Una ministra que quedó de los dos lados del mostrador

Jimena Latorre recibió al presidente de YPF estrenando su doble y cuestionado rol: ministra y representante de Mendoza en la petrolera de mayoría estatal. Las dudas que genera su nombramiento.

La ministra Jimena Latorre, el titular de YPF Horacio Martín y el gobernador Cornejo.
La ministra Jimena Latorre, el titular de YPF Horacio Martín y el gobernador Cornejo.

La foto de la reunión deja en claro quién es el anfitrión: Alfredo Cornejo. También quién es el principal invitado: Horacio Marín, presidente de YPF. Ahora la duda es qué papel juega allí Jimena Latorre. ¿Es parte de los anfitriones o de los invitados? Paradójicamente, integra los dos grupos. Es la ministra de Energía y Ambiente de la provincia y también es parte de YPF como directora en representación de Mendoza.

El encuentro entre el Gobernador y el elegido por Javier Milei para conducir la principal petrolera del país dejó entrampada a la ministra, que fue designada la semana pasada para ocupar una silla en el directorio que encabeza Marín. Su presencia en la reunión y sus declaraciones posteriores ponen en duda que no haya incompatibilidad entre los dos cargos, tal como se apuró a aclarar el Gobierno hace unos días, tras el nombramiento.

Ajustados a lo estrictamente legal, oficialmente se aclaró que Latorre “se excusará de intervenir en todos aquellos procesos, expedientes y piezas administrativas, tanto de Energía como de Ambiente, en los que estén en juego los intereses de la empresa”.

La reunión entre funcionarios del Gobierno de Mendoza y representantes de la petrolera.
La reunión entre funcionarios del Gobierno de Mendoza y representantes de la petrolera.

En su lugar, en esos procesos intervendrá, y pondrá la firma, Natalio Mema, el ministro de Gobierno que además de tener a cargo el vínculo político con los intendentes y gremios, por ejemplo, debe comandar las obras públicas y el transporte de pasajeros de toda la provincia.

El trabajo que sumará Mema por cierto no es poco: YPF es por lejos la principal petrolera que opera en Mendoza. Tiene la concesión de 22 áreas petroleras en exclusividad más un par en las que tiene socios. Ese número final representa la mitad más una de todas las áreas concesionadas. En esas dos docenas de yacimientos, hay 1.900 pozos activos y 1.700 inactivos.

O sea que Latorre no podrá intervenir en expedientes que abarcan más de la mitad de la actividad de la Dirección de Petróleo que depende de ella. Y no sólo eso. También deberá excusarse en todos los conflictos por contaminación que puedan llegar a la Subsecretaría de Ambiente del ministerio que involucren a YPF. Pueden ser por algunos de los cientos de pozos o por la refinería de Luján, en constante crecimiento.

Ahora bien, más allá de que no firme o intervenga en los procesos, difícilmente pueda abstraerse de participar en la definición de la política petrolera de la provincia. Al fin de cuentas es la ministra. Y esa política y estrategia no puede soslayar a YPF.

Afortunadamente para ella, los objetivos ya enunciados por Cornejo antes de asumir y los de la petrolera en la era Milei parecen confluir: el Gobernador quiere que YPF devuelva áreas con producción en caída que le resultan poco rentables para adjudicarlas a empresas más chicas, a las que les puede resultar más atractiva esa explotación por sus menores costos de funcionamiento.

Marín ha trazado para su YPF un objetivo claro: potenciar la rentabilidad con el petróleo no convencional, o sea Vaca Muerta, dejando de lado justamente el convencional en aquellas áreas que se van agotando para que se hagan cargo pymes petroleras.

Eso implica que en Mendoza intentará desprenderse de todo lo que esté al norte de Malargüe, como Vizcacheras o Barrancas. De hecho, podría devolver áreas cuya concesión vence en 2027 para que la exploten empresas más pequeñas.

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Sólo le interesa a YPF en esta etapa la cuenca sur de Mendoza, donde avanza la recuperación terciaria en Chachahuén. Y la atención está puesta sobre todo en los dos pozos que se están explorando en la lengua mendocina de Vaca Muerta. En el calendario, ya está marcado el próximo 15 como el día en que empezarán a tener datos concretos de la productividad que puede llegar a tener el área.

Pero más allá de estas coincidencias, surgen muchos interrogantes. ¿Qué hará la ministra cuando en una reunión de su gabinete surja el nombre de YPF?¿Se irá y llamará a Mema? ¿No existe el riesgo de que influya sobre sus subordinados cuando trabajen en expedientes que involucren a la petrolera de la que es directora?

También vale preguntarse cómo caerán sus decisiones en las petroleras competidoras de YPF sobre cuyos expedientes sí podrá decidir. Pueden sospechar favoritismo y objetar todo el proceso cuando se crean perjudicadas por las decisiones del Gobierno que llevarán la firma de Latorre.

El ministerio que conduce, en realidad, ya nació tensionado: unir bajo una misma jefatura el petróleo, la minería y el ambiente es cuanto menos arriesgado. Quien debe promover las dos primeras actividades, a la vez debe ponerles los límites que demanda el impacto ambiental de ambas.

Latorre es una abogada que se especializó en temas energéticos a partir de su incorporación a la función pública. Como presidenta del EPRE ganó fama de dura negociadora, casi inflexible, entre las distribuidoras eléctricas. Un atributo que le reconocen quienes han trabajado junto a ella también.

Luego, ya en el Congreso, como diputada nacional, fue una dura cuestionadora, con fundamentos, de las decisiones energéticas del gobierno de Alberto Fernández. Estudiosa y trabajadora, se hizo lugar en esa selva donde pocos pueden destacarse.

Por eso, su nombre era una fija para Energía cuando Cornejo empezó a delinear el gabinete para su segunda gestión provincial.

Dos meses después de asumir como ministra, con 37 años, llegó su designación en YPF para remplazar a Emilio Guiñazú, que trabajó con el actual gobernador en su primera gestión y que continuó con Rodolfo Suárez. Fue en los últimos años uno de los funcionarios más elogiados por Suárez como líder de Potasio Río Colorado. Por eso, lo nombró en 2022 director de la petrolera por Mendoza cuando quedó vacante el cargo más apetecido por quienes deponen sus ambiciones políticas.

Guiñazú, cuentan, cayó en desgracia en el universo cornejista cuando Suárez anunció la creación de Impulsa Mendoza, otra sociedad del Gobierno creada para el desarrollo de la minería. Detrás de la idea estuvo el ex funcionario y a Cornejo, reacio a que el Estado asuma funciones que considera le corresponden a los privados, no le cayó nada bien.

El caso Latorre tiene un antecedente: en 2016, tras asumir como ministro de Economía, Infraestructura y Energía del primer gobierno de Cornejo, Enrique Vaquié también fue nombrado representante de Mendoza en YPF. Una firma suya en una resolución activó la denuncia por incompatibilidad de un tercero que se sintió perjudicado y entonces renunció.

Vaquié, en aquel momento, donó el sueldo como director de YPF y se quedó con el de ministro. Y aquí es donde, incluso internamente, Latorre recibe las mayores críticas. Ella renunció al de ministra y sólo cobrará el de la petrolera. La decisión fue celebrada oficialmente porque así la Provincia se “ahorra” un sueldo, que es ínfimo para los gastos del Estado. Por supuesto que ese “sacrificio” tiene su explicación: el salario provincial es la sexta parte del nacional, que supera los 10 millones de pesos. Todo esto profundiza las dudas y cuestionamientos: Mendoza tendrá una ministra con su sueldo pagado por una empresa.

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