La vieron con una zapa abrir la tierra,
sabía a perfume de albahaca su piel,
a tomillo fresco sus costados del día
entremezclados con disperso aroma
de laurel.
Dicen que en el hueco de sus manos,
a simple vista, se observaba un mapa labrador,
que su tranco lento era un fulgor agrario
y desde su frente nacía un cauce de riego
empujado a sudor.
Yo la vi un poco más, hundida, en profundo silencio,
con ultrajes y atropellos, con un grito censurado
que sólo en la garganta se encierra
y va rondando dolido por el cuerpo
mientras el sacrificio de la carne trabajadora
no entiende de ninguna espera.
La sentí raíz, como fecunda hija de la pachamama,
la vi guardando un misterio del sol en su mirada,
cumpliendo un rito ante el pan presente en la mesa,
elevando al cielo una plegaria por la ausencia del agua.
Ovilló leyendas, sí, en un telar con mil colores,
sin fronteras ni distancias,
bajo un árbol añejo de la existencia diseñó un poncho
de hermandad sin diferencias
y de a poco, ingenua, sin saberlo, le puso color
a la esperanza.
Pastoreó cabras en su aldea y cuidó del amor
bajo su techo,
del mismo barro levantó el resguardo para sus
frutos carnales
y ellos crecieron fuertes, altas semillas, destacado brillo
repartido en labores, arados y trigales.
Mas ella, madre innumerable, foto invisible,
iba enarbolando más la mies y el tiempo próspero
con todo su conocido retardo.
Así, en tamaña espera, con un mundo injusto
que se hunde en cada intento de avance,
se hundieron lentamente sus retinas tras
el cúmulo incontable de sus años.
La vimos partir una tarde azul, silenciosa.
Atrás de ella iban corriendo duendes y lágrimas
ajenas de ataúdes, cruces y rituales.
Y ahora entonces, sin protocolos ni
declaraciones oficiales,
en lo anónimo de su nombre, a honra callada
por su tallada entrega;
yo la nombro ante todos:
"Mujer, estirpe agraria, ejemplo
benévolo del trabajo, escudo, bandera;
vientre de siembras sin pausas,
vena abierta de la cosecha mal pagada,
símbolo de la batalla nunca abandonada,
dama estandarte, esposa del campo,
brazo elevado, agua y riego, rayo de sol;
cuerpo dolido sin ninguna culpa
que aró aún con su vejez nuestro suelo
enterrando con su vida al dolor."
Ahora también me pregunto si descansa en paz,
¿a qué cielo agrario se trepó?
Si su madre seminal originaria fue la pachamama
y si su único padre fue acaso un dios de sol.
En: “El grito de las Injusticias”.