Muchas veces pensamos que los términos pertenecen a un área determinada y que, fuera de ella, no expresan nada más. Eso no es así ya que, al sentido recto de un vocablo, se le deben sumar los valores connotativos y el significado particular que toman cuando forman parte de una locución.
Lo ejemplificaré a partir de la palabra ‘pared’ que, denotativamente, pertenece al ámbito edilicio ya que puede designar una obra de albañilería vertical, que cierra o limita un espacio y, también, con la misma utilidad, una placa de cualquier material: “Las paredes eran sólidas en el viejo edificio” y “Habían fraccionado el espacio con paredes de un material liviano”.
En la esfera deportiva, ‘hacer la pared’ es, dentro del fútbol, la jugada entre dos compañeros del mismo equipo, que consiste en que el primero, con el fin de evitar al contrario, pasa la pelota al segundo, que se la devuelve, en forma inmediata, unos metros más adelantada.
Coloquialmente, para señalar a alguien en estado de ebriedad, se usa la locución ‘arrimarse a las paredes’: “Lo observamos caminar vacilante, tambaleándose, arrimándose a las paredes”. Es similar a otra locución, ‘andar a tienta paredes’ que indica que la persona sigue una conducta vacilante, sin rumbo ni idea fija: “Daba pena verlo, con su andar inseguro y tentando paredes”.
Cuando utilizo la locución ‘darse alguien contra una pared’, puedo interpretar su sentido en forma literal, como sinónimo de atropellar el muro; pero, en general, se usa metafóricamente para connotar que la persona está encolerizada y fuera de sí: “Llegó a la oficina furioso, dándose contra la pared”. Parecida es la locución ‘darse (alguien) por/contra las paredes’, que connota que se apura y fatiga sin acertar con lo que desea: “Como no podía concretar sus anhelos, andaba dándose por las paredes”. También, el enojo y la irritación extremos se pueden expresar en la locución ‘subirse por las paredes’: “Su estado de ánimo, rayano en la exasperación, lo mostraba como subiéndose por las paredes”.
Hay locuciones que usamos más que otras, como ‘de pared’, que aplicada a un objeto significa que está adosado a la pared o que pende de ella: “Inmediatamente, vimos en su despacho un imponente reloj de pared”. Otra locución que se nos hizo familiar durante la pandemia es ‘entre cuatro paredes’, que descriptivamente nos indicaba el aislamiento, lejos de otra gente, encerrados en nuestros hogares: “Era monótona la vida entre cuatro paredes, durante tantos meses”.
Otras locuciones les atribuyen a las paredes acciones propias de los hombres, como ‘hablar’ y ‘oír’; así, ‘las paredes oyen’ constituye una advertencia para guardar discreción y no divulgar secretos: “Por favor, sé una tumba porque aquí hasta las paredes oyen”; asimismo, ‘hablar las paredes’ significaría que, de ser humanas, las paredes podrían dar a conocer conversaciones y hechos no divulgados y muy bien guardados: “¡Ah, si estas paredes hablaran!”.
Análogo sentido al de estas dos locuciones, posee la que reza ‘las paredes tienen ojos’, que advierte que no se ejecute lo que es malo, fiándose en que no se descubrirá por el secreto del retiro en que se ejecuta: “Ojo, cuidado con sus actos, mire que las paredes tienen ojos”.
Existen ocasiones en que acorralamos a una persona, poniéndola en una situación difícil, casi sin salida; para dar a entender este hecho se usa la locución coloquial ‘poner (a alguien) contra la pared’: “Apremiado por las circunstancias, sintió que los abogados lo habían puesto contra la pared”.
En el ámbito de los refranes, hay algunos elocuentes que resumen consejos o que transmiten experiencias de vida: ‘Amistades conserva la pared medianera’ se refiere no solo a la conveniencia de separar propiedades para evitar inconvenientes, sino que metafóricamente nos da a entender que, aunque dos personas sean muy amigas, hay una discreción y distancia prudenciales que es aconsejable conservar.
El Refranero multilingüe del Centro Virtual Cervantes incluye ‘Una pared blanca sirve al loco de carta’, que explica cómo la situación en que, si hay una pared sin pintar o si es de color claro, siempre hay quienes, inadecuadamente, la usan para escribir tonterías o palabras inconvenientes. Aunque se marca hoy en desuso, se rastrea su empleo desde hace mucho tiempo como otra versión de ‘Pared blanca, papel de necios’.
El mismo refranero incluye ‘Entre santa y santo, pared de cal y canto’; la ficha explicativa nos dice que con esta paremia se recomienda extremar la prudencia en las ocasiones en que concurren personas de diferente sexo, incluso si se trata de personas de probada virtud o consagradas a Dios, pues puede correr peligro su castidad.
Para censurar la afición a la bebida, se oye el refrán español ‘Sopa en vino no emborracha, pero arrima a las paredes’, variante de la locución ‘arrimarse a las paredes’, que ya consignamos como equivalente a estar ebrio; cuando una situación es muy comprometida y de difícil solución, se dice que la persona se halla ‘entre la espada y la pared’. También, si alguien se muestra avergonzado, confuso, como privado de acción o sin saber qué contestar, se lo connota con la locución coloquial ‘pegado a la pared’: “Ayer, después de lo ocurrido, se le vio pegado a la pared”.
El Diccionario de americanismos nos muestra la locución adverbial ‘hasta la pared de enfrente’, con el valor de “en grado sumo, sin condiciones, sin reservas”: Se ha comprometido con el proyecto hasta la pared de enfrente.
La misma fuente incluye ‘quedarse apaleando paredes’, que es usada en Nicaragua, para dar a entender que alguien sufre alucinaciones por efecto del alcohol o de las drogas.
Por fin, entre nosotros, en lenguaje coloquial, usamos muchas veces la expresión ‘llevarse una pared por delante’ que no indica, en forma literal, el hecho de atropellar un muro, sino que, metafóricamente, señala la indiferencia e, incluso, la animadversión de una persona a la que alguien acude: Fue a contarle su problema en busca de solución, pero se llevó una pared por delante.