Aprendizajes de 40 años de democracia: Un homenaje a Carlos Leonardo de la Rosa

Este artículo es escrito como homenaje a Carlos Leonardo de la Rosa, referente de la política y de la buena vecindad, que contribuyó a consolidar la recuperación democrática.

Aprendizajes de 40 años de democracia: Un homenaje a Carlos Leonardo  de la Rosa
Carlos Leonardo de La Rosa

En vísperas de cumplir 40 años de la recuperación democrática es conveniente valorar experiencias que contribuyeron a consolidarla. Seguramente existirán un sinnúmero de vivencias en diferentes rincones del país. Aquí exponemos una.

Hace pocos días el Municipio de Godoy Cruz inauguró el Espacio Verde Carlos Leonardo de la Rosa. Su nombre remite a quien fuera abogado, docente e intendente de Godoy Cruz (1973-1975 y 1987-1991), vicegobernador de Mendoza (1991-1995), senador nacional (1995-2001) y embajador en Chile (2002-2003).

Al leer la noticia recordé cuando, en octubre pasado, se le dio el último adiós en el Concejo Deliberante de Godoy Cruz. Esa había sido su última voluntad.

El Concejo liderado por bandera radical abría las puertas para rendir un último homenaje a un referente destacado del justicialismo.

Quizá su última voluntad también fue trascender banderas partidarias como supo hacerlo en vida.

Al observar esa escena, se añora otras épocas de la política, cuando los ciudadanos veían el diálogo entre protagonistas de diferentes partidos. En Godoy Cruz, inclusive, se reunían en el mismo tradicional restaurante La Parrala. Se saludaban y dialogaban cordialmente y luego cada uno se sentaba en su mesa con sus “compañeros” o “correligionarios”.

Vale citar a Raúl R. Alfonsín: “Creo que el enemigo de la democracia es el intolerante, el hombre que no admite para nada la discusión: la república democrática es el consenso y para lograr el consenso se necesita el diálogo” (citado por Pablo Gerchunoff, 2022, p. 390).

También es oportuno recordar que, en la última dictadura cívico militar (1976-1983), las reuniones políticas estaban prohibidas. Entonces los militantes partidarios se comunicaban en forma clandestina. Esto generó una solidaridad entre diferentes fuerzas para que nadie “cayera”, situación que significaba la cárcel como preso político o la desaparición física.

Al respecto, de la Rosa comentaba en una entrevista que en una oportunidad el vecino Ricardo Cusa, referente del partido radical, le había dicho con buena intención que se cuidara porque escuchó que había sido señalado por el interventor militar de Godoy Cruz. Esto era peligroso para la supervivencia en aquellos tiempos.

Fueron “épocas difíciles y duras -explicaba de la Rosa- cuando caía un compañero detenido, yo lo defendía como abogado. Esto ocasionó que me amenazaran de muerte, especialmente en la Comisaría Séptima. También me prohibieron que pisara Tribunales durante toda la primera etapa de la dictadura”.

Otro aspecto a destacar, es que los ciudadanos conocíamos la actividad privada de los políticos. De la Rosa tenía su estudio de abogado a pocos metros de la Plaza Mayor. Lo mismo sucedía con el mencionado vecino Cusa que tenía su agencia de publicidad en calle Rivadavia frente a la Plaza Godoy Cruz o Roberto Tuninetti (intendente de Godoy Cruz entre 1983-1987) cuyo estudio de arquitectura se ubicaba en Ciudad.

Hoy vemos a políticos que se profesionalizan, estudian y preparan para ejercer cargos públicos. Como también, a funcionarios que pudiendo ganar más en la actividad privada, eligen lo público por vocación. Sin embargo, observamos en otros una actitud voraz por ocupar cargos (con o sin preparación) quizá porque la supervivencia personal y familiar depende de ello.

También es oportuno señalar el valor que comenzó a tener la historia y el patrimonio local a partir de 1983. Las escuelas, las universidades y los centros de investigación ampliaron o incorporaron, en sus programas de estudio, temas referidos a la provincia, los departamentos y la región.

En este sentido “La Municipalidad de Godoy Cruz ha sido pionera en la publicación de libros de historia y patrimonio local” se lee en una nota editorial del diario Los Andes (24/09/22). Y lo he comprobado. En lo personal, tuve la oportunidad de publicar dos libros promovidos por el gobierno comunal a cargo de intendentes de diferente signo partidario y en un marco de total libertad. El primer libro de historia de mi ciudad lo edité, precisamente, durante la intendencia de de la Rosa y, el último de esa temática, en la primera gestión de Tadeo García Zalazar.

La fortaleza democrática, entonces, también está dada por la valoración de nuestras raíces, la concepción dinámica de la identidad y una mirada federal de la cultura.

En síntesis, el 2023 es un buen año para rescatar estas historias referidas al valor de la memoria viva ciudadana, el respeto a la pluralidad de voces y la libertad de expresión.

Acorde a las experiencias relatadas ser buen vecino o militante político significaba, en esos primeros años de apertura, no sólo vivir en la cercanía y compartir actividades públicas o privadas sino también construir un diálogo interpartidario y proteger aún a los adversarios en pos de la justicia y el bien común.

Vaya este artículo como homenaje a Carlos Leonardo de la Rosa, un referente de la política y de la buena vecindad que contribuyó a consolidar la recuperación democrática.

* La autora es historiadora.

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