El plan C de Cornejo, el estilo Milei y el bloqueo a De Marchi

Pese a sus trayectorias opuestas, hay puntos en común entre el radical y el próximo presidente, que lo duplicó en votos en Mendoza. El gobernador electo busca influir con la liga de la UCR y el Pro con resultado incierto aún. La filtración del nombramiento del creador de La Unión Mendocina como secretario de Educación activó un operativo para impedirlo que logró su meta, pero podría ir a otro cargo. La derrota de Massa dejó huérfanos a los intendentes del PJ mendocino.

Ilustración: Gabriel Fernández
Ilustración: Gabriel Fernández

Alfredo Cornejo de pronto parece desentonar menos con el contexto que en todos los años que lleva intentando ganar protagonismo nacional. Su discurso duro, por momentos técnico, que no puede escapar a su formación como licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública, encuentra coincidencias con la versión presidencial de Javier Milei, que ya se sabe no puede obviar los tecnicismos económicos en sus respuestas.

No suele haber encanto ni optimismo en las palabras de esos dos hombres de formaciones distintas y trayectoria política opuesta. La oratoria no es el fuerte de ninguno, está claro.

La diferencia está en que el presidente electo pudo captar audiencias masivas. Eso lo logró con tres o cuatro ideas centrales que claramente van quedando atrás luego de su triunfo. Sólo una de aquellas propuestas ha persistido, “la motosierra”, aunque ya sin apelar a esa metáfora, sino a un diagnóstico apocalíptico y un anticipo de tiempos muy duros para la Argentina: “No hay plata”.

Esa declaración acompañada por la extremaunción de la obra pública, los fondos discrecionales a las provincias y las empresas estatales, para recortar el gasto público en el equivalente a 5 puntos del PBI, marcan el camino de los próximos meses. Y los primeros conflictos, seguramente. Es eso o el 90% de los argentinos sumidos en la pobreza, remarca para describir el estado de situación.

Cornejo se ve reflejado en este Milei apocalíptico. O mejor dicho, Milei es una versión más extrema del Cornejo de 2015, ese que llegó a gobernador por primera vez sin promesas y anticipando una era de austeridad para ordenar las cuentas públicas.

El presidente electo está haciendo lo que muchos pedían a Mauricio Macri hace ocho años y éste nunca hizo por los consejos del marketing político: describir, exponer, la situación real del país y sus dificultades. Hoy la situación es más grave. Y Milei parece abrir el paragüas para que no puedan reprocharle que no avisó.

Por eso no desentona el mendocino ahora cuando dice: “Creemos que Argentina tiene la necesidad de reformas económicas fuertes, que son necesarias”. Siempre y cuando, aclara, tengan el consenso político necesario. Es decir, el acuerdo con los diez gobernadores de la UCR y el Pro que se ofrecen como los garantes de la gobernabilidad. La propuesta es simple: aportar territorio (casi la mitad del país) a un presidente sin territorio.

Detrás de esa intención de acercamiento, además de necesidades de gestión hay un mandato, casi una “imposición” del 71% que votó a Milei.

Cornejo no puede desconocer que el próximo presidente obtuvo el domingo anterior en Mendoza más del doble de votos que él: fueron 780 mil contra los 368 mil propios de setiembre. Nunca antes un candidato había reunido en nuestra provincia semejante respaldo. Imposible de obviar.

Los diez gobernadores quieren mostrarse como los sobrevivientes de Juntos por el Cambio, los dueños del poder real, porque esa alianza tal como se la conoció ya no existe. A la salida ya anunciada de la Coalición Cívica de Elisa Carrió, el socio menor, se suman la incertidumbre por el futuro del radicalismo y el Pro. En ambos partidos, el acercamiento a Milei de un sector anticipa la fuga irremediable de sus adversarios internos.

Gerardo Morales y el ala radical que se inclinó por Sergio Massa en el balotaje (e incluso antes) han quedado hundidos en el silencio. Las mayores dudas están en la fuerza fundada por Mauricio Macri: ¿el Pro se infiltró en La Libertad Avanza para cogobernar y dirigir el rumbo desde las sombras? ¿o en realidad Milei lo está absorbiendo, así como Carlos Menem absorbió (y deglutió) a la Ucedé, de cuyas ideas y figuras se nutrió para gobernar?

No es la única coincidencia entre el libertario y el riojano, al que admira. Así como Menem llegó a la presidencia con una promesa (salariazo y revolución productiva) que en la misma transición olvidó para girar a la derecha, ahora Milei parece ir de la ultra derecha hacia un posición menos extrema relegando algunas de sus promesas de los últimos años. No sólo la dolarización, el cierre del Banco Central y la aniquilación de la casta. Hasta su negación del cambio climático está en duda, de acuerdo a lo que dicen de los primeros movimientos del futuro secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo.

El futuro funcionario prometió sobre cumplir algunas metas de la transición energética en la reunión que tuvo con la Cámara Argentina de Energías Renovables. El teorema de Baglini otra vez se cumple.

La obsesión de Cornejo pasa por estos días por sostener “la liga” de gobernadores para negociar con el Gobierno, pero sin ser parte de la gestión. No existe, hasta no ver el camino que se seguirá, la intención de aportar funcionarios. Acompañar sin involucrarse parece que es la consigna.

La realidad, contraria a sus pretensiones, le impuso este plan C al mendocino, luego de los frustrados plan A (ser candidato presidencial) y plan B (influir directamente en la Casa Rosada y sus políticas con Patricia Bullrich en la presidencia).

Ahora bien, la pregunta es qué van a acordar la Nación y las provincias luego de que la irrupción de Milei rompiera la lógica de la negociación política tal como se la conocía hasta ahora. Si cumple lo dicho en los últimos días, no habrá ni obras ni ATN a cambio de votos en el Congreso. Salvo que haya buscado tensionar al máximo, para luego ceder muy poco.

No ha habido públicamente reacciones del próximo oficialismo a la liga de gobernadores y su ofrecimiento de ayuda a la gobernabilidad. Sí, por supuesto, ha habido contactos privados. Pero en los primeros días de transición, quien más posiciones parece haber ganado para acercarse a Milei es el peronismo cordobés, que lidera su ex rival en la presidencial Juan Schiaretti.

Un viejo zorro de la política, que abreva desde siempre en las aguas del peronismo, cree que el nuevo plan cornejista corre serios riesgos porque el próximo presidente intentará hacer lo mismo que hubiese hecho Massa: captar a los gobernadores de a uno, así están en inferioridad de condiciones.

Rencores que no se olvidan

El acercamiento de Cornejo al mileísmo como referente de la liga ya tuvo un efecto político: le permitió bloquear el nombramiento de Omar de Marchi como secretario de Educación de la Nación, un cargo que dependerá del nuevo Ministerio de Capital Humano.

De Marchi estableció un vínculo directo con Milei en la Cámara de Diputados de la Nación. No son amigos, pero sí hay confianza entre ellos. Tanta que han cruzado varios mensajes en la última semana. Según cuentan en Buenos Aires, el equipo del libertario pensó en el ex referente del Pro mendocino por el manejo político, claramente no técnico, que podía ejercer en un área para la que planean reformas estructurales y conflictivas.

El ex candidato a gobernador pidió el fin de semana para pensarlo, pero le dieron un par de horas. Debían ponerse a trabajar inmediatamente y el viernes iba a ser presentado junto a toda la primera línea de Capital Humano. La respuesta, por supuesto, fue “sí” y avanzaron. Pero el jueves a la noche se filtró: Esteban Trebucq, el periodista de América, lo contó al aire.

Fue entonces cuando, cuentan, comenzó la presión cornejista a través del equipo del futuro ministro del Interior, Guillermo Francos. El viernes, los contactos y las urgencias con el creador de La Unión Mendocina se enfriaron. Y cuando De Marchi regresó por la noche de Buenos Aires (lo suficientemente tarde como para no ir a la asunción de concejales de Luján a la que asistió Cornejo) la posibilidad ya estaba caída totalmente y el diputado se hundió en el silencio.

En el oficialismo mendocino buscan despegar a Cornejo de la suerte de De Marchi y le dan todo el mérito a la vicegobernadora electa, Hebe Casado, enemiga interna del lujanino cuando compartían el Pro. Alineada con Bullrich, Casado apoyó abiertamente al libertario antes del balotaje. Además, había tenido un acercamiento cuando el hoy presidente electo vino a Mendoza, hace un año y medio. Igual, suena exagerado creer que ella tiene el poder para dar vuelta por sí sola un nombramiento definido.

Ese cargo podría haber transformado a De Marchi en el mendocino más encumbrado en el Gobierno nacional (si Luis Petri no es nombrado finalmente ministro de Defensa) y le hubiese aportado cimientos para sostenerse como referente opositor en Mendoza, que es su verdadero objetivo político. Igual, no se descarta que obtenga algún otro espacio en compensación.

Con Cornejo y De Marchi jugando su propio partido, cerca del nuevo oficialismo nacional, el PJ mendocino parece destinado a la orfandad. Como si la crisis local no fuese suficiente, ahora perdió al referente nacional que había logrado aglutinar e ilusionar a todos los que durante los últimos años soportaron a regañadientes el dominio interno de La Cámpora.

La derrota de Massa dejó en el aire sobre todo a los intendentes, que mayoritariamente decían sentirse más cercanos al todavía ministro de Economía que a Cristina Kirchner, en claro declive. Por eso, hoy valoran más aquel acuerdo de hace dos semanas con Cornejo para aprobar el Presupuesto, cuando aparentemente ya se veían venir la derrota nacional.

La suspensión del financiamiento de obras públicas, anunciado por Milei, es un golpe directo a algunos de ellos que ya habían avanzado en algunos casos adelantando fondos municipales para iniciar los trabajos.

Sin el respaldo del Gobierno nacional, los próximos cuatro años necesitarán mucho más de la provincia y ya no rinde la política del rechazo permanente a todo lo que proponga el oficialismo, que adjudican a la línea que imponía el camporismo.

“Estamos hechos mierda en Mendoza y la única posibilidad que tenemos es reconstruirnos desde la legitimidad de los intendentes”, dice un peronista con el cuero curtido por las derrotas y que no cree en el retiro político que Massa anunció.

Una nueva era ha comenzado y avanza muy rápido, demasiado para el letargo en el que hemos vivido los últimos tiempos. Después del 10 de diciembre, nada será como antes.

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