar de que no lo convencía tanto, Sand podía aportarle mucho. Y lo hizo con creces.

“Pese al 4-0 fue un partido durísimo. Arrancamos bien después el trámite se emparejó y con el segundo gol se aclaró todo. El equipo se tranquilizó y empezó a jugar. Coronamos el campeonato con una muy buena actuación. Es un día especial, histórico para el club y su gente. Ojalá no se desarme el equipo porque hay mucho potencial para seguir creciendo”, comentó el Negro, que escribió su nombre en el país con Defensa y Justicia casi en silencio, se robó algunos flashes de las cámaras con su presencia en Godoy Cruz y consiguió la visibilidad mediática que tanto lo incomoda en el Rojo.

De capa caída, su pico llegó en Lanús, donde gritó con mucho merecimiento el título. Ese que lo hará llorar durante años y lo curtirá como DT ganador. El silencioso que habla en la cancha.

Guede reconoció la superioridad del Granate

"Acabo de perder, es complicado hacer un análisis. Fueron mejores, ya está. Los sentimientos juegan fuerte, más que la cabeza. Me quiero morir. No les puedo reprochar nada a estos jugadores. Lo han dejado todo. Tengo que estar agradecido por el esfuerzo, por llegar acá", contó Guede. 
Por su parte, el presidente de San Lorenzo, Matías Lammens, negó el rumor: "Guede no renunció".

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