Ángel Bustelo nació en Mendoza en 1909 y fue conocido por las generaciones contemporáneas debido a que se constituyó en el símbolo de la persecución política en Argentina. Por sus ideas de izquierda, las que abrazó desde su juventud, fue perseguido y detenido en todos los golpes de Estado que se produjeron en el país.
Amaba la música, la literatura y la pintura. Entre sus amigos estaban los escritores Pablo Neruda, Armando Tejada Gómez y Américo Calí; los pintores Juan Scalco, Carlos Alonso, Roberto Azoni y Luis Quesada y los cantantes folclóricos y populares (Atahualpa Yupanqui, Horacio Guarany y Mercedes Sosa).
Canalizó sus inquietudes sociales a través del periodismo y participó en la fundación y dirección de La Voz de San Rafael, en 1936, y El Diario de Mendoza, en 1945, junto con Benito Marianetti.
Bustelo fue autor de obras literarias, tanto en prosa como en poesía. Entre ellas "Alfredo Bufano, el montañés que vio el mar", "Un muchacho de provincia", "San Rafael de sus amores", "Duende y pólvora" y "El silenciero cautivo", en el que cuenta los días en la cárcel, durante la dictadura militar, de Antonio Di Benedetto.
Su domicilio fue reiteradamente violentado por elementos parapoliciales que destruían o confiscaban sus papeles. La casa de Bustelo recibió agresiones hasta en 1990; la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza lo había distinguido con el título de "Ciudadano ilustre de Mendoza", a las pocas horas una patota ultraderechista ingresó en su domicilio y destruyó la estatuilla que le dio la comuna.
Fue diputado provincial por el PC (1946-1948) y convencional constituyente (1948-1949). Fue expulsado del PC y fundó el Partido Socialista Obrero para la Liberación del que fue candidato a presidente en 1989.
Bustelo tuvo que declarar en el juicio a la junta militar e hizo reír y emocionar a los miembros del tribunal cuando, llorando, contaba que dentro de su celda decía: "Es increíble lo que está sucediendo en mi patria", después de haber sido golpeado y obligado a escupirse con Di Benedetto en un traslado al penal de La Plata.
"Llevo la marca de todos los tiranos", decía Bustelo, y reafirmaba: "Soy licenciado en rejas y prisiones".