Pepe y Alberto conversan en la oficina del Centro de Civiles Veteranos de Guerra “Operativo Malvinas”, en el piso 10 de un edificio en el centro porteño. Repasan datos en sus memorias. Recuerdan la guerra. Cuentan anécdotas. Se hacen preguntas. Ratifican convicciones. Tenían 37 años cuando en 1982 fueron al conflicto bélico con Gran Bretaña por el territorio argentino usurpado en 1833.
José “Pepe” Parada nació en 1946 en la Isla de Sálvora, Galicia, España. A los dos años llegó a la Argentina. Su padre fue corrido de España por la hambruna y porque era republicano en plena Guerra Civil Española. “Si no venía lo mataban”, dice. Y señala que cuando llegó, este país le brindó la oportunidad de conseguir trabajo, traer a su familia, educar a sus hijos hasta su muerte temprana a los 42 años.
“La vida me dio la oportunidad de devolverle a la Argentina, a través de lo que hice, todo lo que la Argentina le dio a mi viejo. Esa es la razón por la que estoy tan orgulloso”, recuerda, con la voz quebrada y entre lágrimas. Pepe era Marino Mercante, del buque Bahía San Blas. Durante la guerra transportó alimentos, agua, armas entre distintos puertos y a otros barcos en alta mar. También navegó para distraer a los británicos.
Del otro lado del escritorio, Alberto Gaffuri, nacido en el barrio porteño de Belgrano. Es ingeniero civil jubilado. Desembarcó en Puerto Argentino no para luchar, sino para hacer caminos y hasta una pista de aterrizaje. Dirigió el departamento de Vialidad Nacional en Puerto Argentino. Con sus compañeros, reparaban la pista, arreglaban caminos, hacían pozos de zorro.
Los dos son parte de los 1.200 civiles que participaron del conflicto, en trece especialidades. Capellanes, estibadores, marinos mercantes, médicos e Instrumentadoras quirúrgicas, observadores aéreos (R.O.A.), operarios de las Islas Georgias, periodistas, personal civil de las Fuerzas Armadas, pilotos civiles, radioteledifusión, radiotelefónicos, tele-postales y viales. Dieciocho de ellos murieron y forman parte de la nómina de los 649 caídos en los 73 días de conflicto.
La Marina Mercante
Para maniobras directas o de apoyo logístico fueron convocados bajo bandera unos cincuenta buques cargueros, petroleros, pesqueros y remolcadores. Algunos hicieron inteligencia, búsqueda y rescate; el “Formosa” fue el único que pudo atracar en Puerto Argentino, donde había complicaciones por la falta de calado y la pequeñez del muelle. El “Isla de los Estados” fue hundido el 10 de mayo por la fragata H.M.S. “Alacrity” en el Estrecho de San Carlos.
En el momento en el que se recuperaron las Islas, Pepe estába cargando lana para Inglaterra, en el dique 2 de lo que hoy es Puerto Madero. Estaba de guardia y se fue de franco a las 6:00 de la mañana. A las 18:00 lo pasaron a buscar con un vehículo de la Armada, dos conscriptos y un teniente de corbeta. “Me cargaron y me llevaron”, recuerda.
¿Usted ya sabía para qué lo llevaban?
Pepe - “Me imaginaba, no sabía exactamente para qué. Cuando llegamos a bordo nos dijeron que el buque había sido destinado a tareas de apoyo. Muchos de nosotros teníamos hasta dos meses de licencia a gozar. Podríamos habernos quedado. Ninguno se bajó”.
¿Había otros extranjeros en los buques?
Pepe – “Muchos. Había paraguayos, españoles, chilenos. Si hubiéramos sido tomado prisioneros, nos cabía hasta la pena de fusilamiento. Porque no había otra figura que la de un mercenario, dado que no pertenecíamos a ninguno de los países en conflicto. Pero no pasó”.
¿Qué tareas desarrollaban?
Pepe - “Eran variadas. Hacíamos inteligencia marítima: intentábamos escuchar las transmisiones británicas. Y nos mandaban a navegar hasta entrar en el rango en el que nos iluminaban los radares británicos. Ellos alertaban a todas sus fuerzas y movían todo. Cuando teníamos la seguridad de que nos detectaron, nos dábamos la vuelta y volvíamos a continente. Eso le daba una ventana a la Argentina para realizar los ataques”.
¿Cuándo hundieron el General Belgrano ustedes actuaron?
Pepe – “Estábamos a dos horas de navegación. Teníamos un problema: en la bodega había 1.700 toneladas de explosivos. El submarino británico estaba operando y nos iba a tirar. No se iba a perder la oportunidad”.
¿Por qué zona navegaba?
Pepe – “Conectábamos los puertos patagónicos. Una vez intentamos cruzar a Malvinas y a mitad de camino nos hicieron volver porque detectaron una flotilla de buques que venía a interceptarnos. Nos movíamos por las escuchas. El comando nunca nos decía con precisión lo que ocurría. Hacíamos también trasbordo en alta mar con maniobras de trasvase de pesos”.
¿Creen que fue justo que los llevaran?
Pepe – “Un país está obligado a usar todos sus medios en defensa de su soberanía. Y la Marina Mercante es estratégica, incluso desde el punto de vista Constitucional. Es la que provee combustible, agua, comida, armas…”
¿Tenían experiencias con armas?
Pepe - “No. Qué experiencia podíamos tener. Pero todo lo hicimos con absoluta profesionalidad. Afrontamos los miedos. Algunos lo hicimos por distintas convicciones”.
¿Recuerda dónde estaba cuando terminó la guerra?
Pepe – “Estaba en Ushuaia cargando contenedores. La guerra no terminó, se produjo el cese del fuego. Argentina nunca firmó la rendición”.
¿Qué le representa Malvinas hoy?
Pepe - Es emblemático porque participamos. Pero ratificamos con firmeza la defensa de la soberanía, el interés nacional, los recursos naturales.
Voluntarios para construir
Alberto y otros seis compañeros de Vialidad Nacional se presentaron en la sede central del organismo como voluntarios. “Cuando el administrador general nos vio, dos lágrimas corrieron por su rostro. Nos dijo que venía del Comando de Ingenieros donde le notificaron que cuatro trabajadores habían sido convocados bajo bandera. Eran 17.000 mil agentes y dos de los convocados estábamos ahí”, relata Alberto. Él había hecho unas cincuenta pistas alternativas en el marco del conflicto con Chile por el canal de Beagle, trabajó en la Base Naval de Ushuaia y con Gendarmería para la realización de los 37 pasos consensuados con el vecino país.
A la 1:30 del 12 de abril de 1982, Alberto fue subido a un Boeing 707 sin asientos en El Palomar. Llegó a Río Gallegos y fue trasbordado a un Boeing 737. A las 7:15 de la mañana aterrizó en Puerto Argentino. Estuvo en las islas hasta el alto el fuego y fue uno de los dos últimos funcionarios en dejar ese territorio el 16 de junio, que nuevamente había quedado en manos de la usurpación.
Alberto - “Teníamos 15 días como máximo para dar a los isleños lo que necesitaban, porque era el tiempo que calculaban en que iba a llegar la flota inglesa a Malvinas. Lo poco que había hecho el Estado argentino en Malvinas había caído bien a los kelpers, no la acción militar. La idea era lo que se hizo el 2 de abril: ir, limpiar y volver. Y después se iba a enviar un grupo militar para la vigilancia de las islas”. Hasta la llegada de los argentinos, en las islas el correo no funcionaba y no había teléfono.
El 1 de mayo de 1982, la Royal Air Force bombardeó la pista de aterrizaje del aeródromo de Puerto Argentino. Esa operación de nominada Black Buck fue la que comenzó las acciones bélicas por parte del Reino Unido durante el conflicto del Atlántico Sur. Fue tarea de Alberto y su equipo reparar aquella pista de aterrizaje.
En la charla, Alberto se esmera por recordar a todos y cada uno de los civiles con los que se cruzó o trabajó en Puerto Argentino. Y lamenta que la mayor parte del material fotográfico del 10 de junio en adelante se perdió. “Los rollos de los fotógrafos de Télam y algunos míos (con 1.200 fotos) tenían que pasar la requisa de los ingleses. Entonces, pusimos los rollos en barriles de café. Pasaron. Pero todo fue confiscado por el Ejército Argentino en el destacamento Número 9 de Inteligencia de Comodoro Rivadavia por orden del Teniente Coronel Oscar Fernando Monzón (quien murió en 1999)”, señala Alberto.
El misterio del helicóptero
El 30 de abril, tres kilómetros al sur de la ciudad de Caleta Olivia (Santa Cruz), se precipitó el helicóptero Bell UH-1H AE419 de la Fuerza Aérea Argentina. Allí murieron diez militares y soldados. Nunca más hubo un esclarecimiento sobre lo sucedido, dado que el informe pericial no se publicó.
Pepe - “La noche en que cayó el helicóptero yo estaba en Comodoro Rivadavia. Había terminado el horario de guardia. Era una noche común. Con mi primo fuimos a cenar y luego al cine para despejarnos un poco. De pronto, un apagón general. Estábamos lejos del puerto. Volvimos caminando. Cuando llegamos a la entrada del puerto, casi nos fusilan. ‘Alto, quién vive’, nos gritaron unos prefectos. ‘Pará, pará, somos tripulantes del Bahía San Blas’, respondimos. Y nos dijeron: ‘Ustedes están locos, no saben que desembarcaron los británicos en Caleta Córdova para sabotear los piletones de petróleo. Hubo un combate. Vayan al barco y quédense ahí”.
¿Cree que el helicóptero fue derribado?
Pepe - “Algunos dicen que el helicóptero cayó por accidente y otros dicen que lo derribaron los británicos. Lo cierto es que los británicos desembarcaron en continente, no solo en Caleta Córdoba sino también en Río Grande. Y en algunos lugares que nunca vamos a saber. Como todos sabemos, la primera víctima en una guerra es la verdad. Hay cosas de las que fui testigo, pero no lo puedo comprobar”.
¿Qué visión tienen hoy de aquella guerra?
Pepe - “Ninguno de nosotros fue a este conflicto a defender a Galtieri. Todos fuimos porque pensamos que Malvinas es el símbolo de la usurpación del territorio nacional, del cercenamiento de la soberanía. Nosotros no somos ni militaristas ni pacifistas. Yo a los británicos no les tengo ningún aprecio. Los británicos son mis enemigos, no mis adversarios, porque nos usurparon el territorio, nos explotaron económicamente toda la vida. La guerra fue justa. La causa Malvinas es una causa latinoamericana, unió conciencias porque fue una causa justa. Y esto va mucho más allá de cómo se tomaron las decisiones y quienes las tomaron”.
¿Cómo ven la relación actual con el Reino Unido?
Pepe – “Todos sabemos que detrás de la Embajada Británica están los servicios de inteligencia militar. En todo lo que ocurre alrededor de Malvinas está la inteligencia británica. Incluso hasta en las rencillas que hay dentro del movimiento de veteranos de guerra está. Porque para ellos, cuanto peor, mejor. Incluso, no tengo dudas que estuvieron en los incidentes del 16 de marzo entre excombatientes y efectivos de la Policía porteña por la atención médica del PAMI. Sabiendo cómo trabajan los británicos, no me asombra para nada todo lo que pasa. El proceso de desmalvinización que hubo en la Argentina fue fogoneado por los británicos”.
La OTAN y la amenaza nuclear sobre Córdoba
Alberto recuerda la noche en la que con su radio logró interferir comunicaciones británicas y escuchó fragmentos de un plan de ataque británico sobre el continente, lo que luego la inteligencia argentina en Malvinas confirmó como un plan de Gran Bretaña para tirar una bomba atómica sobre Córdoba, porque era la cabecera industrial del país. “En mi radio tenía dos canales y cada 15 segundos me detectaban y me expresaban puteadas”, recuerda el ingeniero civil.
Pepe asegura que la Argentina luchó contra la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), no solo contra Gran Bretaña. “La OTAN viene ampliando su influencia territorial desde 1949. La Argentina se paró contra la OTAN y es algo que no se lo van a perdonar nunca. Y la OTAN está en Malvinas porque es la llave de entrada a la Antártida por el Pasaje de Drake y porque es la llave de acceso a los dos océanos”, afirma el marino mercante.
¿Están convencidos que la guerra la provocó Gran Bretaña?
Pepe – Absolutamente. El primer acto bélico que se produjo antes del 2 de abril lo hicieron los británicos cuando en marzo tomaron prisioneros a los chatarreros en la isla San Pedro (Georgias del Sur). Tomaron prisionero a personal civil autorizado. ¿Qué hacemos como país? ¿No protestamos? ¿No hacemos nada? Con eso, los británicos precipitaron el conflicto. Las Malvinas habían sido arrebatadas por los ingleses en 1833 y para 1983, se cumplirían 150 años de la usurpación. Y existe el principio de Stoppel, la noción propia del derecho anglosajón equivalente a la de los actos propios invocada para fundamentar la modificación y extinción de derechos y obligaciones internacionales por el comportamiento de los Estados. Los británicos sabían que tenían que hacer algo.
¿Qué tipo de diálogo tienen con el Estado argentino?
Pepe – “Nosotros dialogamos con todos. Nos manejamos con independencia, con nuestros recursos propios por el aporte de los más de 200 socios. Nosotros no vamos a pintar paredes por nadie ni para nadie”.
¿Qué opinión tienen sobre la estrategia planteada para exigir que Reino Unido dialogue?
Pepe - La estrategia y la posición se degradaron. Hoy la discusión se da en el comité de descolonización de la ONU. Pero están vigentes los Acuerdos de Madrid 1 y 2 (de 1990), mecanismos por el cual el Estado Argentino y el Reino Unido dieron un reinicio a las relaciones diplomáticas que habían sido secadas en el marco de la Guerra de Malvinas en 1982. Y si bien allí se plantea reciprocidad, esa reciprocidad no existe. También el Acuerdo de Londres, de julio de 1999, con el que se autorizó el ingreso de ciudadanos con pasaporte argentino a las islas. Son dos acuerdos que terminan reconociendo que el territorio usurpado es de los británicos. Y nosotros queremos recuperar la soberanía sobre el territorio, los recursos naturales, nuestro territorio. A los británicos no les importan los kelper, les importan los recursos naturales inconmensurables que hay en el fondo marino. Les interesa el bolsillo.