A 200 años de la histórica carta de San Martín a Godoy Cruz

En vísperas de un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, el 24 de mayo de 1816, San Martín, a la sazón Gobernador Intendente de Cuyo, escribía a uno de los diputados por Mendoza ante el Congreso de Tucumán, Tomás Godoy Cruz, una famosa carta en la que le decía: “Mi amigo y paisano: Tengo a la vista la de usted del 12 y en su consecuencia he prevenido a Vargas el desarreglo en que se hallan los correos a ésa; éste ha quedado en remediarlo, pero para esto es necesario se establezca posta de La Rioja a Catamarca y de ésta a Tucumán, que no la hay...”.

San Martín, gran líder y conductor, fija en este primer párrafo la atención en las comunicaciones. Como en épocas de la colonia y luego en los primeros años de la Revolución las postas eran el único y efectivo sistema de comunicación que permitía conectar todo el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Tucumán era ya para entonces una de las ciudades más importantes del actual norte argentino y se había convertido en la principal fuente de recursos de la campaña patriota que había encabezado Manuel Belgrano.

Para ese año de 1816 se había convertido en la sede del Congreso de Tucumán. Hasta allí llegaba la profusa correspondencia que San Martín dirigía a los diputados por Cuyo, instándolos a dar el golpe de gracia al proceso iniciado el 25 de mayo de 1810 que ahora, de mano de San Martín, comenzaba a transitar su etapa decisiva: “Veo lo que usted me dice sobre que el punto de la independencia no es soplar y hacer botellas.

Yo respondo a usted que mil veces me parece más fácil hacerla que el que haya un solo americano que haga una sola botella”, con su conocida ironía y tono firme el Gobernador compelía a los diputados a suscribir la tan demorada y ansiada “Declaración de Independencia”, y para ello no escatimaba argumentos. Con sutileza y pluma inquieta agregaba: “Ya sabe usted que muy poco entiendo, pero de política menos que nada, pero como escribo a un amigo de toda mi confianza me aventuraré a esparcir un poco de erudición gabinetina; cuidado, que yo no escribo nada más que para mi amigo”.

Disfrazando sus dichos en una su puesta ignorancia y con el ardid de introducir sus ideas en el Congreso a través de quien sería uno de sus principales voceros, el futuro Libertador de América escribía: “Si yo fuese diputado me aventuraría a hacer al Congreso las siguientes observaciones. Soberano señor: un americano republicano por principios e inclinación, pero que sacrifica estas mismas por el bien de su suelo hace al Congreso presente: 1º Los americanos de las Provincias Unidas no han tenido otro objeto en su revolución que la emancipación del mando del fierro español y pertenecer a una nación”.

Preocupado por la forma de gobierno continúa: “2º ¿Podremos constituirnos República sin una oposición formal del Brasil (pues a la verdad no es muy buena vecina para un país monárquico) ciencias, agricultura, población y con una extensión de tierra que con más propiedad puede llamarse desierto?

En este momento crucial de la historia tanto San Martín como Belgrano, pese a sus principios republicanos, sostenían la necesidad de establecer una monarquía temperada o constitucional al estilo de Inglaterra, pues creían acabadamente que estos territorios aún no estaban listos para constituirse en un sistema democrático como lo habían hecho los EEUU.

Finalmente expresaba en su argumento: “Seis años contamos de revolución y los enemigos victoriosos por todos lados nos oprimen: falta de jefes militares, y nuestra desunión son las causales. ¡Y se podrán remediar! Puede demostrarse que no podemos hacer una guerra de orden, por más tiempo que el de dos años, por falta de numerario y, si sigue la contienda, no nos resta otro arbitrio que recurrir a la guerra de montonera y en este caso sería hacérnosla a nosotros mismos”.

Con su visión clara identificaba que las peleas “entre hermanos” podían llevarnos a la ruina y se adelantaba así con su juicio a lo que vendría luego: la lucha entre unitarios y federales, y el desmembramiento de las repúblicas por él libertadas.

Lamentablemente el tiempo le daría la razón; una vez más no se equivocaba.

Luego, en otro párrafo de la misiva continuaba: “Ya está decidido el problema de Inglaterra, nada hay que esperar de ella. Ahora bien, ¿cuál es el medio de salvarnos? Yo lo sé, pero el Congreso lo aplicará como tan interesado en el bien de esos pueblos. Resta saber, que si los tales medios no se toman en todo este año, no encuentro (según mi tosca política) remedio alguno. Se acabó”.

Recurriendo a su experiencia y conocimientos de geopolítica y política internacional, pues no tenía nada de “tosco político”, San Martín daba por terminada la larga espera mantenida por la dirigencia de Buenos Aires para obtener el protectorado inglés desde el año 13, a lo cual se había opuesto sistemáticamente. Por el contrario, de manera terminante, esgrimía su plan, su anhelo y su fallo: Independencia Ya.

En otro párrafo analizaba lo que estaba ocurriendo en el continente americano y celebraba la unión que propiciaba Artigas con el Paraguay, pero sin embargo daba su veredicto sobre el asunto y sentenciaba: “Mucho me ha tranquilizado lo que usted me dice acerca de la probabilidad de unión del Paraguay y de la Banda Oriental. Dios lo haga, pero yo apostaría un brazo que no se verifica y aseguro a Usted por mi honor, que me alegraría perderlo: el tiempo por testigo”.

Luego daba las explicaciones a Godoy Cruz sobre por qué había desistido de su viaje al Norte, donde había planeado reunirse con Pueyrredón y visitar el Congreso: “Ya no creo necesaria mi ida a ésa en razón de que Pueyrredón me escribe me entienda con el director interino en un todo, en el entretanto él regresa. Yo lo celebro mucho pues mi mala salud habría padecido mucho con tal viaje”. Finalmente el encuentro con Pueyrredón se produciría dos meses más tarde en Córdoba.

Por último se despedía de su gran amigo y congresal por Mendoza ante el Congreso de Tucumán, dándole un parte de su ajetreada agenda en tierra mendocina, haciendo notar como siempre la escasez de recursos y la falta de numerario con estas palabras: “He vuelto a emprender la construcción del campo de instrucción y voy a extenderlo para tres tantos más que el ya construido: sin este arbitrio no habrá soldados para la causa. Sigue la tranquilidad por ésta, pero el numerario me apura mucho.

Su señor padre está completamente sano y más robusto que nunca, lo mismo le sucede a Molina. Muchas cosas a los compañeros, quedando como siempre su amigo Q.B.S.M José de San Martín”.

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