El acontecimiento tiene más relevancia histórica que impacto en la realidad. En el siglo 20, la captura de un “padrino” de la mafia siciliana monopolizaba las noticias en diarios y noticieros de radio y televisión. Pero a esta altura del siglo 21, está claro que nada cambiará de manera significativa en Sicilia, Italia y el mundo por la captura de Matteo Messina Denaro.
Aún sabiéndose que el crimen organizado continuará porque otra cabeza brotará en su cuerpo mutilado, la captura de un “capo” siciliano es un hecho histórico por tratarse de la Cosa Nostra, organización que en el imaginario colectivo occidental es “la madre de todas las mafias” italianas.
Sobre su larga historia hay versiones contrapuestas. Algunos historiadores sitúan sus inicios a partir de lo que implicó, sobre todo en el desarrollo de las plantaciones de cítricos, la llegada de los árabes a Sicilia en el siglo IX. Otros lo sitúan en el siglo XIX.
Para algunos “mafiólogos”, mafia deriva del vocablo árabe “mahya”, que alude a la matonería; para otros viene de la palabra “mu’fah”, también árabe, que significa “protector de pobres”. Pero los convencidos de que el origen es decimonónico dividen la interpretación de la palabra entre dos acrónimos: “Mazzini Autorizza Furti, Incendi y Avelenamenti, en referencia a Giuseppe Mazzini, un impulsor de la unidad de Italia que supuestamente llamó a los sicilianos a luchar contra los ocupantes foráneos cometiendo “robos, incendios y envenenamientos”. La otra versión dice que es la sigla de “Morte Alla Francia Italia Anela”.
En todos los casos, la palabra tiene que ver con las organizaciones secretas con que familias tradicionales impusieron gobiernos secretos con organizaciones y jerarquías propias de la sociedad siciliana, y con economías paralelas a las impuestas por las autoridades de las potencias extranjeras que sucesivamente ocupaban la isla.
Tener en sus raíces aquellas formas de organización secreta, explica los códigos de honor que mantuvo la Cosa Nostra hasta el crepúsculo del siglo XX, cuando comenzó su decadencia estructural y la declinación de su influencia social.
Muchos acontecimientos hicieron que se vaticinara el fin de la Cosa Nostra. En la década de los ´80, la guerra entre “los corleonesi” y sus enemigos palermitanos, cuya principal consecuencia fue que uno de los perdedores, Tommaso Buscetta, se convirtió en el primer mafioso que traicionó la “omerta”, inviolable código de silencio por el cual ningún miembro revela los secretos de la organización.
La traición de Buscetta mostró la radiografía de la Cosa Nostra, encabezada por el “capo di tutti capi”, seguido por el “Don”; el “sottocapo”; el “consigliere”, el “caporégime” etcétera, además de otros secretos que permitieron a la justicia asestar los mayores golpes recibidos por la mafia siciliana hasta ese momento.
La decadencia que generó vulnerabilidades comenzó con la traición de algo que prohibían los viejos padrinos aferrados a los códigos de honor: el narcotráfico.
Sin traficar drogas, la Cosa Nostra se había ramificado hasta en Norteamérica, donde se hizo fuerte en Chicago y Nueva York, generando celebridades del crimen como Al Capone, Frank Costello y Lucky Luciano. La incursión en la venta de drogas le generó océanos de dinero, pero también descomposición.
El contraataque contra los avances de la Justicia llegó en 1992, con Salvatore “Totó” Riina ordenando los atentados que mataron a los jueces anti-mafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Entre los ejecutores estuvo Messina Denaro, el jerarca atrapado esta semana. Pero la justicia siguió capturando “capos”.
En 1993, un policía anti-mafia conocido como “Capitán Uno” apresó a Totó Rina, sobre quien pesaban un centenar y medio de asesinatos, de los cuales al menos cuarenta fueron ejecutados por él mismo.
Más tarde cayó Bernardo Provenzano y ahora cae la última cabeza histórica que le quedaba a la mafia siciliana: Messina Denaro, el hombre que fue detectado tras treinta años de búsqueda, por un cáncer de colon que le imponía un tratamiento.
La omertá traicionada por Buscetta había vuelto a funcionar. No hubo delatores, sino pistas en el terreno de la medicina oncológica. Pero la caída de un capo, hoy significa poco. Cortar una cabeza hace nacer otra.
Además, la Cosa Nostra ya no es la mafia más poderosa del mundo, como había sido alguna vez. Hoy son más fuertes las tríadas de China; la Yakuza japonesa, así como las mafias de Turquía, Rusia, Irlanda, Albania y Norteamérica, además de bandas narcotraficantes como las de Colombia y México, entre otras.
En la propia Italia, el poder de la mafia siciliana fue alcanzado por la Camorra napolitana y la Sacra Corona Unita, de Puglia; y ampliamiente superada por la N’drangetha, de Calabria, una de las más poderosas y globalizadas del mundo.
El estado italiano festeja la caída de Matteo Messina Denaro, pero sabe bien que la Cosa Nostra no desaparecerá.
* El autor es politólogo y periodista.