Casi ningún término resulta unívoco; la mayoría expresa, a veces de modo velado, otras, de manera figurada, más de un sentido. Resultan plurivalentes y, precisamente allí, radica la riqueza de una lengua.
Hoy quiero detenerme en un puñado de vocablos que, en primera instancia, sirven para referirnos a la temperatura, pero que, en contextos diversos, pueden transmitir otros mensajes: “frío”, como adjetivo que indica una temperatura bastante inferior a la del ambiente o a la habitual, encierra connotaciones negativas, cuando sirve para demostrar indiferencia, falta de afecto o de emoción, distancia: “Su escrito resultó frío, carente de emoción”; “Es un hombre frío y calculador”. En relación con este significado, “frío” puede indicar que alguien puede controlar los nervios y las emociones, en situaciones difíciles: “En esa entrevista, necesito actuar con el ánimo frío”. Si este adjetivo se aplica a un color, significa que está en la gama de los azules, verdes y violetas”: “Siempre se viste con ropa en colores fríos”. Además, coloquialmente y, por lo general, con el verbo “quedarse”, señala que alguien ha resultado sorprendido y sin poder reaccionar: “Me quedé frío ante ese anuncio”.
También puede usarse el sustantivo “frío” como actitud de control, según lo revela la locución “en frío”: “Debo obrar con calma y pensar en frío cómo voy a obrar de aquí en más”.
En la familia léxica, encontramos “friolera”, sustantivo que, coloquialmente, sirve para aludir a la gran cantidad de una cosa, especialmente de dinero: “Facturaron la friolera de dos millones de pesos”.
Asimismo, el sustantivo “frialdad” puede connotar “indiferencia, falta de afecto, control de los nervios en situaciones difíciles”: “Me trató con extrema frialdad”.
El verbo “enfriar”, dentro de sus valores, equivale a “hacer que un sentimiento o una actividad pierda intensidad o fuerza”: “La distancia enfrió la relación entre los novios”.
Emparentado con el valor significativo de “frío”, se da el de “helado” que, como adjetivo, indica que alguien está muy sorprendido y sin poder reaccionar: “Me dejaron helado esas tremendas palabras”. Si se aplica a una actitud o a un gesto que la exteriorice, este adjetivo señala indiferencia o, por lo menos, distancia afectiva: “Me dirigió una mirada helada que me paralizó”. En el mismo sentido negativo, se puede utilizar el verbo “helar”, como sinónimo de “impedir que el ánimo o las ilusiones de alguien se desarrollen o manifiesten”: “Esa política ha helado los mejores proyectos de los jóvenes”. En la locución “helar la sangre”, se da a entender que alguien se asusta mucho o que sufre una fuerte impresión: “Se me hiela la sangre de solamente imaginar cuál puede ser el final”.
Se da emparentado con estos valores, “congelar” que suma otras acepciones, como la de “interrumpir temporalmente el desarrollo de un proyecto, un proceso o una actividad”: “Los directivos han decidido congelar temporalmente ese emprendimiento”. En el área económica, se usa “congelar” para indicar que, por una disposición oficial, los precios y los salarios quedan fijos; también que se inmovilizan los fondos de una persona o institución por la prohibición de operar con ellos: “Se trata de regular la economía, congelando los precios de productos de consumo esencial”. “No pudo, sorpresivamente, retirar dinero porque le congelaron sus cuentas”. Si se usa “congelarse”, se puede aludir a que, en referencia al desarrollo de un proyecto o de una actividad, ellos quedan temporalmente suspendidos: “Las relaciones entre esos dos países se congelaron casi por una década”.
En esa gradación de la falta de calor, se nos da también el adjetivo “gélido” que, aparte de aplicarse como “muy frío” a los objetos, puede referirse figuradamente a actitudes y acciones humanas: “Su mirada gélida me detuvo”.
En el extremo opuesto, encontramos “caliente”: al significado básico de “que produce calor”, se suma la acepción de “conflictivo, problemático”: “Las relaciones entre los distintos partidos están muy calientes”. Lo mismo sucede si el adjetivo se atribuye a una riña o pelea, porque toma el valor de “acalorada, viva”: “Se insultaron en medio de una disputa muy caliente”. Por eso, la locución adverbial “en caliente” puede significar “inmediatamente, sin retraso que haga perder el interés o la vehemencia de una acción; bajo la impresión inmediata de las circunstancias del caso”: “Aprovechó para decirle en caliente todo lo que pensaba”.
Entre los vocablos equivalentes, encontramos “cálido”, que puede significar “que expresa afecto”: “Recibí un cálido abrazo”; además, puede indicar “que da comodidad y bienestar”: “Es un ambiente muy cálido”. Si hablamos de colores, “cálido” implica que está en la gama de los amarillos y los rojos: “Han logrado alegrar la habitación al pintarla con colores cálidos”.
¿Y “caluroso”? Este adjetivo, que se coloca por lo general delante del sustantivo, significa en esta línea de valores “que expresa aprobación o afecto”: “Los recibieron con calurosos aplausos”. “No olvidaré nunca esa calurosa despedida”.Pero el calor también nos da connotaciones negativas en sus términos: “calentarse” puede significar “sentir mucha bronca y un malestar intenso, enardecerse, enfurecerse, irritarse”: “Se calentaron cuando conocieron semejantes resultados”. En la locución “calentarle la cabeza a alguien”, el valor significativo es “hacer que una persona piense insistente y repetidamente en algo, para preocuparla o para que haga algo determinado”: “Le calentó la cabeza para que cambiara su actitud”. En relación con esta acepción, vemos que “calentón” es una persona que se enoja fácilmente y por poco tiempo: “Siempre calentón, se enoja por todo”.
El adjetivo “tibio”, que en su valor denotativo significa “que tiene una temperatura intermedia”, posee una connotación negativa cuando se atribuye a una persona o a una reacción humana, pues señala que es “poco intensa, desapasionada o indiferente”: “Su actuación fue muy tibia”.
Y cerramos con una cita de José Ingenieros: “Jamás fueron tibios los genios, los santos y los héroes. […] Todo ideal es, instintivamente, extremoso; debe serlo a sabiendas, si es menester, pues pronto se rebaja al refractarse en la mediocridad de los más”.
*La autora es Profesora Consulta de la UNCuyo