De película: supo que era adoptada, en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos y ahora busca a la sexta

Agostina Guerrero supo que era adoptada hace dos años. Y en los últimos 12 meses averiguó el nombre de su madre biológica, encontró a 4 hermanos más (de parte de madre) y ahora buscan a otra hermana. La increíble historia de esta mendocina que logró vincular a toda una familia.

Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Gentileza Agostina Guerrero.
Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Gentileza Agostina Guerrero.

Probablemente que no exista guionista, productor o director en el planeta capaz de pensar una historia ficticia similar a la que ha vivido la mendocina Agostina Guerrero (39) en los últimos dos años. No es una telenovela, no es una serie o película de streaming –aunque bien podría inspirar a alguna de estas producciones-, sino que es la mismísima vida real, aquella que –como suele decirse- suele superar a la ficción.

Y es que entre febrero de 2023 y la semana pasada, no solo que Agos logró dar con sus raíces biológicas, sino que –además- logró encontrarse con 4 de us 5 hermanos de sangre. Porque Agos ya sabía que era adoptada y hasta le habían comentado, al principio, de la existencia de dos hermanos biológicos.

Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Gentileza Agostina Guerrero.
Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Gentileza Agostina Guerrero.

No obstante, a través de una investigación que encaró ella misma –por vías formales e informales, como las redes sociales- y con ayuda de amigas, Agos descubrió que, en realidad, tiene 5 hermanos biológicos e hijos de la misma madre (ella es la sexta, aunque la tercera en orden cronológico). Y la semana pasada logró conocer al menor de sus hermanos, quien vive en Estados Unidos y aprovechó el viaje a Mendoza para encontrarse con su hermana y fundirse en uno de esos abrazos que perdurarán y trascenderán al paso del tiempo.

“Aún resta conocer a la cuarta de los seis hermanos, es una chica que nació entre yo y María Ruth. Y solamente sabemos que fue adoptada por una familia que tenía un local en San Martín apenas nació, pero estoy haciendo todo para encontrarla”, resume Agos a Los Andes.

La abogada, de 39 años, es quien se ha propuesto desenredar y tender el hilo conductor que permita reunir a los 6 hermanos y hermanas que fueron dados a luz por la misma mujer en distintos momentos de su difícil vida.

“Deseo muchísimo que nos encontremos todos, que estemos los seis juntos y nos veamos todos en persona. Nuestros caminos tomaron decisiones por nosotros, no juzgo y sé que fueron para mejor. Se bifurcaron, pero hoy tenemos la oportunidad única de encontrarnos, y construir un vínculo que no pudimos construir”, resume, con emoción y entusiasmo, Agostina Guerrero.

Los seis hermanos son hijos de Mercedes, una mujer oriunda de San Martín quien ya falleció, y tienen entre 47 y 29 años. Si bien aún no han podido coincidir todos juntos y físicamente en un mismo lugar, de los cinco que se han contactado entre sí hasta el momento, Agos ha podido estar cara a cara con todos ellos en distintas situaciones. E, incluso, tienen un grupo de WhatsApp en común donde se mantienen al día y comparten su emoción y alimentan ese sueño de estar todos juntos alguna vez (con la cuarta hermana, de la que no hay datos aún, incluida).

“Mi deseo es encontrar a la cuarta hermana que falta. Sé que esta historia puede ayudar a mucha gente a trabajar en su camino. Gracias a que mi adopción fue legal y la adopción de Álvaro (NdA: el menor de sus hermanos y el último a quien conoció hasta el momento) también fue legal, pude llegar a conocerlo. Y eso es importante y clave para poder llegar a mi identidad”, resume Agos.

Para la abogada, su familia son los padres que la adoptaron y quienes ya fallecieron también, y siempre considerará como hermanas menores a Coti y Sabri, las hijas biológicas de ese matrimonio.

“Yo me reconozco y socialmente me reconocen con el apellido de ellos. Pero uno no puede saber a dónde va si no sabe de dónde viene”, agrega.

Frente del edificio de Justicia de Familia y Minoridad.
Frente del edificio de Justicia de Familia y Minoridad.

LA CONFIRMACIÓN CON QUE DESCUBRIÓ SUS RAÍCES

En mayo de 2022, a las hermanas menores de Agostina –y con quienes la abogada mendocina se crió- les llegó por primera vez el rumor de que Agos no era hija biológica de sus padres (porque los considera y siempre considerará sus padres). El matrimonio ya había fallecido por entonces, y –hasta ese momento- para Agos ellos eran sus progenitores, los únicos.

Antes de poner en conocimiento a Agostina de la situación, las hermanas menores de Agos confirmaron la versión con una tía, quien les contó que –efectivamente- su hermana y su cuñado no eran los padres biológicos de Agos, aunque sí de Coti y de Sabri.

“El 26 de mayo de 2022, mis hermanas se reunieron conmigo y con mi esposo también para contármelo”, repasa la abogada mendocina a Los Andes.

En ese momento, la confirmación de la noticia le permitió a Agostina entender ciertas situaciones y acomodar algunas fichas que desde hacía algún tiempo venían cayendo, aunque sin una coherencia aparente (al menos hasta ese momento).

“Fue como un baldazo de agua fría, pero que no se sintió tan fría. Porque es como que desde chica algo intuía o sentía. La primera ficha que me cayó fue con mi tesis de la facultad, para la que elegí el tema de Derecho a la Identidad de los Niños. Me pareció un tema interesante y rico poner en foco si era más importante la identidad biológica o la dinámica, la que se forja a lo largo de todos los años. Era básicamente lo mío, estaba en el inconsciente”, repasa Guerrero sobre su trabajo final, que fue presentado en 2015 y quedó en la biblioteca de la Facultad de Derecho.

Más allá de los cabos atados y de las fichas caídas, la confirmación de que era adoptada trajo muchas más dudas que certezas a Agos. Primero, porque debía confirmar si el proceso había sido legal o ilegal. Pero, además, porque tenían muy pocos datos de esa parte de la historia que recién comenzaba a salir a la luz.

Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Imagen ilustrativa (Archivo Los Andes).
Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Imagen ilustrativa (Archivo Los Andes).

“El tema era muy hermético en la familia, sólo sabíamos que yo había nacido en San Martín y que un matrimonio amigo de mis viejos –quienes eran mis padrinos- habían actuado de puente entre mi mamá biológica y ellos”, repasa.

De hecho, a Agos tampoco le terminaba de cerrar el hecho de que ella hubiese nacido en San Martín, siendo que sus padres vivían en Godoy Cruz. Pero la explicación de que el parto fue de urgencia y mientras estaban visitando a este matrimonio amigo –por lo que su madre fue internada de urgencia-, encajaba como una pieza de rompecabezas en la historia. Eso sí, como una pieza que parecía forzada a ocupar un espacio vacío.

Lo siguiente para Agostina Guerrero fue tomar coraje y viajar hasta San Martín para hablar con sus padrinos. Al estar fallecidos sus padres adoptivos y ante la poca información concreta, eran las únicas personas que podían ampliar la información.

“Mis padrinos me contaron que mis viejos llevaban como 10 años casados y no podían tener hijos en ese momento (NdA: luego nacieron Coti y Sabri). Entonces mis padres les dijeron a mis padrinos que si sabían de alguien que no pudiese criar a su hijo y decidiera darlo en adopción, les avisaran”, repasa Agos.

Un mes después del pedido, una hermana de quien hoy es madrina de Agostina se encontró en una iglesia de San Martín con una mujer embarazada. Ella, cursando el sexto mes de gestación, contó que ya tenía dos hijos más, que su mamá tenía una discapacidad física y que sentía que no podía tener otro hijo. Y ese fue el primer vínculo para contactar a Mercedes, la mujer que llevaba a Agos en su vientre por entonces, con quienes luego serían los padres adoptivos.

“Mi madrina buscaba a la mujer si se tenía que hacer algún control médico o alguna ecografía. Además, mis viejos aportaban ayuda económica. Según me contaron mis padrinos, cuando yo estaba por nacer, mi mamá biológica se internó en una clínica privada de San Martín, y cuando nací, mis padrinos salieron conmigo en brazos y me entregaron a mis viejos adoptivos. Ahí terminaba, hasta entonces, la historia”, cuenta Agostina.

Como si fuera el extremo de un enmarañado ovillo de lana, ese fue el punto de partida para el camino que luego recorrería –y sigue recorriendo- Agostina Guerrero. Pero, hasta entonces, ni siquiera tenían un nombre y apellido de la madre biológica. “Todo parecía apuntar a una adopción ilegal, tranquilamente”, recuerda la abogada.

UNA ADOPCIÓN CON TODAS LAS DE LA LEY

Toda esta primera parte de la nueva vida de Agostina Guerrero se dio a fines de mayo de 2022. Desde ese momento, y hasta llegar a febrero del año pasado, comenzó el momento de echar luz sobre cómo había sido el proceso de adopción. Nadie tenía mayores precisiones judiciales y no había indicios que permitieran dar con la identidad de su madre biológica. Y es aquí donde comienza la investigación de la inquieta mendocina.

“En febrero del año empecé a buscar el camino para investigar. Averigüé las formas de recurrir al Estado en búsqueda de ayuda. Fui a Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) e inicié el trámite administrativo, y –en paralelo- con una amiga de la facultad empecé a buscar por otras vías”, agrega Guerrero.

Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes (Imagen ilustrativa)
Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes (Imagen ilustrativa)

Con la convicción de que el proceso de adopción había sido ilegal, Agos adquirió un kit para someterse a un análisis de ADN ancestral, que pasa bajo la órbita de laboratorios de Estados Unidos que tienen una incalculable base de datos y permiten detectar matches entre personas de todo el mundo que buscan conocer sus raíces. Es una herramienta muy común, por ejemplo, para confeccionar árboles genealógicos que incluyen grandes saltos generacionales.

Con dos hisopos esterilizados, Agostina tomó muestras de saliva de sus mejillas y –con ayuda de una ONG- envió el material a Estados Unidos a la espera de alguna confirmación. Pero no hubo resultados positivos.

Hasta ese momento, Agostina ya había iniciado el trámite en la Conadi, había recurrido al ADN ancestral y estaba a la espera de que la hija de sus padrinos averiguara si en la clínica había algún registro de los nacimientos de 1984, como para intentar dar con el nombre de su madre biológica.

Pero desde el comienzo estaba escrito que nada iba a ser fácil en este camino, tanto que –como primer obstáculo- se toparon con que en el centro asistencial había ocurrido un incendio hacía algunos años y se habían perdido los registros de nacimientos de 1984.

El único dato que tenía Agos, de parte de sus padrinos, era que su madre biológica tenía otros dos hijos hombres y más grandes. “Calculé que deberían tener entre 40 y 50 años, porque me dijeron mis padrinos que tenían unos 4 y 8 años cuando los vieron”, acota.

Sin resultados positivos, Agostina iba cada vez que podía a San Martín e intentaba, por su cuenta, encontrar alguna pista. Hasta pegaba fotocopias con su mail de contacto por si alguien contaba con algún dato que pudiese ayudarla.

“Hice todo lo formal y lo informal dentro de la desesperación. Iba a los lugares donde me habían dicho que, aproximadamente, vivía mi mamá biológica. No lograba dar con nada y fueron muchos piñones juntos”, agrega.

En enero de 2023, con la convicción de que su adopción había sido irregular, Agostina sacó un turno en la oficina provincial que asiste a mendocinos y mendocinas que buscar evacuar dudas sobre su identidad.

Lo hizo en la dependencia que se encarga de rastrear el camino de las adopciones legales, con las expectativas de que no surgieran resultados positivos y allí, de inmediato y forma directa, el trámite pasara a la órbita del rastreo de adopciones irregulares. Pero, para su sorpresa, dio con resultados concretos en la oficina de las adopciones oficiales.

“Yo buscando por el lado de la ilegalidad, y había sido todo con papeles. Fue luz para mí en ese momento, después de tanta oscuridad y desesperación. Pude ver mi partida original y pude dar con el nombre de mi mamá biológica. Y allí comenzó otra etapa nueva, la de encontrar a mi mamá. Y encontrar a mis dos hermanos”, reconstruye Agostina. Y deja en claro que se iniciaba otro capítulo en su atrapante historia de vida.

Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Google Maps
Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Google Maps

EL REENCUENTRO CON SUS DOS HERMANOS

Ya con el nombre y apellido de su madre confirmados, junto a sus dos hermanas menores –hijas de sus padres adoptivos-, Agostina inició la búsqueda. Confirmaron que su madre biológica –de nombre Mercedes- había fallecido en 2014. Pero, para su sorpresa (una de tantas), rastrearon que sus últimos dos domicilios figuraban en Punta Alta, cerca de Bahía Blanca (Buenos Aires).

A partir de este momento la búsqueda se redujo –ya no buscaba a su madre, pero sí a sus hermanos mayores-, sino que también entraron en escena las omnipresentes redes sociales.

“Una amiga de San Martín, Mara, empezó a averiguar. Con el Google Street View buscó el domicilio de Punta Alta que teníamos, buscó algunos comercios que se vieran en el lugar, y llamó por teléfono”, repasa Agostina.

Ya la trama se torna de película, ¡y ni hablar de lo que siguió a esa investigación casera! Porque Mara llamó a una gomería que, en teoría, estaba frente a la casa donde había vivido Mercedes.

“El hombre de la gomería le dijo a Mara que recordaban a esa mujer, mi madre, y justo en ese momento pasaba una chica por la calle, el mecánico la llamó y esa chica le dijo a Mara que vivía en la casa donde Mercedes había fallecido. Dijo que la iba a ayudar, y se pasaron los teléfonos”, continúa Agostina.

Ya con el dato de la búsqueda y con el nombre y apellido de Mercedes –aunque sabiendo que había fallecido-, la vecina de Punta Alta buscó en el grupo de Facebook del lugar a alguien con el apellido de Mercedes. Era una jugada que podía salir o muy bien o muy mal, ya que los otros hermanos mayores de Agostina podían usar el apellido paterno. Pero los astros estaban alineados para el lado de Agos, y aparecieron dos hombres con el apellido de su madre.

“Esta chica le contó a mi amiga que había encontrado a dos personas con ese apellido, de entre 40 y 50 años y que vivían o habían vivido en Punta Alta. Mara los encontró en su Facebook, eran Ariel y Alejandro. Si bien no tenían fotos con su madre, ella buscó una publicación de 2014, de la misma época en que había fallecido Mercedes, y encontró mensajes de amigos con las condolencias. No quedaban dudas, y Mara les escribió. Toda la búsqueda la había empezado ella hacía un día y medio”, prosigue Agostina.

Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Gentileza Agostina Guerrero.
Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Gentileza Agostina Guerrero.

Alejandro le contestó a Mara, intercambiaron teléfonos y luego fue el momento de contarle a Agostina que uno de sus hermanos había contestado Ya con el número en su poder, y por recomendación de su psicóloga, Agostina hizo una videollamada con Alejandro.

“Toda la vida me habían dicho que no me parecía a mis hermanos ni a mis papás. Pero durante la videollamada vi a Alejandro, y me encontré en él, físicamente; los ojos, la expresión. Ahí Ale me contó que él le había su celular a Mara, porque sabían de mi existencia”, destaca, con emoción, Agos.

Alejandro es el más chico de los hijos de Mercedes. Tenía 4 años cuando estaba por nacer Agos. Pero Ariel, quien tenía 8, tenía más recuerdos de la situación y le había contado al menor. Agostina también se contactó con Ariel, y ambos se pusieron al día.

Entre otras cosas, los hermanos mayores de Agos le contaron que su madre no siempre podía hacerse cargo de ellos, por los que periódicamente –y de forma intermitente- los dejaba en una escuela hogar o con una familia cuidadora.

“LOS EXTRAÑO MUCHO, HERMANOS”: EL COMENTARIO QUE ENCONTRÓ A OTRA HERMANA

Si la historia es atrapante y un tanto enredada hasta aquí, todo se torna un poco más complejo cuando entran en escena las otras dos hermanas de Ariel, Alejandro y Agostina, todos hijos e hijas de Mercedes.

Ya en la investigación “facebookera”, Mara había encontrado una foto compartida en la que estaban Ariel y Alejandro, y una chica había comentado. “Los extraño mucho, hermanos”. Entonces la amiga de Agos se metió al perfil de esta chica y encontró que tenía 50 amigos en común, todos de San Martín, y que ella era de ese departamento también.

Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Gentileza Agostina Guerrero.
Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Gentileza Agostina Guerrero.

Así fue como Agostina también tiró la línea para el lado de María Ruth, esa otra hermana que acababa de descubrir. Supo que ella había nacido en Mendoza, que había sido criada por sus tíos y que actualmente estaba viviendo en Almería (España). Además María Ruth también sabía que era adoptada.

Alejandro vive en Concepción del Uruguay (Entre Ríos), Ariel vive en Capital Federal y María Ruth en España. El año pasado viajé tres veces a Buenos Aires y pude conocer a Ale y a Ariel (en una oportunidad estuvimos los tres juntos). Y a María Ruth la conocí en persona en septiembre del año pasado, cuando vino a Mendoza”, sigue Agos.

Desde entonces crearon un grupo de WhatsApp, donde están los cuatro.

LA HERMANA QUE AÚN BUSCAN

Ariel (47), Alejandro (43) y Agos (39) son los primeros tres hijos de Mercedes. María Ruth, en tanto, tiene 32 años. Sin embargo, entre Agos y su hermana menor, hay otra hermana, un eslabón en esta cadena familiar que aún permanece perdido. Y Agos no descansará hasta dar con ella.

“Sabemos que es hermana de padre y madre de María Ruth, que nació en Rivadavia y que su apellido biológico debería ser Codiluppi. Pero aún no ha aparecido nada de ella”, cuenta Agos. Y aclara que la mujer debería tener cerca de 36 años.

ÁLVARO, EL SEXTO HERMANO A QUIEN CONOCIÓ HACE UNA SEMANA

En febrero de 2023, Agostina Guerrero confirmó que había sido adoptada legalmente. No solo ello sino que, desde entonces, supo que tenía otros hermanos y hermanas. Hasta fines de 2023, Agos sabía que sus hermanos –por parte de madre- eran Ariel, Alejandro y María Ruth, y que había una hermana desconocida entre ella y María Ruth, a quien aún no conocía ni identificaba.

Pero la historia guardaba aún un capítulo más, el mismo que terminó de escribirse la semana pasada (o empezó a escribirse, según cómo se mire). Porque Agos –y también Ariel, Ale, María Ruth y la otra hermana- descubrieron a un sexto hijo de Mercedes.

“Cuando quise conseguir mi expediente en el Registro de Adopción, me dijeron que era muy viejo (de 1984) y que solo tenían digitalizado a partir de 1993. Finalmente lo conseguí en formato físico”, retoma la historia Agostina.

Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Gentileza Agostina Guerrero.
Supo que era adoptada y en un año encontró a 4 de sus 5 hermanos: ahora busca a la sexta. Foto: Gentileza Agostina Guerrero.

En un momento, mientras intentaban dar con su registro de adopción digital –y ante la falta de resultados al tipear su propio nombre-, a Agostina se le ocurrió encaminar la búsqueda con el nombre de su madre biológica. Y así fue como dieron con Álvaro, un niño –hijo de Mercedes- y que en 1994 había sido dado en adopción (también legal).

“Pensamos que éramos 5, y descubrimos que había un sexto hijo de 1994, por lo que me quedé en shock. Hasta entonces la más chica era María Ruth, y nos restaba encontrar a quien estaba entre ella y yo. Pero, de repente, había aparecido otro hermano”, resume Agostina.

Una vez más Mara, la amiga que había encontrado a Ariel y Alejandro en las redes, recurrió a estas plataformas para dar con Álvaro. Y encontró que una prima suya, Florencia, tenía como amigo en común a este joven que acababa de entrar en la historia. Por medio de Facebook, además, descubrieron que Álvaro vivía en Estados Unidos. Pero había más datos de él.

“Me puse en contacto con Florencia en octubre del año pasado, no sabíamos si Álvaro estaba al tanto de que era adoptado, por lo que teníamos que tener ese cuidado. Además, Flor se comprometió a ponerse en contacto con sus tíos, que eran los padres adoptivos de Álvaro”, repasa.

Los días pasaban, no había demasiadas novedades y, jugada por jugada, Agostina le envió solicitud de amistad a Álvaro y le envió un mensaje privado diciéndole que era “amiga de una amiga” de Flor, su prima, que quería juntarse con él y que quería compartir algo en común de la historia de ambos.

“Yo ya sabía que venía en Mendoza entre el 10 y el 16 de marzo de esta semana, por lo que me la jugué y le dejé mi teléfono. También sabía que ese mensaje iba a generar un impacto en los tíos de Flor, padres adoptivos de Álvaro, y que ellos iban a llamarla a ella. Y así fue”, sigue Agos.

En ese llamado, los padres adoptivos de Álvaro le contaron a Florencia que él sabía desde chico que era adoptado, y que no solo era el joven quien quería conocer a su hermana, sino que ellos también querían encontrarse con ella. Y, en febrero, Flor le transmitió la gran noticia a su amiga.

Así fue como el martes de la semana pasada Agos, Álvaro y los padres del joven de 29 años se encontraron en un café.

“Fue maravilloso el encuentro, yo iba muy nerviosa, aunque sabía que la recepción iba a ser buena. No sabía si darle un beso, un abrazo. Y nos dimos un abrazo. Conocí a sus papás y fue todo muy lindo. De hecho, terminamos la charla y Álvaro me dijo que quería conocer a su sobrino (mi hijo) y a mi esposo”, sigue Agos.

Por supuesto que ahora Álvaro está en el mismo grupo de WhatsApp que Agos, Ariel, Ale y María Ruth, y también está en campaña por encontrar a la sexta hermana por parte de madre de todos.

“En un año encontré mis orígenes y a cuatro de mis cinco hermanos. Ahora sigue encontrar a mi hermana, que sería cuarta por orden. Es de entre 1987 y 1988 y, aunque no tengo ningún dato de ella, he estado tratando de llegar”, resume Agos, quien se ha podido reunir cara a cara con todos los hermanos a quienes conoció.

La felicidad y la emoción de Agos de comenzar a completar su árbol genealógico son parte de su motor diario. Y, mientras continúa en la búsqueda de su hermana, aprovecha para buscar que su historia motive a otras personas a encontrar sus raíces.

“Muchas veces es complejo, sobre todo si los padres adoptivos están vivos, porque uno siente que se falla a la lealtad si se busca a los padres biológicos. Pero es importante saber los caminos que se pueden tomar. Primero, siempre hay que investigar si tu adopción fue legal. Y si no, ahí se abren otros caminos, ya sea con los ADN ancestrales, con ONG, con la Conadi o con la Defensoría del Pueblo de la Nación. Todas aquellas personas que queden fuera de Madres de Plaza de Mayo o de la época de la dictadura, entran por estas herramientas para poder dar con sus raíces”, concluye.

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