Penumbras tardías del Cristianismo vernáculo

Los que ingresaron al Espacio de Arte Luis Quesada a destrozar las obras de arte, ocupan el mismo nicho histórico y zoológico que ocuparon las hordas que descuartizaron a Hipatía de Alejandría en el siglo V.

Penumbras tardías del Cristianismo vernáculo
Fanáticos vandalizaron una muestra en la Facultad de Artes

Al hablar Niestzche del eterno retorno de lo mismo, considera a la historia como una repetición abstracta de circunstancias idénticas. Con esta idea, los hechos heroicos, las cobardías, las traiciones, la inteligencia y la brutalidad de individuos y pueblos a lo largo del tiempo humano, solo se visten diferentes según los usos de las distintas épocas. La estructura conductual de la Humanidad del siglo IV de la era cristiana, parece repetirse en nuestro siglo XXI.

Recordemos el atentado en 2015 contra el semanario gráfico Charlie Ebdo en París, a manos de fanáticos islámicos que dejó por saldo la muerte de doce personas y otras doce heridas. Una guerra empieza con un insulto. Quiero entrar en tema.

Se venía haciendo en el Espacio de Arte Luis Quesada del Rectorado de la UNCuyo, una exposición de arte. Los artistas pertenecen a la Facultad de Arte y Diseño de dicha universidad y expusieron sus obras bajo el tema “8M – Muestras Visuales”, de claro corte feminista. El arte es algo que sucede, y gusta o no gusta. No discutiré el valor creativo de esta muestra. Algunas de las obras interpretaban a un cristo con vagina o una vagina con la silueta de la virgen. El Episcopado de Mendoza, a través de la Pastoral Social, expresó su malestar por considerar que la obra agredía los sentimientos religiosos de la grey católica. Hace unas horas nada más, un grupo de aproximadamente sesenta católicos, ingresaron al Espacio de Arte y luego de rezar la plegaria llamada por los fieles católicos “El Santo Rosario”, procedieron a destruir las distintas obras de arte que a juicio de este grupo de fieles, ofendían los símbolos de la fe católica. Hasta acá, los hechos. Los hechos sí son sagrados.

¿En qué lugar oscuro de la razón habita la intolerancia? Voltaire, en su Diccionario Filosófico, dice de ella: “…He aquí, en sustancia, la manera de razonar de los intolerantes y el modo que tienen de increpar a quienes no lo son: «Monstruo que arderás eternamente en el otro mundo, y que yo te quemaría en éste si pudiera…”

Sería un largo rosario -valga la paradoja con esta palabra- nombrar los actos de intolerancia religiosa a lo largo de la historia llevados entre las tres religiones monoteístas más importantes y todavía vigentes, hablo del Judaísmo, del Cristianismo y del Islam. Para ello sugiero la lectura de algunos libros fundamentales, tales como “Dios contra los dioses” de Jonathan Kirsch, “La Edad de la Penumbra” de Catherine Nixey, “Dios en el Laberinto” de Juan José Sebreli y “Defensa de la Ilustración” de Steven Pinker. Alguien se preguntará por la arbitraria ligazón que establezco entre la intolerancia religiosa y el monoteísmo. Esto debe explicarse. La antigüedad clásica, me refiero a la Persia imperial, a Grecia y a Roma, hasta entrado el siglo III d.C., no discutía ni eliminaba a sus adversarios según su pensamiento o fe religiosa, sino por circunstancias de poder, de enemistad, de venganza, etc. El mundo antiguo no solo era politeísta, sino que a través del politeísmo ejercía la tolerancia religiosa a tal punto que, en una misma familia romana, por ejemplo, sus distintos miembros podían adorar a diferentes dioses o a varios a la vez e incluso cambiar de dioses sin que se produjera ningún conflicto en la mesa familiar. Pero llegó el Cristianismo con su influencia judaica homofóbica -entre otras influencias- y con la pretensión de que un solo dios era verdadero y podía y debía ser adorado, el cual no sería otro que el que está en la cruz cristiana. Nacía la intolerancia religiosa, y parece no haberse ido. Por lo menos en Mendoza.

Hipatía de Alejandría, maestra y matemática neoplatónica, moría en el 415 a manos de una horda de cristianos instigados tal vez por el Obispo Cirilo, considerado luego “santo” por las iglesias católica y ortodoxa. Otra paradoja: un santo manda a matar a una mujer por el solo hecho de no creer en el mito cristiano que nos dice que un niño llamado Jesús nació de una virgen humana concebida por un dios. Parecida a la mitológica y mucho más bella ocurrencia literaria que decía que Hércules era hijo del dios Zeus y la humana Alcmena.

Los que ingresaron al Espacio de Arte Luis Quesada a destrozar las obras de arte, ocupan el mismo nicho histórico y zoológico que ocuparon las hordas que descuartizaron a Hipatía de Alejandría en el siglo V.

Está muy bien que el Arzobispado de Mendoza, haya condenado los hechos vandálicos, ahora tendrá que facilitar la tarea de la justicia para identificar a cada uno de los fanáticos que participaron en esos hechos.

* El autor es escribano público.

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