Comisión de Estudios Históricos Policiales, el refugio de tesoros mendocinos que permanecen ocultos

Miles de piezas que pertenecen a la Fuerza son conservadas desde su conformación, en 1810. Pero, al no tener un lugar adecuado, no pueden ser exhibidas como en el museo que funcionó hasta 2020.

Antiguos uniformes del siglo XIX, equipos de comunicación, armas y documentos conforman el valioso patrimonio cultural. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Antiguos uniformes del siglo XIX, equipos de comunicación, armas y documentos conforman el valioso patrimonio cultural. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Cientos de fusiles y revólveres antiguos, añosos equipos de comunicación, prolijos documentos manuscritos, miles de libros, poderosas motocicletas cuyos motores ya no rugen y decenas de uniformes desde que Gaspar Miguel Ruiz de Rojas fuera el primer alguacil en la provincia son algunas de las joyas que guarda la Comisión de Estudios Históricos Policiales. Sin embargo, acceder a la colección que atesora la historia de la Fuerza en Mendoza es un privilegio de pocos ya que desde hace dos años descansa en depósitos, sin poder ser exhibida al no tener un lugar adecuado.

La Comisión fue creada el 23 de agosto de 1978 por orden del comisario general Domingo Ladislao Molina para preservar la historia de la Policía mendocina. La arquitecta y comisario inspector (PA) Sonia Cervera es su presidenta hace 16 años. Se trata de un órgano asesor encargado de realizar estudios e investigaciones para la divulgación y recuperación del pasado histórico policial y está formado por el museo policial, la biblioteca central, que reúne obras centenarias, desde 1.500 tomos de tácticas policiales hasta historia universal, y el archivo histórico, donde se conservan los escritos y documentos de época.

Allí figuran prontuarios de conocidos delincuentes, procedimientos de rutina y hasta un meticuloso registro de los prostíbulos de principios de 1900 donde se detalla el nombre y país de origen de las mujeres que por esa época ejercían la prostitución. En su mayoría provenían de países como Francia, Italia y España. Fotografías de sus rostros acompañan sus datos filiatorios, escritos con una puntillosa caligrafía.

Un tesoro oculto

El 212 aniversario de la Fuerza, el pasado jueves, fue la excusa ideal para una visita a la Comisión. Hasta junio de 2020 funcionaba en la antigua comisaría Séptima, frente a la plaza departamental de Godoy Cruz. Pero desde que el municipio recuperó el edificio, debió mudarse. Sin embargo, hasta hoy no se ha conseguido un espacio donde instalar el museo y exhibir las reliquias policiales.

Hoy esas piezas están en un depósito sobre avenida Mitre, en pleno Centro, donde antes funcionaba la Dirección de Logística. Pero el acceso no es público ni gratuito como lo era antes, ni las escuelas pueden solicitar visitas guiadas.

El museo histórico policial se creó el 28 de abril de 1937 y desde entonces ocupó distintos espacios. Inició en la ex escuela de cadetes en Playas Serranas, del parque San Martín, donde hoy está el museo Cornelio Moyano. Se cerró durante un tiempo y luego funcionó en el edificio de la Central Policial, en Belgrano y Peltier, hasta marzo de 1994, cuando volvió a cerrarse. En el año 2000 se reabrió en el edificio de la comisaría Séptima hasta que, finalmente, el 12 de junio 2020 se dispuso su traslado a los antiguos depósitos donde permanece.

Foto: Ignacio Blanco /  Los Andes
Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Todo reposa en absoluto silencio en el viejo edificio en el que ocho policías se han convertido en restauradores, pintores, albañiles e historiadores. Ante la visita de Los Andes, se apresuran a mostrar con orgullo cada uno de los objetos que, a su consideración, merecen ser conocidos. Así desfilan teléfonos de principios del siglo XX junto a conmutadores que muestran sus cables y clavijas con las que alternaban hasta 10 líneas telefónicas para 100 internos y funcionaron hasta 1994. Han sido reemplazados por el 911 en el Centro Estratégico de Operaciones.

Las piezas históricas muestran números que en el inventario se les ha asignado. Y aún quedan muchas otras sin inventariar. Llevan las marcas que la historia dejó en ellas desde que pasaron de mano en mano por distintas dependencias, desde aquel lejano 1561, cuando Don Gaspar Miguel Ruiz de Rojas fue nombrado el primer alguacil mayor de estas tierras. Aunque la fundación de la Fuerza fue el 20 de octubre de 1810, cuando el coronel José de Moldes se constituyó en el primer Teniente Gobernador Patrio de Mendoza y dictó una disposición legal llamada “vando”, que se considera el primer reglamento sobre contravenciones policiales, y puso en funciones a cuatro agentes.

Foto: Ignacio Blanco /  Los Andes
Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Resplandecientes pecheras de metal y los cascos que las acompañan salen de su letargo para ser exhibidas ante la cámara de este diario. Aún hoy, con diseños similares, los coraceros las visten con orgullo en actos protocolares. A su lado, maniquíes exhiben los uniformes que fueron utilizados por los encargados de preservar la ley en la provincia desde la creación de la Guardia Nacional en 1812 y la posterior Partida Celadora, un cuerpo de apoyo con una función de seguridad, o el Cuerpo de Vigilantes, hasta los más cercanos a los que visten hoy los hombres de azul.

Foto: Ignacio Blanco /  Los Andes
Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

En otra habitación, una imponente Harley Davidson aún despierta admiración, aunque su motor ya no resuena por las calles y rutas mendocinas. Es similar a la que usaban los uniformados motorizados en la conocida serie “Chips”, emitida por televisión desde 1977 hasta 1983. Un modelo similar pero Kawasaki espera a su lado poder volver a ver la luz junto a una AJS y a “La Porota”, una antigua BMW de 750 cc célebre en la Fuerza, que supo pertenecer a la entonces llamada Brigada Vial. Su nombre se lee sobre su tanque de combustible de un azul gastado y sobre el escudo de esa división de la Policía.

Foto: Ignacio Blanco /  Los Andes
Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Detrás, en el mismo recinto, el cóndor (símbolo de la Policía mendocina) embalsamado que antes daba la bienvenida al museo continúa con sus alas desplegadas y custodia a banderas argentinas en cofres de vidrio y equipos de sanidad policial.

En otra habitación y bajo una celosa custodia, descansan en grandes cajas de madera cientos de rifles, fusiles, ametralladoras y revólveres de todo tipo y de diferentes épocas. Algunos llevan labrados firuletes en sus cañones y tambores, otros tienen empuñaduras de nácar o madera. Los Winchester incluso fueron utilizados en la Campaña del Desierto ordenada por Julio Roca. A su lado, 53 lanzas de tacuara que utilizaba Caballería y un cajón de madera con decenas de sables, espadas y floretes. En otra sala, las fotografías de los policías caídos en cumplimento del deber.

Foto: Ignacio Blanco /  Los Andes
Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

El sueño de Cervera es que pronto todas esas piezas puedan volver a ser exhibidas y la historia de la Policía mendocina se siga difundiendo. “Me gustaría ver el museo en un lugar donde pueda ser exhibido y visitado y que se pueda mostrar la historia y la cantidad de piezas que tenemos. No es una improvisación, no tenemos cuatro o cinco cositas con las que no sabemos qué hacer, tenemos tanto… Sólo necesitamos el espacio”, reconoce. Pero ella está a pocos días de retirarse, por lo que sus hombres serán los encargados de conservar las piezas, transmitir el legado y luchar por recuperar un espacio.

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