Así fue el incendio que destruyó uno de los hoteles más lujosos de la cordillera mendocina hace 20 años

En 2003, luego de que una mujer intentara encender una chimenea en el icónico hotel Samay Huasi (Tunuyán), el lugar fue consumido por las llamas. No hubo víctimas, pero el incendio fue un hito en la historia de Mendoza. El recuerdo de una turista que logró escapar y salvarle la vida a una empleada.

Así fue el espectacular incendio que destruyó uno de los hoteles más lujosos de la cordillera mendocina hace 20 años. Foto: Archivo / Los Andes.
Así fue el espectacular incendio que destruyó uno de los hoteles más lujosos de la cordillera mendocina hace 20 años. Foto: Archivo / Los Andes.

Un hotel con todos los lujos y comodidades, ubicado en medio de la Cordillera de los Andes tunuyanina y que, entre las décadas de 80 y del 90, fue un verdadero paraíso y un lugar que atraía a turistas y mendocinos por igual. Eso fue el Samay Huasi (enclavado en la parte alta del Manzano Histórico), vocablo quechua que significa “Casa de Descanso”.

No obstante, la inolvidable y fresca tarde del 7 de junio de 2003 marcó, literalmente, a fuego la historia del hotel. Porque el Samay Huasi dejó de lado cualquier vestigio de “descanso” y se convirtió en el epicentro de una impactante tragedia, al menos desde lo patrimonial. Aquella tarde, un espectacular incendio destruyó la totalidad del icónico hotel, y no hubo muertos ni heridos de consideración prácticamente de milagro. Pero el impactante hotel quedó consumido por las llamas. Y, desde entonces, en el lugar quedaron -y quedan aún- las ruinas de este emblema que supo ser “la atracción” del lugar.

Así fue el espectacular incendio que destruyó uno de los hoteles más lujosos de la cordillera mendocina hace 20 años. Foto: Archivo / Los Andes.
Así fue el espectacular incendio que destruyó uno de los hoteles más lujosos de la cordillera mendocina hace 20 años. Foto: Archivo / Los Andes.

De acuerdo a lo reconstruido por las crónicas de la época, la calma cordillerana de esa tarde se vio bruscamente interrumpida cuando una de las trabajadoras del hotel intentó encender un fuego para calefaccionarse mientras se encontraba en la parte alta. Concretamente, la mujer intentó prender la chimenea que, por falta de mantenimiento, se encontraba tapada. La magnitud de la hoguera que intentó encender la empleada, sumada a que la chimenea estaba obstruida y la totalidad del hotel era de madera y tela, llevó a que las llamas se propagaran de inmediato. Y a que consumieran al Samay Huasi en cuestión de minutos.

De hecho, tiempo después del incendio -en el que, afortunadamente no hubo que lamentar más que daños materiales-, fue confirmado que el panorama se agravó aún más cuando las llamas llegaron a una caldera con gasoil ubicada en el subsuelo del histórico hotel. Eso fue lo que produjo la mencionada explosión final.

“Sentimos un grito que venía de arriba, de donde se había iniciado el fuego; y mi amiga Giselle me dijo: ‘subamos, hay que ayudar a alguien’. Sin siquiera pensarlo, ella subió y yo fui detrás de ella, íbamos agarradas de las manos. Cuando llegamos arriba, encontramos a una mujer que gritaba; y decidimos sacarla. Era bastante grande ella, por lo que realmente nos costó; pero una de nosotras la agarró de los brazos, otra de las piernas. Y así la bajamos”, rememoró en una entrevista con Los Andes Ana Julia Zulinakis, una de las huéspedes que estaba en el Samay Huasi aquella tarde y que -junto a su amiga Giselle, ambas oriundas de Buenos Aires- no solamente escaparon de las llamas sino que le salvaron la vida a Rosa, justamente la mujer que había intentado iniciar el fuego en la chimenea que estaba bloqueada (y que nadie lo sabía).

“Ni bien atravesamos el umbral del hotel (NdA: con la empleada en brazos y para escapar del incendio), recuerdo que hicimos un tramo y explotó todo en el interior. ¡Fue como una película!”, rememoró hace ya un tiempo Zulinakis. “Ni bien pusimos un pie afuera, se sumó más gente que estaba en el hotel para ayudarnos a sacar a la mujer”, agregó la mujer, quien tenía 23 años aquella tarde de junio de 2003. Y aunque ya no se dedica a la fotografía, el recuerdo de aquella tarde la trae siempre (al menos en sus recuerdos) al esplendoroso hotel en el que se había alojado con su amiga, Giselle Castro. Y donde habían llegado para deleitarse fotografiando los paisajes cordilleranos del Valle de Uco.

A 20 años, en el lugar -sobre la ruta provincial 84 y camino a Arenales- aún reposan las ruinas del Samay Huasi. Son el fiel testimonio de –como reza el tango de Gardel- “la vergüenza de haber sido, el dolor de ya no ser”. Y aunque hace un par de años hubo un anuncio del Gobierno de Mendoza referido a la iniciativa de refuncionalizar el lugar -incluso, anunciaron que saldrían a buscar inversores interesados en devolverle a ese paraje de dos hectáreas la finalidad inicial-, no hubo mayores novedades ni movimientos sobre el tema.

Las ruinas del Hotel Samay Huasi. Foto: Gentileza Facebook @Nuestrahistoriadepie
Las ruinas del Hotel Samay Huasi. Foto: Gentileza Facebook @Nuestrahistoriadepie

RELATO DE UNA SOBREVIVIENTE: ASÍ FUE EL INCENDIO EN EL SAMAY HUASI Y EL RESCATE DE UNA TRABAJADORA

Aquella inolvidable tarde de junio de 2023, en lo que era la antesala del invierno tunuyanino en el Samay Huasi, quedará por siempre entre la memoria de quienes estuvieron en el hotel tunuyanino. De acuerdo al relato de Zulinakis, no había mucha gente en el lugar aquel sábado 7 de junio de 2003, algo que terminaría siendo positivo si se tiene en cuenta en desenlace.

Ana Laura y Giselle eran fotógrafas apasionadas y habían llegado atraídas por los paisajes del Valle de Uco y la imponente postal de la Cordillera de los Andes. La mamá de Giselle tenía un tiempo compartido, y una de las alternativas de alojamiento en Mendoza era el hotel ubicado en la cordillera del Manzano Histórico. Por ello llegaron a este paraje donde ninguna de las dos había estado anteriormente.

Con sus cámaras analógicas -nada de digital-, su misión era capturar los majestuosos paisajes del lugar. Pero durante el incendio perdieron todo: los equipos, los lentes, los rollos que habían llevado (no alcanzaron a revelar las fotos), y también toda la ropa y el dinero que teníamos.

“Nos quedamos con lo puesto, y algo de plata que alcancé a manotear antes de tener que salir de la habitación”, rememoró Ana Julia.

Así fue el espectacular incendio que destruyó uno de los hoteles más lujosos de la cordillera mendocina hace 20 años. Foto: Archivo / Los Andes.
Así fue el espectacular incendio que destruyó uno de los hoteles más lujosos de la cordillera mendocina hace 20 años. Foto: Archivo / Los Andes.

“SE ESTÁ PRENDIENDO FUEGO EL HOTEL”

Aquella tarde sabatina, las por entonces jóvenes habían llegado al Samay Huasi un rato antes del inicio del incendio; y se habían instalado en el lugar tras una extensa jornada de tomar fotografías. “Había bajado mucho la temperatura, y no recuerdo que estábamos haciendo cuando, de repente, se cortó la luz. Nuestra habitación estaba justo frente a una escalera y, cuando me asomé, vi que había fuego en la planta de más arriba”, relató la mujer en la mencionada entrevista con Los Andes.

Entre tantas cosas que jamás olvidará de aquella tarde, Ana Julia resaltó que está la primera frase que le dijo a Giselle cuando regresó a la habitación tras ver el fuego en la planta superior. “Eran cerca de las 18, 18:30 y estaba empezando a esconderse el sol. Afuera había empezado a caer agua nieve, y yo volví a la habitación rápido. Mi amiga estaba tirada en la cama y yo le dije: ‘ponete el calzado y vamos que se está prendiendo fuego el hotel’. No tuvimos tiempo ni de agarrar las cámaras, solo salimos con lo puesto y algo de dinero que pude rescatar porque había guardado adentro de una bota, Cuando salimos de la habitación, el fuego ya no era el que había visto yo, era mucho más grande”, recordó.

Fue en ese momento, tras abandonar la habitación 7, que se calzaron el traje de superheroínas y lograron rescatar a Rosa, quien estaba inconsciente en la parte alta del hotel.

“Había muy poco personal, y también pocos huéspedes. Cuando llegamos nosotras al hotel, había 3 personas más, y eso era todo. Y cuando ocurrió el incendio, había tres grupos familiares más que venían de Chile, acababan de llegar y querían alojarse en el hotel. Pero ni siquiera alcanzaron a instalarse ni desarmar sus cosas, ya que apenas comenzó el incendio, se fueron por la puerta de atrás. No llegaron a perder nada”, recapituló Zulinakis.

Las, por entonces, dos jóvenes fotógrafas salieron del hotel por la puerta de adelante; y lo hicieron cargando a la mujer que habían rescatado de la planta superior. Ya afuera del hotel, otras personas que estaban en el lugar ayudaron a Ana Julia y a Giselle a cargar a la mujer que acababan de rescatar. Y allí fue cuando sintieron –y vieron- la explosión.

Las ruinas del Hotel Samay Huasi. Foto: Gentileza Facebook @Nuestrahistoriadepie
Las ruinas del Hotel Samay Huasi. Foto: Gentileza Facebook @Nuestrahistoriadepie

SOBREVIVIENDO

Ya fuera de peligro e ilesas, las jóvenes bonaerenses se enfrentaban a otra dura situación: intentar regresar a sus hogares sin más que la ropa que llevaban puesta y el poquito dinero que Zulinakis pudo rescatar antes de abandonar la habitación.

“La mayoría de la gente que estaba en el lugar se fue apenas comenzó el incendio, pero nosotras estábamos sin auto y apenas con lo puesto. Estábamos en Pampa y la vía. Por fortuna, cuando estábamos fuera del hotel, nos encontramos con una pareja que era de la Ciudad de Mendoza. Nos subieron al auto y nos llevaron a su casa. Allí pudimos comer algo y llamar a nuestras familias para contarles lo que había ocurrido, y avisar que estábamos bien. Esa misma pareja que nos llevó se contactó con un conocido que tenía un hotel, y pudimos pasar la noche en ese lugar. ¡No teníamos nada con nosotras!”, recapituló Zulinakis.

El día después del incendio, ya instaladas en la Ciudad de Mendoza, Zulinakis y Castro radicaron la denuncia en la Policía, y también se dirigieron al edificio del diario Los Andes, donde fueron entrevistadas.

“Ese día lo pasamos lo más ameno posible, hasta que salió el micro y volvimos a Buenos Aires. La sensación que nos quedó –y que, en mi caso, se mantiene- es de que tuvimos suerte de poder salir a tiempo. Fue algo de película, en no más de 10 minutos vi las primeras llamas, ayudamos a bajar a la mujer, salimos y explotó todo, Si Giselle no escuchaba a esa mujer y no subía, no la hubiésemos podido salvar”, reflexionó en voz alta.

“Queda una sensación de alivio por cómo se dio todo, fue muy repentino e inesperado. Creo que nunca siquiera terminamos de entender lo que pasó esa tarde. Lo importante es que pudimos salvar una vida; el dinero y lo material es algo que hoy tenemos y mañana no. Pero no es lo más importante”, agregó Ana Laura casi al cierre de la entrevista.

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