Ni nació en el Polo Norte, ni se llamó Papá Noel, Viejito Pascuero o Santa Claus. Ni siquiera era un bonachón hombre gordo, de rostro rechoncho y rosado que viajaba por todo el mundo en una sola noche al repetido grito de “¡Jo, Jo, Jo!... ¡Feliz Navidad!”. Aunque esa es la historia y apariencia que todos conocemos del segundo personaje más célebre de cada 25 de diciembre (el primero, sin lugar a dudas, es el Niñito Jesús), la verdadera historia de Papá Noel poco tiene que ver con estas características.
Quién fue Papá Noel original
Su historia real nos remite a Nicolás, un hombre nacido entre fines del siglo III y el año 305 (dependiendo de la escasa biografía disponible) en un pueblo ubicado donde actualmente se sitúa el sudoeste de Turquía. Felipe Pigna, en un texto de su autoría publicado en el sitio El Historiador, repasó algunas de las características más importantes del verdadero San Nicolás, de su dura historia de vida y de la bondad y humildad que lo caracterizaron.
Desde su ordenamiento como sacerdote hasta una serie de milagros que se le atribuyen; pasando por la oportunidad en que dejó monedas de oro en el interior de algunas medias que se secaban colgadas cerca de la chimenea. Fue una humilde familia quien se vio beneficiada por este obsequio, y esto les permitió eludir a un destino por demás tenebroso. Y, desde entonces, nació la tradición de los regalos.
Incluso, el propio Pigna se detuvo en el momento exacto en que no solo fue rebautizado como Santa Claus o Papá Noel, sino en que también dejó de ser un flaco sacerdote para convertirse en un robusto y canoso anciano, vestido de blanco y rojo, con una tupida blanca color nieve e instalado en el punto más frío del planeta Tierra.
La epidemia que le cambió la vida a Papá Noel
De acuerdo al texto publicado en El Historiador, Nicolás nació en Patara, en la zona que actualmente es Turquía. Aún era parte del imponente territorio por el que se extendía el Imperio Romano y los padres de Nicolás -quien aún no era considerado santo y estaba dado sus primeros pasos- eran una familia acomodada.
Sin embargo, todos los lujos y riquezas entre los que creció el niño se esfumaron luego de que sus padres fallecieran como saldo de una grave epidemia que azotó a toda esa región. Y es en este momento en que Nicolás toma la primera de todas sus grandes decisiones que lo llevaron a perdurar en la inmortalidad: donó todas sus lujosas pertenencias a los más carenciados del pueblo para mudarse a un monasterio con la intención de ordenarse sacerdote.
Los milagros de Papá Noel, entre la realidad y la leyenda
A partir de este momento, con un Nicolás ya ungido como sacerdote, la historia -al menos la conocida- comienza a combinar detalles que saltan entre la realidad y la leyenda, con la atribución de milagros incluida.
“Su vida comienza a mezclarse con la leyenda, con historias que hablan de resurrecciones; como la de tres muchachos asesinados por un posadero. Nicolás, que pasó una noche en aquella posada, tuvo un sueño en el que le fue revelado el crimen. Al levantarse descubrió que los cuerpos estaban siendo preparados para salarlos y servirlos como fiambre. Hizo detener al asesino y les devolvió la vida a los jóvenes”, describe Pigna con lujo de detalle.
¿Por qué Papá Noel dejaba regalos en las medias?
Otra de las tradiciones navideñas que se han mantenido pese a la mutación de los relatos y de la propia historia sobre los orígenes y apariencias de Papá Noel, tiene que ver con la costumbre de dejar medias colgadas delante de la chimenea (por donde, se dice, el actual Santa Claus ingresa a cada casa) para que allí el bondadoso y misterioso personaje deje golosinas y regalos. Esta tradición está más vinculada a las costumbres de Estados Unidos.
Pero lo cierto es que las medias colgadas que amanecieron al día siguiente con obsequios también se remontan a los años del verdadero Nicolás.
“Se contaba que tres hermanas casaderas, que estaban a punto de ser vendidas por su padre por carecer de dinero para sus dotes, iban a ser compradas por un mercader que las iba a prostituir. Al enterarse, Nicolás entró en acción. Las muchachas habían dejado sus medias secándose en la chimenea, y una a una fue recibiendo las monedas de oro necesarias para seguir siendo libres y casarse. Cuando Nicolás estaba arrojando la última de las monedas fue sorprendido por el padre de las muchachas; quien, a pesar de la súplica del obispo, difundió el episodio acrecentando la fama de caritativo del personaje”, se explayó Pigna, quien agregó que sus intervenciones para evitar ejecuciones ordenadas por autoridades romanas y su enfrentamiento con el propio gobernador Eustacio de Antinoquía, aportaron a esa fama de justo que adquirió en vida. Y también le valió ser perseguido y encarcelado.
Otro de los milagros que se le atribuyen es la salvación de tres condenados a muerte que habían sido sentenciados por el emperador romano Constantino. Según la leyenda, la noche previa a la ejecución el propio Nicolás se apareció en los sueños del mandatario y le pidió por los condenados. Al despertar, Constantino los liberó.
¿Cómo murió San Nicolás? La santificación y otros relatos
Según detalló el historiador Felipe Pigna, el 6 de diciembre del 327, Nicolás falleció. Y desde ese momento, su imagen y su leyenda fueron creciendo y expandiéndose por todo el continente europeo. Así llegó a convertirse en santo y, desde entonces, su fama fue en aumento.
Sus restos descansan en el templo de San Esteban, en Bari (Italia) desde 1087, y por ello es que desde entonces se lo venera como San Nicolás de Bari; siendo el Santo Patrono de varias ciudades europeas. Con base en la historia sobre la donación de todos sus bienes lujosos a los más necesitados y en la de la entrega de monedas de oro para salvar a las tres pequeñas hermanas de la prostitución; a partir del siglo XIII se difundió la costumbre de San Nicolás encabezando la entrega de regalos. Y ya en el siglo XVI se instauró la tradición del Cristkind, que sitúa al Niño Jesús obsequiando presentes el mismo 25 de diciembre, “Pero la costumbre que tenía como protagonista a San Nicolás siguió vigente y superó el embate, aunque la fecha de entrega de regalos terminó pasando al 24 por la noche”, destacó Pigna en su escrito.
El cambio de imagen de Papá Noel y el marketing derivado
En las representaciones del querido santo que se mostraban en los Países Bajos en el siglo XVII, ya se lo ve a San Nicolás con barba blanca y montado en un burro, acompañado por su ayudante, Pedro el Negro. Sin embargo, todavía estaba vestido como un sacerdote y llevaba una bolsa de golosinas consigo para repartir entre los niños.
Al llegar los neerlandeses a América del Norte, llevan sus tradiciones a estas nuevas tierras. Y aquí, según relató Pigna, bautizan a su celebración de San Nicolás bajo el nombre de Sinterklass. “Por deformación terminan nombrando ‘Santa Claus’, y con ese nombre logra una enorme popularidad en toda Norteamérica”, agregó.
En el siglo XIX, primero con textos y descripciones que hablan de un San Nicolás -ya devenido en Santa Claus en cuanto a denominación- que ingresaba por las chimeneas a dejar regalos a los niños buenos, y luego con otra documentación que le atribuyen la apariencia física actual y un trineo tirado por renos para completar sus viajes; se empieza a dar forma al Papá Noel que todos conocemos. De hecho, y siguiendo estos parámetros, fue en esta época en que se conocieron las primeras ilustraciones del Papá Noel con una apariencia más cercana a la más popularizada.
Los nombres con los que conocen a Papá Noel
De San Nicolás a Papá Noel hay un océano de diferencias, si de denominaciones hablamos. En palabras de Pigna, ya quedó en claro por qué en Estados Unidos se adoptó la denominación de Santa Claus para el sacerdote milagroso y santificado. Pero tiene distintas denominaciones a lo largo y ancho del mundo. “En Inglaterra, Santa comenzó a ser llamado Father Christmas, es decir Padre Navidad; y en Francia, Père Noël y de allí pasará a España curiosamente conservando el vocablo francés para llamarse, como con el nombre que lo conocemos nosotros, Papá Noel”, detalló el reconocido historiador argentino.
Que los colores rojo y blanco con que la imagen de Papá Noel empapeló el mundo entero tienen que ver con una popular gaseosa sabor cola es algo que cada Navidad se repite. Y el historiador se explayó sobre ello.
“En 1931, los Estados Unidos se preparaban a pasar una de las peores navidades de su historia. La crisis desatada en octubre de 1929 estaba haciendo estragos y millones de norteamericanos estaban sumidos en la miseria. Para levantar el ánimo nacional e incrementar sus alicaídas ventas, la empresa Coca-Cola le pidió a Haddon Sundblom, un dibujante de Chicago de origen sueco que recreara la imagen de Santa sin alejarse demasiado del clásico de Nast (NdA: el primer caricaturista que representó a Papá Noel dibujado con los rasgos que todos lo conocemos). La Coca lo quería alegre, simpático, con un traje vistoso entrador, esperanzador y, sobre todo; con los colores de la bebida cola: rojo y blanco.
Sundblom recorrió la ciudad en busca de un modelo, un viejecito que diera el aspecto del Santa de Harper’s. Cuando ya perdía las esperanzas, se topó en una taberna con Lou Prentice, un jubilado que era un calco del reciclado Nicolás y que le dio su imagen al Santa que todos conocemos y de quien los islandeses afirman que vive en el pueblo de Hveragerdi, los noruegos lo hacen vecino de Drammen y los finlandeses de Rovaniemi. Se disputan la vecindad, pero todos coinciden que tiene un taller de juguetes en el que trabaja todo el año. Aquel Nicolás de Patara y del siglo IV nunca se imaginó que terminaría siendo la imagen más popular de la Coca-Cola”, concluyó Pigna.
¿Por qué Navidad coincide con el nacimiento de Jesús?
El día de celebración de Navidad trae a debate la fecha exacta del nacimiento de Jesucristo, una cuestión imposible de precisar. Los Santos Padres discreparon en sus conjeturas, lo mismo que autores profanos. A partir de Clemente de Alejandría se la ubicó entre el 17 de diciembre y el 19 de mayo, con años natales que oscilaban entre el 747 al 749 desde la fundación mítica de Roma.
Hipólito, en el siglo III, en su Comentario al Libro de Daniel, fijó la fecha del 25 de diciembre, que luego aceptó el Calendario o Cronógrafo Filocaliano del año 336. De estas dos fuentes nació la tradición decembrina, que se oficializó poco después.