Ambiente: Las acciones individuales pueden generar verdaderos cambios

Los problemas que tenemos por delante sobre esta situación nos interpelan como sociedad y nos exigen salir de ciertos enfoques tradicionales.

Imagen ilustrativa / Archivo
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La preocupación por lo ambiental comienza a percibirse por parte de nuestras sociedades a partir del agotamiento o el impacto sobre ciertos recursos naturales, e instaura una pregunta: ¿Cuál es la relación que hemos construido con la naturaleza?

Indudablemente, nuestros modelos de desarrollo generaron una apropiación y un aprovechamiento de la naturaleza basados en una premisa irracional: la “superabundancia indefinida de recursos naturales”, plataforma sobre la cual hemos posicionado a nuestro ambiente como una mera fuente susceptible de satisfacer nuestras necesidades en el menor tiempo posible, sin dimensionar los verdaderos costos asociados. La realidad es que hemos llegado a un límite como humanidad, y de continuar con nuestro ritmo de consumo necesitaríamos aproximadamente 1,7 planetas para satisfacer nuestras necesidades actuales como sociedad, consumiendo una mayor cantidad de recursos de los que el planeta tiene la capacidad de producir. Estamos ante un verdadero default ambiental.

Asimismo, sabemos que en el caso de no reducir drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero, nos encontraremos ante un gran problema y el cambio climático generaría impactos irreversibles.

Es que lo ambiental nos interpela como sociedad y nos exige salir de ciertos enfoques tradicionales. Somos parte de un sistema, en el que nuestras acciones modifican a un todo, y viceversa. Asimismo, el concepto de sustentabilidad incorpora otra dimensión: satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin impedir que las futuras gocen del mismo derecho.

Existe una íntima relación entre la salud de nuestros ecosistemas y la salud de nuestras sociedades. Cuando ciertos equilibrios se alteran (como la destrucción o la fragmentación de hábitats naturales), damos lugar a problemáticas que generan pérdidas humanas y económicas de mayores dimensiones que la pandemia que hoy nos aqueja.

Diversas imágenes en distintos lugares del mundo mostraron un retrato inimaginable: avenidas sin automóviles, peatonales desiertas, cielo sin tráfico aéreo. La especie humana desaparece por un momento de la escena principal del planeta y con ello se advierten ciertos beneficios, como es la reducción de contaminantes atmosféricos (con disminuciones de niveles de hasta un 50% tal el caso de nuestra provincia), acercamiento de fauna silvestre a nuestras ciudades, entre otras. Sin embargo, estos cambios son temporales y la solución de fondo dista de las cuarentenas.

Nos encontramos ante una oportunidad única de abandonar esta relación disfuncional que hemos construido con nuestra naturaleza, caso contrario, seguiremos subsidiando problemáticas como la aparición de nuevas pandemias. Nuestros modelos económicos deben incorporar perspectivas ambientales como ejes centrales y valorizar los múltiples servicios ambientales. El crecimiento económico es imposible de sostener si los recursos se agotan o son mal utilizados.

Como mendocinos, hemos sabido superar muchas adversidades. En un desierto supimos construir un oasis. Resulta que la sustentabilidad es la mejor opción, nuestras acciones individuales tienen la potencialidad de generar verdaderos cambios ante problemas globales y todos somos responsables y protagonistas en esta historia. De esta cuarentena no podemos volver iguales, la forma de volver es siendo más sustentables.

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