Polémica por el cierre de una cooperativa de recuperadores en Las Heras

El viernes, la Municipalidad de Las Heras clausuró la planta situada en El Resguardo debido a falencias de salubridad y salud pública. Los trabajadores señalaron que fue con violencia y continúan en el lugar.

El reclamo de la Cooperativa de Recuperadores Mendoza (Coreme) en la planta de reciclaje de en El Resguardo, en Las Heras.
El reclamo de la Cooperativa de Recuperadores Mendoza (Coreme) en la planta de reciclaje de en El Resguardo, en Las Heras.

Además de ser el secretario de la Cooperativa de Recuperadores Mendoza (Coreme) que funciona en El Resguardo, departamento de Las Heras, Juan Guzmán es uno de los pioneros de la entidad clausurada por el municipio el viernes pasado, y que da trabajo a unas 40 personas con familias.

Padre de cuatro hijos y con dos nietas a cargo, aclaró: “Es necesario que el municipio revea esta situación y nos deje continuar con nuestra forma de ganarnos la vida”.

Ayer, en tanto, mientras la planta continúa clausurada y con la presencia de los operarios en el lugar portando carteles de reclamo, algunos de sus compañeros se dirigieron a la Fiscalía 36 de Las Heras con el fin de brindar declaración en el marco de una denuncia formulada por maltratos.

El viernes pasado, según señalaron a Los Andes los propios trabajadores, policías y preventores de Las Heras ejercieron violencia cuando fueron a clausurar la planta, lo provocó moretones a una trabajadora embarazada. En tanto, uno de los empleados de la cooperativa continúa detenido, mientras que otro fue atendido ayer por un médico forense.

Consultado por este medio, Fabián Tello, secretario general de la intendencia de Las Heras, a cargo de Daniel Orozco, sostuvo que la razón de la clausura de Coreme está relacionada con la salubridad y la salud pública. “No tenían habilitación municipal”, sostuvo Tello, para aclarar que desde hace tiempo se viene trabajando para regularizar la situación, aunque sin obtener respuestas.

“No cumplen con las normas ambientales con respecto al tratamiento de los residuos húmedos, entre otros puntos”, amplió el funcionario, para agregar que se ofreció trasladar la operación al centro verde municipal incorporando a los trabajadores de las distintas cooperativas.

La postura del municipio se contrapone con la de los propios trabajadores.

En ese sentido, Mario Campero, miembro de la comisión directiva de la cooperativa, explicó que el municipio pone trabas y “palos en la rueda” relacionados con la habilitación y el comodato, aunque fue de un día para el otro, sin previo aviso.

“El comodato, ya que el terreno es municipal, está vendido hace cuatro años pero nunca, a pesar de nuestras gestiones, nos comunicaron previamente ni nos dieron una orden de desalojo con tiempo”, se quejó.

“Nada de lo que pueda suceder en nuestra cooperativa, que es nuestra fuente laboral, le da derechos al municipio ni a la policía para generar violencia”, opinó.

Y agregó: “llegaron con seis móviles policiales provocando un disturbio importante, agredieron a una mujer embarazada y ellos dicen que los violentos somos nosotros. Deberían darnos el ejemplo, ellos son instruidos y nosotros trabajadores que necesitamos el plato de comida todos los días porque tenemos hijos y familia”.

Gran parte del plantel que se desempeña en el lugar continúa en la planta con carteles que rezan “Queremos trabajar”; “Somos todos una sola familia”; “Luchamos por nuestra cooperativa” y “Apoyen nuestra lucha”.

“Nos han tratado de manera vergonzosa y violenta. Pero lo más grave es que pasan las horas y no podemos volver a nuestro trabajo”, manifestó.

Otro trabajador aclaró que “no somos cartoneros, sino recicladores organizados. Necesitamos que se acepten nuestras condiciones en el galpón porque así nos ganamos la vida”.

De un premio a una agonía

Casi como una ironía del destino, Celeste Alam, tesorera de la cooperativa y una de las pioneras en esa entidad, mujer luchadora que creció entre la basura, fue premiada por Fundación Avon pocas horas antes de la clausura del establecimiento.

Se trató del único premio mendocino de este concurso de proyectos nacionales que brindan trabajo y mueven la economía.

El premio, enmarcado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible impulsado por la ONU, consiste en 400 mil pesos y busca visibilizar propuestas que busquen achicar las brechas de desigualdad de género, por eso apunta a mujeres.

El proyecto de Celeste, precisamente, fue el de reunir a un grupo de mujeres que a partir de los desechos fabrican juegos didácticos que luego se comercializan en distintas ferias y brindan un sustento económico a las familias, además de cuidar el medio ambiente.

Tras haber viajado a Buenos Aires a recibir el premio, Celeste dialogó con Los Andes y habló de su infancia en medio de basurales a cielo abierto.

“Estoy tan feliz de haber logrado esto que no puedo creerlo. Es un premio a un proyecto que es parte de mi vida”, había señalado antes de la clausura que amargó y opacó ese momento tan especial de su vida.

Como tesorera de la institución, había señalado también que extraña la adrenalina de trabajar entre la basura. “Ahora cumplo una tarea más administrativa y tengo mejor calidad de vida, pero nací entre la basura y estoy orgullosa”, había dicho.

Poco después, la pesadilla. “Llegaron violentamente a clausurar la planta por problemas de habilitación y de vencimiento de comodato. Pero nosotros seguiremos luchando, necesitamos seguir trabajando, somos muchas familias que dependemos de esto”, concluyó.

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