El mileísmo explícito de Cornejo, los novatos del poder y la guerra por la plata

El Gobernador ha apoyado a Milei como no se recuerda que haya respaldado a Macri cuando era presidente. La duda es hasta cuándo podrá hacerlo. Si se anualiza la caída de ingresos provinciales en el primer bimestre, cuadruplica el presupuesto de obras públicas. En el Gobierno admiten que el equipo “está adormecido” y apuestan a partir de ahora a mantener la iniciativa. Los temores del lujanino Allasino pueden hacerse realidad si el proyecto para redistribuir el 10% de la coparticipación respeta el esquema de reparto que circula.

Ilustración: Gabriel Fernández
Ilustración: Gabriel Fernández

Ha habido en las últimas dos semanas, desde el discurso en el desayuno vendimial, un recorrido dialéctico y fáctico de Alfredo Cornejo que lo ha llevado hacia el mileísmo más explícito. Cuesta recordar tantas y tan contundentes manifestaciones suyas de apoyo a Mauricio Macri cuando ocupaba la Presidencia. Y eso que al fundador del Pro lo unía una alianza consumada en un frente nacional, mientras que con Javier Milei apenas si ha hablado personalmente.

El gobernador mendocino ha decidido ser un sostén político del libertario, el menos político de todos los que han pasado por el principal despacho nacional desde que la Argentina es la Argentina.

Hay en esa decisión una mirada pragmática, de conveniencia. Cree que su electorado y el de la UCR a nivel nacional, ante todo, son antikirchneristas. Con esa lógica, oponerse a Milei sería ir contra sus votantes, o sea contra sus propios intereses electorales. Nadie en política que se precie de medianamente ducho escupe para arriba.

Pero también ese apoyo tiene una profunda raíz ideológica. Cornejo está convencido de que son necesarias muchas de las reformas que plantea el nuevo oficialismo nacional. Cree en la “batalla cultural” que da, aunque parezca opuesta al ideario alfonsinista que alguna vez abrazó. El Gobernador es un “radical de Alem”. O sea un liberal. Que además no oculta su admiración profunda por Domingo Faustino Sarmiento.

La votación en el Senado del DNU dejó en claro que no sólo acompaña con palabras en discursos y redes sociales el proyecto presidencial. También con votos. De los senadores radicales por Mendoza y de otras provincias. Al punto de ir en contra del presidente de la UCR, Martín Lousteau, con el que supo mantener un vínculo estrecho hace unos años.

Así como la derrota en el Senado ratificó una vez más la endeblez política de Milei, la soledad de Lousteau dentro del radicalismo en el rechazo al DNU expuso el vacío de poder en el que navega su gestión partidaria. Sostenido por referentes de “las Buenos Aires”, pero sin el apoyo de “los radicales que ganan elecciones”.

De hecho, el comunicado impulsado por Cornejo contra Lousteau tuvo la firma de Rodrigo de Loredo, antes alineado con el senador porteño, y del gobernador jujeño Carlos Sadir, que claramente ya no responde a Gerardo Morales, otro de los impulsores del hoy presidente de la UCR. El santafesino Pullaro no firmó, por respeto a su ¿ex? aliado interno, pero también está del lado de sus colegas.

La pregunta que atraviesa al oficialismo provincial y a Cornejo es hasta cuándo respaldar a Milei si no logra hacer pie y, sobre todo, mostrar que su plan es algo más que un ajuste de la economía que aprieta cada vez más a las clases baja y media.

La duda no tiene por ahora una respuesta. Aunque tal vez esté en los propios argumentos que el Gobernador ha dado para justificar su posición: sin éxitos palpables, va a haber un día que el electorado radical se vuelva más antimileísta que antiK. Siempre el enojo con el presente pesa más que las frustraciones del pasado.

El mileísmo explícito de Cornejo hasta ahora no ha redundado en ninguna ventaja concreta para su gestión. La vieja lógica del apoyo a cambio de fondos ha quedado demodé con el libertario.

De hecho, la nueva gestión nacional significó para la Provincia una pérdida del 14% de sus recursos en el primer bimestre del año por la caída de la coparticipación nacional (15%) y de la recaudación provincial (13%) que generó la recesión. En números concretos, esa declinación representa 25.600 millones de pesos por mes, que anualizados son más de 300 mil millones. El cuádruple de lo que contempla para el ítem de obras públicas el ya obsoleto presupuesto 2024.

Ese agujero fiscal por ahora el Ejecutivo ha decidido cubrirlo no asumiendo “nuevos compromisos”. O sea, por supuesto no iniciando obras públicas y suspendiendo toda compra que no sea imprescindible. Pero también dando aumentos salariales a los estatales por debajo de la inflación. La famosa licuadora.

En el cornejismo están convencidos, como han dicho una y otra vez, de que no hay éxito posible de la gestión local si no hay un notorio crecimiento nacional. Por eso se aferran a Milei también como una tabla de salvación de su proyecto político.

Desdoblado

Quizás obligado por las circunstancias, pero también porque es parte de su esencia, Cornejo ejerce desde que asumió otros roles además de ser gobernador de Mendoza. Es el operador de la “oposición dialoguista” que busca tonificar el flácido músculo político del Gobierno nacional. Y el maestro que guía a sus discípulos, empezando por sus ministros sub 40.

Cornejo también es la fuente de consulta permanente del intendente Francisco Lo Presti, que debe asentarse en Las Heras. Y da el visto bueno a los planes que traza Marcos Calvente en Guaymallén antes de que se hagan públicos. Además, sigue de cerca la gestión de Diego Costarelli en Godoy Cruz, su territorio. Todos ellos son debutantes en el cargo.

Toda una paradoja para un profesional de la política tener que convivir con tantos novatos: el presidente, el gabinete nacional, su propio gabinete y los intendentes de los departamentos que han sostenido su proyecto político desde 2015.

Tanta inexperiencia junta y la diversificación de tareas se notaron en estos primeros 100 días del segundo mandato de Cornejo. De hecho, tardó más de dos meses en empezar a imponer temas de gestión local en la agenda pública. Una obsesión de todo gobernante.

Un funcionario que no es parte del núcleo duro cornejista y que antes integró el equipo de Rodolfo Suárez es directo: “Necesitamos al Alfredo más metido acá porque sino perdemos ritmo. Hasta diciembre, no encontrabas a nadie en la Casa de Gobierno después de las 3 o 4 de la tarde. Ahora, a las 5 o 6 sabés que podés juntarte con un funcionario de otro ministerio porque están acá, en sus oficinas. Pero aunque parezca increíble, cuando él viaja no es lo mismo”.

El paquete de leyes de Salud fue la primera acción/anuncio en febrero después de semanas dominadas por la agenda nacional. La minería marcó luego la mirada del futuro. Y en la última semana sorprendió con las imágenes del megaoperativo policial-judicial en el oeste de Godoy Cruz.

Un despliegue que puede haber sido más efectista que efectivo, porque al fin de cuentas lejos está de solucionar la inseguridad. Pero en la zona lo agradecen porque al menos se han terminado los tiroteos que marcaban los días y las noches por la guerra de bandas dedicadas al narcotráfico.

Cornejo ofició en este caso de “ministro de Seguridad”. Fue él quien se puso a la cabeza de esa acción que derivó en múltiples detenciones, así como de la operación que llevó a detener una banda dedicada a las entraderas que se ejecutó el viernes.

“Si sostenemos este ritmo de trabajo en inteligencia criminal, se verán resultados en un tiempo”, dicen en el Ejecutivo. Saben, sí, que es más difícil aplacar la ola de robos que crece al ritmo de la crisis económica.

En la oposición peronista son menos optimistas: aseguran que la falta de recursos provoca no solo el descontento policial por los sueldos, sino también que las comisarías carezcan de móviles y equipamiento en condiciones para trabajar.

Puertas adentro del Gobierno, admiten la parálisis inicial: “El equipo está medio adormecido en las líneas intermedias y empieza a entender la manera de mantener la iniciativa”.

Esa inexperiencia, dicen ahora, fue la razón de una polémica pública entre dos cornejistas que nunca debió ocurrir. La idea de la ministra de Seguridad, Mercedes Rus, de que todos los municipios del Gran Mendoza tengan un cuerpo de preventores fue repelida mediáticamente por el intendente de Godoy Cruz.

A Rus la nombró Cornejo y fue quizás la incorporación más sorpresiva al gabinete. A Costarelli lo eligió Cornejo como candidato. Parecía ilógico que pelearan a la vista de todos. El debate se fue apagando y el Gobernador se hizo el desentendido. Pero internamente asumen que el plan de la ministra nunca avanzará.

El propio Cornejo se encargó de finiquitarlo con argumentos parecidos a los de Costarelli: “No podemos cargar con más gastos a las comunas. Con que mejoren la iluminación, cierren baldíos y poden los árboles ya ayudan a la seguridad”. Así, dio por terminada esa polémica.

Hay otra polémica que no termina y promete continuar las próximas semanas que está atada justamente a la caída de recursos: el reparto de plata entre los municipios. En épocas de vacas flacas, la pelea por la caja se magnifica y no reconoce lealtades.

Los tres intendentes cornejistas del Gran Mendoza, con mayor o menor intensidad, han salido a reclamar porque la redistribución que se hizo a partir de los datos del último censo implicó que recibirán menos recursos este año y los siguientes, hasta que se haga un nuevo censo. Por eso quieren modificar cómo se reparte el 10% de la coparticipación que se usa para compensar inequidades.

Enfrente de ellos se paró un retador inesperado: el lujanino Esteban Allasino, también debutante en el cargo y alineado políticamente con el demarchismo.

Ha sido el que más ganó con la redistribución porque Luján es el que más creció en población. Pero fue hace una semana a la Justicia a reclamar el dinero que no recibió desde que la Corte le dio la razón en el conflicto limítrofe con Las Heras, que le sumó territorio y miles de habitantes. Más que un reclamo real, esa parece ser una acción destinada a frenar una reducción de su parte en ese 10% que se discute y que pronto tendrá forma de proyecto de ley en la Legislatura.

Si el esquema de reparto que ha circulado en las últimas horas es el que finalmente se presenta, Costarelli, Calvente y Lo Presti lograrán su objetivo: recibirían $928 millones, $171 millones y $238 millones más este año, respectivamente. Allasino, en cambio, confirmará sus peores temores: perdería 931 millones, casi lo mismo que sumaría Godoy Cruz. Casualidades.

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