Nuestra diplomacia zigzagueante y por momentos errática, la guerra perdida, la intransigencia británica y la sensibilidad de los isleños después de la guerra fueron los elementos centrales para que no hayan existido avances en estos 40 años en la recuperación de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas.
Apenas recuperada la democracia, un proceso que la derrota militar en 1982 precipitó, el presidente Raúl Alfonsín planteó que sólo reestablecería relaciones con el Reino Unido si ponía sobre la mesa la discusión sobre la soberanía.
Pero Londres consideraba que el triunfo con las armas dejaba afuera el tema de la soberanía, que hasta los años ‘60 había sido debatido.
Surge así el famoso “paraguas”, a instancias de la diplomacia estadounidense, que era una manera de discutir distintas cuestiones, en especial el tema de la pesca, sin tocar el tema de la soberanía.
La Argentina avanzó con su reclamo anticolonialista en los foros internacionales como Naciones Unidas, OEA y el Movimiento de los No Alineados. No movió un ápice ninguno de esos pronunciamientos.
Mientras, el gobierno británico le dió categoría de ciudadanos ingleses a los habitantes de las islas y les permitió la autodeterminación económica, que trajo aparejado el hecho de que pudiesen manejar las licencias de pesca. Eso llevó a una explotación indiscriminada en la zona del Atlántico Sur y la queja airada de la Argentina. Hubo incidentes en el patrullaje de las aguas jurisdiccionales y una tensión diplomática.
Las conversaciones por el acuerdo de pesca en zonas superpuestas llevaron años y no llegaron a ningún lado. Esas tratativas, que encabezaba el canciller Dante Caputo, se hacían a través de intermediarios y con la entrega de propuestas por escrito.
Peluches
La llegada de Carlos Menem al poder en Argentina en 1989 cambió la política exterior. El flamante presidente y su canciller Domingo Cavallo aceptaron negociar cara a cara con los ingleses, no plantear el tema de la soberanía, el cese de hostilidades que exigía Londres desde 1982 y así se restablecieron las relaciones diplomáticas y comerciales.
Ya con Guido Di Tella como canciller, Menem ideó una propuesta de una concesión de las Islas por 90 años al Reino Unido con la posibilidad de tener una delegación argentina en el archipiélago. Pero la respuesta fue que no se avanzaría en ningún mecanismo sin el acuerdo de los isleños, que se mantenían firmes en rechazar cualquier participación argentina.
Vino allí la denominada “política de seducción” con los malvinenses, que incluyó el envío de ositos navideños, que no trajo ningún resultado concreto.
Menem viajó a Londres antes de terminar su mandato y se reunión el primer ministro Tony Blair, pero no pudo lograr un solo avance sobre Malvinas.
En 1991, la Cruz Roja organizó un viaje para que por primera vez los familiares de los caídos pudieran por unos pocos minutos visitar el lugar donde estaban sepultados sus seres queridos. Luego, se fue avanzando en la construcción de un cementerio en Darwin, donde aún quedan combatientes por identificar.
En 1999, Lan comenzó a hacer ruta aérea Punta Arenas (Chile) Puerto Argentino,con una escala en Río Gallegos, pero para viajar a las islas Malvinas, los argentinos tenían que pedir visa y viajar con pasaporte. Ese vuelo ya no existe.
Pesca y petróleo
La gestión de Fernando de la Rúa volvió a la senda del reclamo ante organismos internacionales, lo que fue ratificado por el interinato de Eduardo Duhalde.
La crisis económica y política del comienzo de siglo en el país relegó aún más de la agenda la cuestión Malvinas.
Mientras, la discusión pasaba por la pesca y la explotación petrolera en la zona invadida al mar argentino. Esa fue la agenda que llevó Néstor Kirchner a poco de asumir en su encuentro con Blair.
La diplomacia del kirchnerismo insistió con reclamos en organismos internacionales y en la búsqueda de respaldos.
Los vuelos fueron objeto siempre de controversia con marchas y contramarchas respecto a la frecuencia, punto de partida, entre otras cuestiones.
La explotación petrolera también generó controversias.
Reclamos
Los dos mandatos de Cristina Fernández siguieron con la línea de los reclamos ante los organismos internacionales y la búsqueda de respaldos de países afines.
La gestión de Mauricio Macri sostuvo los reclamos de soberanía ante organismos internacionales pero poniendo eje en la necesidad de fortalecer las relaciones con el Reino Unido.
Insistió en la necesidad de desmilitarizar la zona, acordar la explotación pesquera y petrolera y mejorar la comunicación entre el continente y las islas.
A 40 años de la guerra, los avances diplomáticos fueron más que acotados.