El adiós de Suárez con el populismo como enemigo y el legado intangible

En su último discurso ante la Asamblea Legislativa, el Gobernador se repitió en las críticas al Gobierno nacional, admitió que se irá sin las reformas que soñó y se aferró a los proyectos mineros, petroleros y de obras que dejará encaminados a su sucesor.

Rodolfo Suárez en su último discurso ante la Asamblea Legislativa. Orlando Pelichotti / Los Andes
Rodolfo Suárez en su último discurso ante la Asamblea Legislativa. Orlando Pelichotti / Los Andes

“Mi gobierno ha impulsado todas las reformas centrales que la Provincia venía necesitando en materia institucional, económica, educativa y del agua, con resultados que han tenido distinta suerte. En algunos casos hemos dados pasos muy importantes y en otros, cuanto menos, las hemos dejado instaladas en la agenda pública con proyectos para que más temprano que tarde puedan ser abordadas sin mezquindades políticas, como nos ha tocado en suerte en estos años”.

Este párrafo, casi en el final del largo discurso desarrollado en 47 páginas, puede ser la más sincera autocrítica que hizo de su gestión el gobernador, Rodolfo Suárez, cuando habló ante la Asamblea Legislativa. En este balance ya no de un año sino de todo su mandato faltan las que, cuando ganó las elecciones en 2019, imaginó como las reformas estructurales que dejaría como legado: la habilitación de la minería metalífera, la ley de educación y una nueva Constitución. Son esos cambios los que hubiese querido enumerar y no pudo.

Hubo en esas frustraciones no sólo impedimentos de la política, aunque él solo apuntó a la “visión obtusa” de la oposición. También hubo reacciones sociales y sectoriales que frenaron las modificaciones. Pero, además, hubo falta de “muñeca” política para conducir las negociaciones. Faltaron esos “mayores consensos entre las fuerzas representativas” de los que habló, pero no sólo porque el peronismo se empecinó en el “no”, sino también porque el oficialismo nunca supo o quiso lograrlos.

El discurso de apertura de las sesiones tuvo coherencia con el “relato” que el oficialismo provincial ha sostenido los últimos tres años: el Gobierno nacional como impedimento, como obstáculo para avanzar. Caracterizado como el “populismo”, una y otra vez descargó allí las culpas de todo lo que no se pudo hacer.

La pésima gestión de Alberto Fernández permite a Suárez golpear donde sabe que la mayor parte de la sociedad también descarga las culpas del presente. El dólar blue a casi $500, la inflación de más de 100% y subiendo, los manotazos de ahogado para llegar a diciembre y sobre todo la cancelación del futuro como proyecto colectivo lo amparan. Aunque, se sabe, es un arma de doble filo. Los ciudadanos pueden pedir respuestas a él también y lo están haciendo, según muestran las encuestas.

Esa diferenciación que inició en la pandemia, con aquella dicotomía entre apertura y cuarentena que llevó a Suárez a su mejor momento en la consideración popular, hoy ya no rinde los mismos frutos de tan usada. Aunque él sigue al tope en el ranking de imagen positiva provincial, la tendencia a la baja no se detiene desde hace un año. Pero como el Gobierno nacional se empeña en superarse día a día en su ineptitud, sigue habilitando la crítica.

Los caprichos del cronograma electoral hicieron que el Gobernador diera su discurso justo al otro día de que su frente perdiera en los siete municipios que anticiparon sus elecciones. Un dato que los dirigentes del peronismo intentaron resaltar en las declaraciones previas y posteriores. Pero esas derrotas no sólo eran previsibles, porque se trata de comunas que ya están en manos de la oposición y porque de hecho para eso desdoblaron los intendentes, sino porque hubo matices.

Lavalle, Santa Rosa, Maipú y Tunuyán representaron derrotas sin atenuantes para Cambia Mendoza. Pero en La Paz y sobre todo San Rafael el mismo peronismo admite preocupación. En San Carlos, donde triunfó el frente de su ex socio Jorge Difonso, aliado ahora al también emigrado Omar De Marchi, el final parece abierto.

Suárez sólo mencionó esas elecciones para valorar la boleta única utilizada, justamente una de las reformas que sí logró aplicar, y pareció acordarse de su ex aliado De Marchi en un párrafo, entre tantos que hubo contra el peronismo: “La vulgaridad de los oportunistas que hacen cálculos comparativos desopilantes con las economías provinciales monoproductoras para ver si en la confusión consiguen un voto más, tirando datos al boleo y prometiendo soluciones mágicas, lo único que hacen es mostrar hipocresía y un profundo desinterés por abordar las causas reales que le quitan competitividad a nuestra economía”.

Suárez buscó la diferenciación alabando lo que considera “un estilo” de gestionar propio, de resultados inciertos, al que los publicistas del Gobierno denominaron “modo Mendoza”. Empeñado en mostrar hechos, hizo una larga enumeración entre los que resaltó el superávit fiscal de los últimos años, la reducción de alícuotas impositivas y el aporte a la economía de los programas de empleo Enlace y Enlazados y, por supuesto, de Mendoza Activa, el más promocionado de sus planes.

Sin las reformas que soñó, ni grandes obras iniciadas que lo dejen en la memoria colectiva como un hacedor, la mejor herencia de Suárez cuando se vaya el 9 de diciembre de la Casa de Gobierno será todo lo que pueda haber dejado encaminado para que su sucesor ejecute o aproveche.

En ese listado están los proyectos mineros que pueden funcionar dentro de la ley 7722, si finalmente son rentables como se presupone: Hierro Indio y Cerro Amarillo con su cobre. También ese viejo anhelo de Potasio Río Colorado, cuya adjudicación debería ser en los próximos meses e impactará notoriamente en las exportaciones.

La presa El Baqueano, que se hará con la mitad del dinero destinado inicialmente a Portezuelo del Viento, puede transformarse en otro hito. Aunque todavía no fue licitada porque siguen en elaboración los pliegos, ya permitió a Suárez un acuerdo con Cammesa que aportará los dólares, si se cumple, para avanzar con dos diques sobre el río Mendoza (Uspallata y Cerro Negro).

El petróleo es la tercera pata de ese futuro prometedor, con la recuperación terciaria de pozos, una nueva concesión de áreas petroleras anunciada para este año y la exploración en el lado mendocino de Vaca Muerta, en desarrollo ahora y cuyo resultado es ansiosamente esperado.

Las lágrimas del final del Gobernador se aferran a ese legado intangible.

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