El pez globo, que ya era conocido por su fascinante estética y morfología, ahora es también de interés científico por las propiedades medicinales de una sustancia que produce: la tetrodoxina.
Se trata de una toxina potencialmente mortal, que incluso unos miligramos podrían matar a un ser vivo. Pese a esto, desde hace siglos que los asiáticos han desarrollado técnicas culinarias específicas para inactivar la toxina y que se pueda comer sin problemas, como sucede diariamente en restaurantes de la localidad costera de Shimonoseki (Japón).
A pesar de la amplia experiencia popular en el consumo de este pez y el conocimiento del veneno que produce, anualmente hay cientos de intoxicaciones asociadas a la tetrodotoxina. Los especialistas advierten que únicamente se debe consumir esta carne en establecimientos certificados que garanticen un procesamiento adecuado. De hecho, para poder cocinarlo legalmente se requiere una licencia obtenida tras varios años de formación.
Lo cierto es que existen numerosos estudios sobre las aplicaciones terapéuticas de la tetrodotoxina, entre ellas en España. José M. Baeyens y Francisco R. Nieto, especialistas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, hicieron públicos sus estudios sobre la posible utilidad de la tetrodotoxina.
La sustancia se aplicaría como analgésico en un modelo de dolor neuropático (aquel que se produce cuando existe un daño en el sistema nervioso) inducido por quimioterapia en animales de experimentación (ensayos preclínicos), obteniendo resultados muy prometedores.
Al día de hoy, la eficacia de la tetrodotoxina en modelos preclínicos de dolor neuropático es muy sólida y ha sido confirmada por numerosos grupos de distintos rincones del mundo, según afirma el sitio especializado The Conversation. En cuanto a su evidencia clínica centrada en dolor relacionado con el cáncer, es más modesta pero robusta, según confirman varios ensayos clínicos en fase II y III.
“Su utilidad clínica es apasionante: ha mostrado eficacia en un tipo de dolor que es especialmente difícil de tratar, la neuropatía periférica asociada a la quimioterapia”, expresó Nieto al respecto. Por su parte, Baeyens agregó: “También hay ensayos clínicos que muestran efectividad en pacientes de dolor relacionado con el cáncer, una condición más heterogénea con una prevalencia altísima”.
Vale aclarar que estos resultados clínicos son preliminares y deben ser confirmados con ensayos que involucren un mayor número de pacientes. Actualmente está en marcha un ensayo clínico en fase III para justificar la solicitud de comercialización y pronto conoceremos los resultados.
Si fuera aprobada por las agencias reguladoras, sería el primer fármaco desarrollado específicamente para la neuropatía periférica asociada a quimioterapia. Lo que ya está confirmado es que se trata de un ejemplo más de que la naturaleza es sorprendente y de que casi todo en la vida puede tener solución, hasta el dolor más complejo.